Por Diego Olivera Evia:
La crisis de la pandemia del Coronavirus y el capitalismo
Me imagino a una derecha latinoamericana envalentonada y
feliz, al conocer la noticia de que el nuevo presidente de Uruguay anunciara
oficialmente la salida de su país de la Unión de Naciones Sudamericanas
(Unasur).
Algunos medios hacen lo mismo: «Uruguay le da la estocada
final a lo que quedaba de la Unasur», se escribe en un despacho noticioso de
efe. Se sabía que sería así desde el mismo día en que el derechista nuevo
presidente, Luis Lacalle Pou, tomó las riendas el pasado 1ro. de marzo.
Un presidente de derecha que busca adueñarse de los recursos
de Uruguay, y aplicando un modelo de derecha y fascista, bajo la mentira de una
falsa sonrisa, al Frente Amplio (FA), cuando quiere aplicar la ley de
emergencia, obviando la crisis de la Pandemia, buscando crear una modelo anti
democrático y un retorno al subordinarse a EEUU y al maniático y psicópata
presidente Donal Trump, manifestando una realidad de un plan cóndor en América
Latina y la realidad de un dependencia a
los EEUU y a los caprichos de Trump.
Para completar tal decisión, el canciller de Uruguay,
Ernesto Talvi, al hacer el anuncio, aseguró que su gobierno regresa al Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (tiar), ese engendro de la
desprestigiada OEA, fabricado, en gran medida, para facilitar la intervención
en los asuntos internos de las naciones de la región.
Se trata, no hay dudas, de una derecha cuyas primeras
acciones al llegar al poder están dirigidas a deshacerse de cualquier
compromiso que represente integración entre los pueblos, y que lleve implícito
la solidaridad y los beneficios sociales para los más desposeídos. Todo esto,
acompañado del desmontaje de los programas sociales auspiciados con anterioridad
por los gobiernos de izquierda y la implantación de modelos neoliberales.
No pequemos ni de ingenuos ni de extremadamente confiados:
América Latina vive momentos de una gran confrontación ideológica.
En mi opinión, en este escenario se mezclan dos elementos,
uno externo: el apoyo financiero y diplomático de Estados Unidos; y otro
interno: las debilidades de algunos sectores de izquierda, que se desgastan en
contradicciones entre ellos mismos y les resulta muy difícil unirse para, de
manera conjunta, derrotar a sus adversarios.
Las palabras integración, solidaridad y participación
popular, entre otras, debían ser banderas en alto que no pueden ser arriadas
jamás si queremos que los gobiernos populares gocen de estabilidad, compromiso
y confianza entre sus pueblos.
Fijémonos solo en tres ejemplos: lo primero que hizo el
gobierno de facto de Bolivia tras el golpe, fue salirse del alba, romper con la
Celac, abandonar la Unasur.
Antes lo había hecho Lenin Moreno, en Ecuador, y ahora tocó
el turno al nuevo mandatario uruguayo.
Se trata de tres países que vivieron en las últimas décadas
momentos de verdadero fomento de planes sociales, cuando tuvieron al frente a
líderes como Evo Morales, Rafael Correa y los uruguayos Pepe Mujica y Tabaré
Vázquez.
Esta realidad de los avances de las derechas y la crisis del
capitalismo, la cual se manifiesta en la Pandemia, mostrando la incapacidad de
la derecha, de consolidar respuestas a los ataques de Coronavirus, llevando al
Planeta a miles de seres humanos, y no respetan a las clases sociales, pero las
acciones de los mandatarios de Americana Latina, están incapacitados para dar
una respuesta a los pueblos y a la sociedad en su mayoría, porque no han podido
dar respuestas a los sectores populares.
Al fracturarse esa izquierda, ya fuese por golpe de Estado,
por acceso al poder de oportunistas, o por elecciones, se vive hoy un retroceso
al que solo los pueblos podrán ponerle freno y hacerlo reversible.
