Por Juan Martorano:
Restan, para el momento en que aparezcan publicadas estas
líneas, 14 días para la culminación del año 2019, un año lleno de dificultades,
duro, pero con varias aristas y que esperamos que el destino que nos depare en
el año 2020 sea mucho mejor a lo actual.
Indudablemente, en lo político, podemos decir que lo
cerramos en victoria. Esto porque pese al experimento con el “presidente
interino” y autoproclamado, éste no logró controlar el poder político. Y como
lo expresabamos en artículos precedentes, después del abandono que este realizó
el 21 de noviembre al movimiento estudiantil burgués, se volvió a enterrar
políticamente. Sólo quedó para la vocinglería rampona y vacía de contenido.
Pero, en lo económico, social, pese a no existir
indicadores, es evidente que estamos perdiendo la batalla. La precarización de
las condiciones de vida de la población, la merma de su poder adquisitivo, la
afectación y paulatina desaparición del cono monetario de agosto de 2018,
constituyen pesados fardos y tareas pendientes del gobierno revolucionario.
En lo internacional, la geopolítica en lo que a Suramérica
se refiere, nos pintaba que cerraríamos el año con la conservación de un
bastión como Bolivia, a la cabeza de la Revolución Democrática y Cultural con
Evo Morales Ayma, la recuperación de Argentina de la mano de la llave Fernández
y sólo perdíamos Uruguay, con Lacalle Pou y ante un cierto desgaste del Frente
Amplio. El pronóstico que dimos se dio totalmente a la inversa, puesto que
producto del Golpe de Estado en Bolivia, se monta la derecha y a partir de
marzo del año que viene, asume Lacalle Pou, por lo que ganamos dos nuevos
enemigos en contra de la Revolución Bolivariana en el continente.
Todo ello ocurre por el elemento cultural, etendido éste en
lo que a la formación político- ideológica se refiere. Posterior al asesinato
del líder histórico de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, el descuido de
esta ha sido, a nuestro juicio, el principal error que ha cometido la dirección
del Alto Mando Político y Militar de la Revolución y de sus diferentes
organizaciones políticas que la respaldan.
De ahí que, para muchos, sea un tema para la discusión
política, lo que podría ocurrir el venidero 5 de enero de 2020, fecha en que de
acuerdo a nuestra Constitución, corresponde la instalación del período de
sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional, con la consecuente elección o
reelección de su junta directiva. No podemos obviar en el análisis, que durante
casi todo su período constitucional, la Asamblea Nacional de mayoría opositora
se encuentra en una situación de desacato producto de un recurso de nulidad con
amparo cautelar introducido por parlamentarios del PSUV para invalidar los
comicios parlamentarios en el estado Amazonas, en diciembre de 2015, por lo que
todos sus actos son nulos, e incluso írritos (se tienen como totalmente
inexistentes).
Bueno es de acotar que incluso los abogados de los diputados
del entonces MUD de Amazonas introdujeron una serie de cuestiones preliminares
en el referido recurso antes señalado, a los fines de retrasar aún más el
referido juicio. Y aquí, como es lógico, cabe preguntarse: ¿A quién realmente
la interesa mantener al parlamento en la actual situación de desacato? ¿Tendrá
la actual AN voluntad política de salir de la misma?
Hay que estar claros que la designación de Guaidó como
“presidente de la AN”, y por ende, “presidente interino” de la República
Bolivariana de Venezuela, parte de un argumento baladí para apuntalar la
conspiración y derrocar al actual gobierno que lidera Nicolás Maduro. Se da
apariencia de constitucionalidad y legalidad en sus actos, pero en realidad no
la hay, y no puede haberla porque estamos en presencia de intentos
desestabilizadores y de Golpe de Estado en donde priva el uso de la fuerza por
encima de argumentaciones lógicas y jurídicas, y a ellos no les importa el
respeto a la Constitución, si se cumple o no el quorum reglamentario de las
sesiones y todos esos elementos.
Pero, además de ello, obviamos lo que el comandante Chávez
en alguna oportunidad dijo: “En realidad la derecha venezolana es una sola, y
es dirigida desde EEUU. Si los gringos le dan las instrucciones a esta derecha
a que se una, pues ellos lo van a hacer”, porque los jefes, los que les dan los
cheques les imponen su voluntad.
Por ello, las cartas de los gringos será la ratificación de
Guaidó en el parlamento, y eso es lo que realmente va a ocurrir el 5 de enero.
