Israel desató bombardeos masivos contra la Franja de Gaza,
destruyendo 500 casas y generando una nueva crisis de pánico entre el pueblo
palestino.
Las ecuaciones siempre parecen cerrar de forma perfecta para
Benjamín Netanyahu. El primer ministro israelí, acusado de corrupción por la
justicia de su país, no vacila en ordenar una catarata de bombardeos sobre la
Franja de Gaza cuando huele que su credibilidad está en juego. Pero Netanyahu
no sólo se mueve por el sencillo instinto de sobrevivir; su formación dentro
del sionismo, una ideología ultraderechista y racista, lo define como un líder
consciente de que uno de sus principales objetivos es reprimir (en lo posible
hasta el exterminio) al pueblo palestino.
En los últimos días, esa ecuación a la que se aferra
Netanyahu se alineó de forma perfecta. Con la campaña electoral para los
comisiós parlamentarios del próximo 9 de abril en Israel, el primer ministro
–asediado por las críticas internas y externas- obtuvo un nuevo trofeo: el
gobierno de Donald Trump reconoció que los Altos del Golán son territorio
israelí. Esa región siria fue arrebatada por el ejército israelí luego de la
Guerra de los Seis Días en 1967. En los últimos años, los Altos del Golán se
convirtieron en una de las retaguardias de muchos grupos irregulares que operan
en territorio sirio, incluido Al Qaeda. Desde esa zona, el Estado israelí
asistió a los mercenarios que luego reingresaba a Siria, inclusive instalando
hospitales de campaña para que fueran atendidos.
El mismo lunes pasado en que Trump tendía otra vez sus manos
para respaldar a Netanyahu, la aviación israelí desataba una lluvia de bombas
sobre la Franja de Gaza, una porción de territorio palestino de apenas 360
kilómetros cuadrados en donde habitan dos millones de personas. Gaza, que moja
sus tierras en el Mar de Mediterráneo, es considera la prisión a cielo abierto
más grande del mundo. Bloqueada económicamente y asediada por las fuerzas
militares israelíes, la Franja sobrevive hace años entre los golpes mortales de
los bombardeos y la indiferencia de la comunidad internacional.
Unas horas antes de los ataques israelíes se había reportado
la caída de un cohete artesanal en el norte de Tel Aviv, que dejó como saldo a
siete personas heridas. La ecuación, como siempre, se resolvió sin
contradicciones para Netanyahu. Los bombardeos que demolieron partes enteras de
Gaza eran la respuesta que buena parte de la sociedad israelí espera de sus
gobernantes. El Movimiento de Resistencia Islámica Hamas (y por ende, Irán, en
una asociación transitiva permanente que defiende el gobierno de Tel Aviv) era
el responsable del cohete lanzado.
Según las cifras reveladas por Centro Palestino de Derechos
Humanos (CPDH), entre el lunes y el martes, en apenas 12 horas, Israel descargó
66 misiles contra 34 objetivos a lo largo de la Franja, incluidos edificios
residenciales e instalaciones civiles. El pretexto de Tel Aviv, apunta el CPDH,
es que en el interior de esos lugares existían “servicios de seguridad”
palestinos.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) informó el martes que
los ataques aéreos contra Gaza causaron daños en 500 casas y otras 30 fueron
totalmente destruidas. El ministro de Obras Públicas y Vivienda palestinas,
Mofeed Al Hasayneh, confirmó que 13 familias palestinas se quedaron sin hogar y
cientos de residentes en Gaza debieron abandonar sus casas. Al Hasanyneh exigió
a la comunidad internacional que ejerza presión sobre Israel para que detenga
sus ataques y que estos hechos, como muchos otros, no queden en la impunidad.
El CPDH alertó que “además de la destrucción causada por los
ataques aéreos contra el blanco al que apuntaban y de los daños causados a las
viviendas e instalaciones cercanas, las explosiones resultantes han causado
pánico y temor entre la población civil, muy particularmente entre las y los
niños, al reproducir las experiencias traumáticas que vivieron en las tres
ofensivas israelíes de 2008-2009, 2012 y 2014”.
“Con esta escalada generalizada, los civiles palestinos de
la Franja de Gaza han vuelto a sufrir ataques aéreos desproporcionados -que se
inscriben en la política de castigo colectivo que les aplica Israel”, remarcó
el CPDH.
Estos nuevos ataques sobre la Franja también son una
respuesta a las Marchas del Retorno, que desde el año pasado se realizan todos
los viernes. Frente a las protestas masivas de palestinos y palestina, Israel
no varió en sus respuestas: francotiradores y soldados hacen puntería sobre
hombre, mujeres y niños que reclaman la tierra que les pertenece y le es
negada. Durante las Marchas del Retorno, Israel asesinó a 196 manifestantes,
entre ellos ocho personas discapacitadas, tres paramédicos que asistían a gente
herida y dos periodistas que cubrían las protestas. A esto se suma que más de
15.200 personas han resultado heridas, incluyendo 3.300 menores, 177
paramédicos y 154 periodistas.
Desde el Centro Al Mezan para los Derechos Humanos
recordaron que las movilizaciones contra la ocupación israelí son “un derecho
de libre expresión y un derecho fundamental que debe respetarse”. Por su parte,
la comisión independiente creada por la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) para investigar el accionar del Ejército y las autoridades israelíes ante
las Marchas del Retorno llegó a la conclusión de que los ataques podrían
constituir “crímenes de guerra o contra la humanidad”.
“La situación en la Franja de Gaza es parte de una longeva
campaña de violencia y terror que está siendo emprendida contra nuestro pueblo
por Israel”, denunció recientemente el embajador de Palestina en la ONU, Riad
Mansur. “El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debe hacer escuchar su voz
y actuar para impedir la continuación de la violencia y el escalda de esta
grave situación”, manifestó el diplomático.
Mientras la destrucción se aferra a Gaza de la mano de
Netanyahu y la guardia de hierro que lo secunda, los palestinos y las
palestinas se preparan para redoblar las protestas el próximo viernes. En la
Franja, un territorio donde la muerte vuelva con el mismo sonido que los cazas
israelíes, nadie está dispuesto a bajar los brazos.
leandroalbani@gmail.com
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