El ataque y el terrorismo en la región del Grupo de Lima y
Trump
Abandonar las instituciones integracionistas de la región y
adherirse a ese apéndice de la desprestigiada OEA que es el Grupo de Lima, es
aliarse con quienes, desde Estados Unidos, trazan pautas a seguir para afianzar
el patio trasero, que desde la Doctrina Monroe fue objetivo de los gobiernos de
Washington.
¿O es que la ingenuidad puede cegarnos hasta creer que es
casual el hecho de que –y pongo nuevamente tres ejemplos– Bolsonaro, en Brasil;
Moreno, en Ecuador, y Jeanine Áñez, en Bolivia, hayan agregado a la marcha
atrás de su carro, la peor de las acciones contra sus propios pueblos: romper
con la solidaridad de decenas de miles de médicos cubanos que han salvado vidas
y curado a enfermos, ¿con su trabajo abnegado en los lugares más intrincados de
esos países?
Ahora la derecha latinoamericana está entusiasmada, y el
imperio yanqui bate palmas y apuesta por acabar con aquellos gobiernos –léase
Cuba, Venezuela y Nicaragua– que levantan verdaderas obras al servicio de los
pueblos.
Es tiempo de rectificación de la izquierda y de defender la
unidad y la solidaridad, como símbolos de resistencia y de vergüenza, dos
valores muy ajenos al oportunismo, la ingenuidad o la falta de vínculos con las
bases sociales.
La crisis de la pandemia del Coronavirus y el capitalismo
“Estamos frente a una crisis generalizada del capitalismo
democrático, y la falsedad del modelo mundial, del capitalismo fascista y
acusar no democrático, como el de China",
Siendo esta apreciación un error de las propuestas de las
dictaduras y del fascismo corriente, que no han podido resolver la crisis
humana y han creado distintas versiones de una salida sin respuestas a los
seres humanos, determinando las mortandades una falacia al estilo del fanático
psicópata Donal Trump, el presidente de Brasil Bolsonaro, hablando de una
gripecita, al descontrol de su teoría de seguir trabajando y las
Aunque la pandemia tiene en estos momentos su epicentro en
Europa, los casos de personas con Covid-19 proliferan exponencialmente en
América Latina, al tiempo que avanza la imposición de medidas de aislamiento y
cierre de fronteras.
"Quedarse en casa" es la nueva consigna que
recorre la región.
El problema es que no todos pueden hacerlo. En Latinoamérica
cerca del 50% de los trabajadores está en el sector informal y para ellos, la
restricción de salir a la calle es económicamente devastadora.
Personas como Noelia Flores, una inmigrante venezolana de 39
años que vive en Perú junto a dos hijos, una nuera y cuatro nietos, quedó sin
ninguna fuente de ingresos luego que el gobierno impusiera la cuarentena.
¿Qué consecuencias puede tener la pandemia en América Latina
y cómo afectará a la gente?
El impacto económico y social va a ser muy fuerte, aunque
depende de la situación en que se encuentra cada país.
Los países con sistemas públicos más expandidos, tendrán
probablemente una mayor capacidad de asistir a los sectores de bajos recursos.
No es solo un problema de que los informales no pueden salir
a la calle. El problema es que incluso sus clientes, de sectores más
acomodados, están encerrados.
Por ejemplo, está el caso de los feriantes en
Argentina. Antes había mucha gente vendiendo frutas y verduras en la calle.
Pero hoy la gente con recursos está encerrada en su casa comprando vía
internet.
Incluso los sectores que no son los más vulnerables, como
aquellos que prestan servicios en el hogar, tipo plomería, electricidad,
pintura, son todos trabajos que están paralizados.
En algunos sectores más acomodados están señalando con el
dedo a las personas que no se quedan en la casa, aunque no tengan cómo comer...
Lo peor que podemos pensar es que la pandemia se expande
porque alguien sale a la calle en una situación de necesidad.
(*) Periodista, Historiador y Analista Internacional
diegojolivera@gmail.com
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