Por Jorge Aniceto Molinari:
El haber sido por muy poco tiempo universitario en mi
juventud tal vez me restrinja el derecho a ser crítico con los universitarios
de hoy. No me ocurre lo mismo con la militancia política que la he asumido en
sus distintos niveles prácticamente desde que tengo uso de razón.
¿A qué quiero llegar? A que siento la necesidad de hacer una
fuerte crítica a los sectores universitarios que tienen que ver con la ciencia
política –no conozco que el fenómeno se extienda a otras disciplinas- por su
falta de iniciativa para promover en la sociedad nuestra y en su vinculación
con el mundo, el debate de los problemas graves que hoy se viven.
No escapa a mi conocimiento que en el mundo actual los
motores generadores de ideas deberían ser los partidos políticos (en especial
los llamados de ideas, aunque en definitiva todos deberían serlo) y que ello no
está ocurriendo
Tomemos el ejemplo de nuestro Partido Comunista, fundador
del Frente Amplio, de la Central Sindical, participe activo bajo el liderazgo
de Rodney Arismendi de la vida política de toda nuestra América. De activa
incidencia además en la propia vida universitaria. Hoy es un partido nacional,
sin opinión sobre cómo transcurre el desarrollo capitalista en el mundo. Tienen
declaraciones donde ubican siempre el bando al que apoyan, pero todos sabemos
que en política esa no es la enseñanza de los maestros y que no alcanza.
Nuestro Partido Comunista aún no reconoce que Lenin fue
derrotado en 1924 y que la vida confirmó el juicio de José Batlle y Ordoñez a
la muerte de Lenin. En que además Batlle valoró lo que significó para el pueblo
ruso y para la humanidad el triunfo de esa revolución.
El no hacerlo le trae consecuencias como el de tener que
explicar permanentemente por ejemplo la dictadura del proletariado, que para
los maestros era la necesidad de los trabajadores de arrancar conquistas
elementales para el desarrollo de su vida a la dictadura de la burguesía. En
cosas tan elementales como por ejemplo acá, en el Uruguay reciente, la
responsabilidad empresarial frente a los accidentes en el trabajo. Es cierto
esa conquista se plasmó a través de la ley, ¿pero hubiera sido posible sin los
trabajadores movilizados?
Los sectores conservadores de la sociedad admiten la
organización de los trabajadores como una imposición de la que siempre buscan
liberarse o de buscar sectorialmente de asociarlo a sus fines, cosa que muchas
veces han logrado, a través de la burocratización del aparato sindical.
Confundir el trabajo de Lenin en el desarrollo de las
libertades democráticas en el propio Estado soviético, e incluso en todo ese
periodo de lucha ideológica en que combatió con las ideas de Trotsky sobre el
comunismo de guerra (Trotsky reconoció luego su error) y de Bujarin sobre el
socialismo a paso de tortuga, cuyo desarrollo teórico fuera tomado como propio
por Stalin en el texto “Cuestiones del leninismo” –Stalin era incapaz de
desarrollar un planteo teórico de esa entidad- que culminaron también con el
asesinato del propio Bujarin, y el desarrollo a ultranza del capitalismo de
estado. Recordemos que Lenin en sus
análisis le daba al capitalismo de estado un valor coyuntural, necesario para
salvar el aparato productivo de la destrucción de la burguesía.
Trotsky uno de los grandes líderes de esa revolución y uno
de los perseguidos hasta el asesinato, por Stalin, siempre supo diferenciar la
dirección enfermiza de ese Estado de lo que significaba la Unión Soviética como
conquista para la humanidad, como sustento para otras revoluciones, y para
llegar a lo que es hoy, en que el desarrollo capitalista, con su predominancia
en una crisis irreversible, a tener a China gobernada por un Partido Comunista
como el nuevo centro de su actividad actual. Liderando además el libre comercio
mundial que fue lo que en sus inicios (el comercio) dio origen a la etapa
capitalista de la humanidad y a la superación del feudalismo.
Hoy no hay una explicación a esto, y ello se siente también
en el ambiente universitario y no solo ahí, en las investigaciones, en la
actividad de las distintas cátedras. No es lo mismo reunir datos e investigar
que tener la iniciativa de caminos a recorrer. A esto están referidos en gran
parte los aportes de Antonio Gramsci. No es otra cosa la hegemonía de la que él
habla.
Es muy común escuchar y leer opiniones en las que se dice,
por ejemplo: hay que juntarse y estudiar un camino para la crisis de la
seguridad social.
Y está bien. Ahora eso no es lo más importante, lo más
importante es tener una posición y jugarse documentada por ella, sin la cual
las reuniones, los congresos, las conferencias transcurren sin consecuencia.
Es cierto para ello se necesita estudio, certezas,
intercambios, pero el problema es pegar el salto y jugarse por una posición,
eso hacían los maestros, eso hacía Batlle, Quijano, Seregni, Arismendi.
Eso es lo que explica la necesidad de la lucha de tendencias
en cualquier organización que tenga vida activa. Trotsky explicaba que esto es
necesario como el aire que respiramos, donde también absorbemos toxinas pero si
dejamos de respirar morimos.
El capitalismo en sus inicios también fue pujante, y
continuó, conquistando todo el planeta, en su predominancia la humanidad ha
conocido avances increíbles, la rentabilidad lo explicaba todo y el mercado
regulaba esa rentabilidad que era la madre de todas las realizaciones.
El llegar a los límites posibles trae como consecuencia que
esa rentabilidad, comienza a agostarse, y con ello el crecimiento de todas las
lacras de la decadencia, uno de cuyos ejemplos más dramáticos es el permanente
crecimiento de los paraísos fiscales, el endeudamiento frenético de los
Estados, la industria de la guerra, los juegos, la droga. La corrupción
comienza a ser una necesidad para la subsistencia del sistema, una especie de
opio. En eso cayó Lula, Correa, la propia Cristina, y podríamos seguir. Muchos
de los juicios contra ellos son inventados por la propia corrupción
capitalista, como está saltando hoy en cada uno de estos Estados. También ha
pasado y pasa en nuestro Uruguay con otra intensidad y tal vez con otro
traqueteo.
Una de las críticas más comunes es de que la izquierda
gobernando también es corrupta, o de que no ha podido gobernar sin corrupción y
es correcta la crítica, salvo que la humanidad no ha salido del capitalismo y
de él no se puede salir por Estados. Con el agravante de que el gobierno de la
economía del mundo ya no radica en los Estados.
Es aquí donde llegamos al meollo del asunto.
Chávez nos dijo en una oportunidad: la campaña electoral que
me llevó a la Presidencia de la república de Venezuela la financió el Zar de
las comunicaciones Cisneros. Ganadas las elecciones se presentó Cisneros ante
Chávez y le dijo: “los ministros van a ser tal y cual”, a lo que Chávez
respondió: “el presidente soy yo y a los ministros los designo yo”, y ahí
comenzó otra historia que Uds. Conocen.
Se está dando un fenómeno democrático formidable en México
con Andrés Manuel López Obrador, ahora la económica está estancada o tiende a
estancarse. La derecha espera su momento porque las contradicciones de esta
sociedad son enormes.
Entonces no hay nada más importante –no importa el lugar
desde donde desarrolle la actividad- para quién siente la causa de la
humanidad, que ayudar a preservar lo conquistado, sabiendo a la vez que ello no
va a ser posible si no se avanza en un programa de transición que permita a la
humanidad ayudar a la predominancia del modo de producción capitalista a morir
en paz.
sipagola@adinet.com.uy
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