Por Eduardo Andrade Bone:
Los acontecimientos acaecidos el 30 de abril en la ciudad de
Caracas, ante el intento de golpe de estado patrocinado y dirigido desde los Estados
Unidos por los halcones de la Casa Blanca, me hicieron rememorar el denominado
Tancazo del 29 de junio de 1973, cuando se levantó en armas un pequeño grupo de
militares del Ejército, que realizó el primer intento por derrocar el gobierno
encabezado por la figura inmortal del presidente Salvador Allende.
En dicho acto sedicioso fue muerto el camarógrafo argentino
Leonardo Henrichsen, quien incluso filma su propia muerte, en la asonada
fascista hubo 7 muertos y nueve heridos, reporta la prensa de la época.
Finalmente, la sublevación militar fue sofocada por el propio Comandante en
Jefe del Ejército, General Carlos Prats, considerado un militar
constitucionalista.
Guardando las diferencias y la característica política de
cada país, no dejan de haber ciertas similitudes con los acontecimientos
recientes acaecidos en Venezuela. En ese entonces el coronel Souper, a cargo
del Regimiento número 2 de Blindados, afincado en Santiago, solicita la
rendición de la guardia del palacio de gobierno. Una vez que es informado el
presidente Allende de la situación, le manifiesta al subsecretario del
Interior, Daniel Vergara, “la guardia no se rinde”. Una vez controlada la
situación y detenidos los militares putschista, se comienza a conocer a través
de los medios de prensa, que los militares sublevados actuaban en concomitancia
con el grupo terrorista de Patria y Libertad, ligado al sector de extrema
derecha del Partido Nacional, hoy Renovación Nacional (RN), cuyos máximos
dirigentes se asilaron en la embajada de Ecuador.
Todo este acontecimiento de la época (junio 1973) indicaban
que el verdadero Golpe ya se encontraba en marcha, pues el Tancazo fue el
ensayo preliminar para explorar las posibilidades defensivas del gobierno de la
Unidad Popular, y el alineamiento con el golpe de los militares de las diversas
ramas de las fuerzas armadas y en especial del Ejército. En este sentido cabe
hacerse la pregunta, si el intento golpista ocurrido el 30 de abril en Caracas,
fue el entrenamiento del verdadero del golpe, ¿para luego producir la
intervención militar directa o indirecta de los Estados Unidos ?, es una
cuestión que solo el desarrollo de los acontecimientos lo determinara.
Lo cierto es que el Tanquetazo no paso sin dejar secuelas y
partir de ese momento se comenzaron a agudizar los preparativos del verdadero
golpe, que como todos conocemos se produjo finalmente el 11 de septiembre de
1973, que finalizo con el asesinato del presidente Allende y la instalación de
una de las dictaduras más siniestra de América Latina y que conto con el
financiamiento del Departamento de Estado norteamericano, la CIA, el apoyo de
los grandes empresarios y terratenientes chilenos, además del apoyo del Partido
Nacional (RN), la Democracia Cristiana (DC), los cuales formaban parte de la
CODE (Confederación por la democracia) y su brazos armados, las organizaciones
terroristas Rolando Matus y Patria y Libertad.
El Tancazo es ejemplificador en este sentido y como decíamos
en un artículo anterior, Trump y los halcones de la Casa Blanca, aún no han
encontrado un Pinochet para Venezuela, pero eso no significa que no vayan a
agotar esfuerzos para encontrar un grupo de altos oficiales de las Fuerzas
Armadas, que comprados con los dólares de la muerte, estén dispuestos a sumarse
a una nueva intentona golpista. Pues el problema político decisivo es el
control de la fuerza militar, condición última del éxito de los conspiradores,
como ocurrió en Chile en septiembre de 1973.
Trump y las diversas instancias de inteligencia (CIA,
Pentágono, NSA, Usaid+-), han desplegado todos los esfuerzos por erosionar y
romper la cohesión de las fuerzas armadas, independientemente de que hasta
ahora, estas se encuentren alineadas con el gobierno de Nicolas Maduro y la
Constitución Bolivariana. En este sentido no caben posiciones políticas
ortodoxas o dogmáticas, pues los acontecimientos se desarrollan de manera
vertiginosa, a veces inesperadas y que pudieran revertir la actual situación
que vive Venezuela, cuestión que no previeron los dirigentes políticos de la
izquierda chilena de la Unidad Popular, en el momento más crítico del proceso
de cambios que vivía Chile. De allí que no se puede minimizar lo acontecido el
30 de abril en Caracas y hay que digerirlo en su real dimensión, pues está en
juego la continuidad de la revolución bolivariana.
En este sentido, el gobierno de Nicolas Maduro, el PSUV y
las otras fuerzas políticas que apoyan el proceso de cambios que vive
Venezuela, deben ser capaces como resolver los diversos problemas tácticos y
estratégicos planteados ante la realidad de crisis que vive el país,
manteniendo la ofensiva ante la ferocidad imperial y de la contrarrevolución.
