Por Rolando Prudencio Briancon:
Un nuevo y amargo trago se tragó Trump al enterarse de la
cifra de infectados y bajas que registra exitosamente Venezuela con la pandemia
COVID-19, que, a diferencia de los EE.UU., diametralmente difieren, ya que
Venezuela está en el penúltimo lugar, frente a los EE.UU., donde las cifras
están en la cima, ocupando el primer lugar. Claro que no es para hinchar pecho
de algo ta trágico, pero esos son los resultados que se tiene.
Así es como Jon Pilechowsky, subsecretario de Estado adjunto
para el hemisferio occidental ha expresado su escepticismo: "No tenemos
razones para creer en ninguna cifra del régimen de Maduro sobre el impacto del
COVID-19 en el pueblo venezolano".
Decía que éste es otro trago amargo, pues el primero que ya
probó Trump y su tropa de trúhanes cuando en enero del 2019 Trump trató de
invadir Venezuela con el pretexto de la "Ayuda Humanitaria", y salió
con el rabo entre las piernas, ante un pueblo venezolano que por más durísima
situación que atraviesa, o por más que puedan haber un sabotaje interno de los
pityanquis, o por más que hayan diferencias políticas entre los venezolanos;
todos revirtieron ese Golpe con la falaz fachada de "ayuda
humanitaria", lo que ya era un abierto asalto del petróleo venezolano.
Pero además ni siquiera con el embargo y la confiscación de
activos de la Citgo por miles de millones de dólares han doblegado al gobierno
de Maduro, como a un pueblo que guarda esa mística libertaria del libertador
Bolívar que ya advirtió: "los EE.UU., parecen predestinados por la providencia
a sembrar de hambre y miseria la América".
Y es que no sólo es Trump, sino todos los anteriores
gobiernos que han tenido una sensibilidad torpe hacia Venezuela como si fuera
su fuente propia de recursos. No en vano tanto Obama como Trump firmaron y
ratificaron la orden presidencial que declara a Venezuela "una amenaza
para los EE.UU."
Vale decir que bajo un asaltante asedio, como un embargo
criminal que Venezuela soporta; que tenga un desempeño envidiable frente al
COVID-19, con una potencia que también es y ha sido una pandemia, pero de
muerte y miseria; es algo ejemplar, a diferencia de lo que Trump siente por el
éxito de Venezuela en el manejo del COVID-19, que es una envidia que lo corroe.
prudenprusiano@gmail.com
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