Por Luciano Andrés Valencia:
Cuando se hace mención a mujeres que cumplieron un rol
destacado en la ciencia y el conocimiento en el Egipto Post-Faraónico, la
primera que viene a la mente es Hipatia de Alejandría. No es para menos ya que
esta matemática, astrónoma, física y filósofa de la escuela neoplatónica nacida
en el 370 DC se dedicó a la docencia y la investigación en la ciudad egipcia.
Pese a las pocas opciones que la sociedad de la época le ofrecía a las mujeres
y la cada vez mayor influencia de la Iglesia Católica, que asociaba la cultura
y la ciencia con el paganismo, ella siguió desempeñando su labor y ganando
enemigos poderosos. En el 415, mientras fue asesinada por seguidores del
arzobispo Cirilo, hoy considerado Santo.
Al momento de la muerte de Hipatia, Egipto formaba parte del
Imperio Romano de Oriente, más tarde conocido como Imperio Bizantino. En el
siglo VII cayó bajo dominio árabe e inició un proceso acelerado de
islamización. En los siglos posteriores se sucedieron diversas dinastías: Omeya
(663-750), Abasi (750-945), Tuluníes (868-905), Famitíes (969-1171) y Ayyûbi
(1771-1250), antes de caer bajo el poder de los Mamelucos en 1250, que convirtieron
a Egipto en un poderoso Sultanato que permaneció independiente hasta la
conquista otomana de 1517.
A diferencia de lo que sucedía en la Europa cristiana, en el
Mundo Islámico florecieron las ciencias y las artes. “Buscar el conocimiento
incluso tan lejos como en China”, dice una de las tantas frases que se le
atribuye al profeta Mohammad o Mahoma. En los siglos posteriores astrónomos,
matemáticos, cartógrafos, ingenieros, médicos, químicos, filósofos y abogados
árabes siguieron este consejo, convirtiendo a su lengua en el idioma de la
ciencia, como antes lo había sido el griego. Los eruditos musulmanes supieron
nutrirse de los conocimientos de otras culturas como Persia, India y Grecia,
además de traducir al árabe la literatura filosófica y científica de la
Antigüedad (1).
En el Egipto del siglo XIV se vivía una gran prosperidad
económica, lo que favoreció el florecimiento de la creatividad y el
conocimiento científico. El epicentro de esta revolución cultural estaba en las
ciudades gemelas de El Fustát (capital del Sultanato Mameluco) y El Cairo. En
esta última funcionaban más de 75 Madrazas, especie de escuela en donde se
impartían conocimientos de forma oral y escrita en torno al patio. El modelo
era similar a la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles. Las más famosas
fueron las de Al-Azhar (fundada en el siglo X y actualmente convertida en
Universidad) y la de Nizamiyya. Dado el espíritu de la época, miles de hombres
y mujeres de El Cairo y localidades vecinas se acercaron a las Madrazas con
intención de estudiar el Hadith o tradición islámica, además de adquirir
conocimientos generales.
De acuerdo a la tradición, nadie se le debía impedir el
acceso a la enseñanza. Un erudito de la época había escrito: “cerrar la puerta
de la Madraza es dejar fuera a las masas. Dejad las puertas abiertas y no
prohibáis la entrada a ninguna criatura de Dios, al igual que hacéis con las
mezquitas” (2).
Al igual que Hipatia en Alejandría, en las Madrazas de El
Cairo también se destacaría una extraordinaria mujer erudita: Umm Hani,
conocida como Maryam. Nació en el 1376 DC o 777/778 del calendario islámico.
Era hija de Nur al-Din al Hassan Alí, hijo del juez Abú al-Rahman ibn Abad
al-Malik. Por parte de madre era nieta de otro juez destacado: Muhammad ibn Mahamad
al Qayati. Este último se hizo cargo de su educación y a los 7 años la llevó
directamente a La Meca para que estudiara con cuatro maestros. De regreso a El
Cairo estudió con su abuelo y otros seis maestros. Finalmente obtuvo un
certificado por sus estudios firmado por, al menos, trece maestros.