Pero, no olvidemos que la actual AN es un cascarón vacío y sin mayor
incidencia, salvo que en algunas ocasiones es la plataforma y el ariete para la
conspiración contra la Patria y apuntalar el robo a activos e infraestructuras
de los bienes de la Nación. Que querramos visibilizar las fracturas y
contradicciones a lo interno de las oposiciones en el país, es válido
mediáticamente en tanto y en cuanto la voluntad de los amos imperiales no se
imponga y que la vanguardia fascista se imponga y arrastre a los sectores
“moderados” de la oposición venezolana.
Realmente no se ve una clara estrategia en las discusiones
de la Mesa Nacional de Diálogo, con algunos factores de la oposición (que hacen
el papel de policías “buenos”) en detrimento de la oposición fascistas o de lo
movimientos y organizaciones populares (con los que de verdad si debe el
gobierno dialogar), no se entiende, más allá de aprovechar el foro político del
parlamento, y quemar tiempo, (porque jurídicamente no tiene mayor incidencia
por los argumentos antes expuestos ) la reincorporación de los diputados del
Bloque de la Patria, cuando todos sabemos que el CNE será designado por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, a través del recurso por
omisión legislativa. En política, no se puede ser ingenuo, diría un buen amigo
por ahí.
Pero, desde nuestro modesto punto de vista, lo que ocurra el
5 de enero no debería entrar dentro de las prioridades del Gobierno ni “gastar
pólvora en zamuro”. A partir del año 2020, entraremos no en un año electoral,
sino en todo un ciclo electoral que indudablemente arranca el próximo año con
las elecciones parlamentarias, continúa en el 2021 con las elecciones para
gobernadores, gobernadoras, diputados y diputadas a los Consejos Legislativos
estadales; las elecciones para alcaldes, alcaldesas, concejales y concejalas a
las cámaras municipales en el país, y dependiendo de los resultados y el
balance que allí se arroje, es que podría la oposición considerar, nuevamente,
la posibilidad de considerar un eventual referendo revocatorio en contra del
presidente Nicolás Maduro en el año 2022.
No es menos cierto también, y aunque se lea feo, expresar
que vamos a unos comicios parlamentarios en situación de desventaja producto
del descontento y malestar de la población ante los diversos problemas que la
agobian (merma del poder adquisitivo, dolarización de la economía, colapso en
servicios públicos, alimentación precaria, basura, problemas de transporte,
problemas de conectividad, y un largo etcétera) que constituyen una espada de
Damocles contra la gestión gubernamental, y que podría explotar y ser
utilizados, al igual que en el 2015 como un elemento para incentivar el voto en
contra del chavismo.
Por ello, creo que uno de los replanteamientos que debería
realizar el Ejecutivo Nacional, con el apoyo de los movimientos sociales y
organizaciones políticas que lo respaldan, además del tema de la necesaria
formación política e ideológica, es profundizar a las labores de organización
popular, pero sobre todo, a tener una verdadera gestión que apuntale a la
resolución de los problemas más sentidos de la ciudadanía, o en su defecto, la
minimización de los impactos y estragos que la ineficiencia, la ineficacia, la
corrupción, la flojera de funcionarios dentro de la Administración Pública y el
Estado tienen, sin desdeñar la situación de bloqueo y persecución financiera
que indudablemente sufrimos hoy en día.
Eso es lo que la gente realmente quiere ver y quiere
escuchar de su clase dirigente, y que les invita a salir de la burbuja en la
que se encuentran y constaten el mundo real que debería formar parte de su
entorno.
De cara a los comicios parlamentarios de 2020, hay que
trabajar no sólo en el tema del perfil de los candidatos y candidatas
revolucionarios y revolucionarias, de las alianzas y de la campaña (sobre todo
porque la gente está harta de que sean siempre los mismos los que vayan a optar
por los cargos de elección popular, además del descontento e inconformidad que
se respira dentro de las bases, mafias que se han apoderado de varias
estructuras e iniciativas, y secuestro de la verdadera voluntad de las mayorías
de nuestro pueblo), pero sobre todo, trabajar un verdadero programa y plan de
lucha de cara a los retos que hoy nos deparan las actuales circunstancias que
vive nuestro país.
Esos serían, a nuestro juicio, los verdaderos temas a los
que hay que prestarles la mayor de las atenciones, y no el circo que se
pretende montar el 5 de enero. Además de que el mismo Chávez en una oportunidad
dijo que “no se patea a un perro muerto”, las prioridades de la gente no
siempre están incluidas en las agendas de los políticos.
Y el político que incluya en su agenda las necesidades y el
sentir de la gente, ese es el que va a ser seguido por importantes sectores de
la población. Tomen nota de ello a los y a las que les puede interesar este
dato.
¡Leales Siempre! ¡Traidores Nunca!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
jmartoranoster@gmail.com
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