La cohesión de las fuerzas progresistas y de la izquierda venezolana, para
defender el proceso de cambios que vive el país, debe responder al unisonó, es
una cuestión de vital importancia de la revolución bolivariana, en donde las
organizaciones sociales, barriales, sindicales, estudiantiles deben jugar un
rol protagónico de primera línea en la defensa de la soberanía y la agresión
imperial. Hay que frenar el avance de las posiciones golpistas larvadas al
interior de la FANB. El pueblo venezolano requiere de una vanguardia política
cohesionada y que se encuentre a la altura de los complejos problemas
económicos, políticos y sociales que vive el país.
A raíz de los de los intentos del golpe fallido en
Venezuela, los neofascistas como Bolton, Pompeo, Feller, Marco Rubio y Trump
han manifestado de forma reiterada “que todas las cartas están sobre la mesa”.
Todo parece indicar que una de sus cartas a utilizar, será crear las
condiciones propicias para desatar una “guerra civil” en el país. Para tales
efectos, utilizará a los militares que han desertado, terrorista preparados por
el Mosad, mercenarios (Academi ex Blackwater) y paramilitares colombianos, que
sería de un costo político menor para los Estados Unidos, pues los disfrazarían
como una sublevación masiva del pueblo venezolano. Lo cierto es que lo del 30
de abril, fue el campanazo de alerta que evidencia el avance de los planes
conspirativos de los Estados Unidos y sus marionetas de Caracas.
La otra carta, a un costo geopolítico mayor para Trump y sus
halcones, sería la intervención militar directa, con el apoyo de al menos 5
países de América Latina en donde hay presencia continua de militares estadounidenses
asentados en bases militares. Y otros tantos, donde hay participación o
inversión de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Honduras, El Salvador,
Colombia, Panamá y Perú. También se menciona algún tipo de participación
militar de Costa Rica y Brasil. Ahora las bases a utilizar sería las que se
encuentran más cercanas a la geografía venezolana, además de la flota del
Comando Sur que tiene Estados Unidos circundando cerca de las costas
venezolanas.
La conspiración de Trump y sus secuaces, ya está desatada,
seguirán cercando gradualmente a Venezuela, continuaran asfixiando la economía
del país caribeño, seguirá implementando sanciones diversas y buscara un golpe
rápido y efectivo igual como hicieran en el Chile de Allende o como la invasión
a Irak y el cuento de las armas de destrucción masiva o en los mismos términos
que pusieron fin al régimen de Gadafi en Libia, pues son los modelos y juego de
cartas a seguir. Ahora EE.UU. busca la coyuntura precisa, creando caos,
confusión y presidido con un montaje mediático (fake new) sin precedentes, que
les permita justificar ante el mundo el baño de sangre.
En este sentido, cabe destacar que la contrarrevolución, no
es tan solo una recuperación de posiciones perdidas, esta persigue asegurar y
controlar por un lado, los recursos naturales más relevantes de Venezuela
(petróleo, oro, coltán, metales raros, etc.) en beneficio de los Estados
Unidos, para luego continuar siendo un país dependiente y subdesarrollado más,
del capitalismo trasnacional, como ocurre hoy en una buena parte de
Latinoamérica.
Estados Unidos y los golpistas del sector reaccionario y
fascista de la derecha venezolana, incluidos los grandes empresarios nacionales
y extranjeros, buscan un cambio profundamente reaccionario de la sociedad
venezolana. Buscan una transformación histórica en todos los planos, que
garantice a la oligarquía y el imperialismo, el control del país a través de un
régimen autoritario y represivo, ante cualquier amenaza que ponga en juego la
estabilidad de sus intereses económicos y depredadores.
El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la derecha
golpista, desde que asumiera la presidencia Chávez han buscado crear el clima
propicio para quebrar la cohesión de las FANB. Son el mismo sector social que
estará en sus casas de barrios exclusivos o en Miami, esperando con mano ajena
reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías, corrupción y sus
privilegios.
Ahora, China y Rusia con respecto a la crisis que vive
Venezuela, han expresado que solo los venezolanos tienen derecho a determinar
el futuro de su país y que los intentos de cualquier intervención externa por
la fuerza en los asuntos internos del país caribeño, alejan la posibilidad real
de una solución política efectiva a la crisis.
En entrevista concedida para la agencia EFE, el golpista
Leopoldo López, que se encuentra en calidad de huésped en la embajada de
España, expresaba que “la intervención militar en Venezuela es una opción que
sigue presente entre la oposición al Gobierno de Nicolás Maduro”. Y al igual
que Trump afirmaba que…” nosotros no descartamos ningún escenario”. Pese a no
descartar una intervención militar internacional insiste que "tiene que
ser un proceso que cuente con la fuerza del pueblo y el apoyo de los
militares". El golpista Leopoldo López, reafirma que la conspiración sigue
en marcha, hasta alcanzar su éxito y a cualquier precio.
Finalmente, elevar la solidaridad internacional con el
pueblo venezolano y el gobierno de Nicolas Maduro, es una cuestión de primer
orden, aquí no caben posiciones de medias tintas y crítica interesadas o
ambiguas, de aquellos que se dicen izquierdistas, pues defender el proceso
revolucionario venezolano es además una cuestión de primer orden. Pues el
golpe, el fantasma de la guerra civil o la intervención militar estadounidense
están latentes y dispuestas a desatar el baño de sangre en el país caribeño.
Comunicador Social.
Analista Político
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