Contrajo matrimonio con Muhammad ibn Umar ibn Qutlubugha
al-Baktamuri, con el que tuvo cinco hijos: Shuja al Din Mahammad al Shaffi,
Sayf al Din Muhmad al Hanafi, Fátima, Yunis al-Maliki y Mansur al-Hanbali. Todos
estudiaron en la Escuela de Leyes, y se sabe que Hanafi llegó a ser un
profesional de excelencia. Hanbali también fue un estudiante exitoso, pero
murió muy joven. Tras la muerte de su esposo se casó con Hasan ibn Suward
al-Maliki, con el que tuvo 2 hijas: Ahmad y Azizi. A la muerte de su abuelo y
mentor, su esposo pretendió usar libremente las tierras y herencia que ella
había recibido. Pero pronto su segundo esposo también falleció, por lo que se
vio libre para administrar sus bienes (3).
Con el dinero de la herencia compró un taller de hilado que
se hizo famoso por el tamaño y gran número de sus ruedas giratorias. Uno de los
descendientes del dueño original le entabló un juicio arguyendo que la compra
había sido ilegal, pero el juez le dio la razón a Umm Hani.
Las mujeres musulmanas de la época tenían más opciones
profesionales que sus congéneres en la Europa cristiana. Podían desempeñar la
docencia, la filantropía, los trabajos domésticos, el comercio o la medicina.
Sin embargo, se esperaba de la mayoría de ellas que trabajaran en su propia
casa o en compañía de otras mujeres. Al igual que en otras sociedades, sus
posibilidades estaban determinadas en gran medida por la clase social. Así la
mujer que heredaba tierras o negocios de su padre, podía dedicarse a la
actividad comercial, y las mujeres de las clases adineradas podían dedicarse al
comercio o la industria (4).
Este fue el caso de Umm Hani Maryan que, por provenir de una
familia dedicada al derecho, tuvo acceso al conocimiento y a la posibilidad de
estudiar. Durante años enseñó la Hadith en la Madraza, teniendo como discípulos
a eruditos eminentes y personalidades de El Cairo. Se cuenta que ya desde niña
era capaz de recitar el Corán de memoria, y que enseñaba sobre teología,
derecho, historia y gramática. También fue celebrada por su dominio de la
caligrafía y del idioma árabe, su aptitud natural para la poesía, y su estricta
observancia de los deberes de la religión. Realizó al menos trece
peregrinaciones a La Meca y Medina, y en más de una oportunidad permaneció
hasta un mes en el lugar dictando clases. Su programa de trabajo era estricto,
algo que también fue reconocido por sus estudiantes (5).
A medida que envejecía fue perdiendo la vista y la movilidad
de las piernas, por lo que terminó recluida en una habitación atendida por su
hijo Hanafi. Este último permaneció a su lado sus últimos años y siempre
reconoció la importancia de sus enseñanzas. Esta nueva Hipatia murió en el 1466
DC o 871 del calendario islámico mientras realizaba otra peregrinación a La
Meca. Fue enterrada junto a su abuelo y mentor en el Cementerio cercano al
Mausoleo del imán Shaffi en Qarrafa.
A diferencia de su antecesora alejandrina, la figura de Umm
Hani es menos conocida en el mundo occidental y es muy poco lo que se puede
encontrar sobre su vida publicado en español, inglés o francés. A la hora de
buscar información para realizar este intento de biografía me enfrenté a la
carencia de fuentes que casi me llevan a abandonar el proyecto. De todas
formas, decidí seguir adelante convencido de que, aunque sea poco lo que hoy
sepamos de ella en esta parte del mundo, su vida y legado merecen ser conocidos
y valorados.
Bibliografía:
(1) AA.VV.; Vivir la Historia en las Tierras del Islam
(Mundo Islámico, 570-1405), Madrid, Folio, 2008, pp. 62-63.
(2) AA.VV.; Vivir la Historia en las Tierras del Islam…, p.
115.
(3) Robinson, Francis (ed.); The Cambridge Illustrated
History of the Islamic World, Cambridge-London, Cambridge University Press,
1996, p. 190.
(4) AA.VV.; Vivir la Historia en las Tierras del Islam…, p.
106.
(5) Zubayr Siddiqi, Muhammad; “Woman Scholars of Hadith”,
https://www.ilmgate.org/women-scholars-of-hadith/
Imagen de portada:
https://www.wisemuslimwomen.org/muslim-woman/umm-hani-2/
valencialuciano@gmail.com
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