Por Sergio Ortiz:
Con argumentos xenófobos y falsos sobre Narcotráfico
Trump mantiene cerrados varios ministerios de su gobierno,
por falta de presupuesto, chantajeando con que no firmará el presupuesto si no
le dan plata para el muro xenófobo.
Donald Trump hizo campaña en 2016 con su proyecto de muro
con México. Sería una panacea para que Estados Unidos se libraran de oleadas de
delincuentes centroamericanos. Y también una barrera eficaz para impedir el
ingreso de droga al mercado estadounidense.
Lamentablemente una buena parte del electorado apoyó esa
proposición, incluso quienes en su árbol genealógico tienen raíces migrantes,
marca que el magnate oculta. Descender de extranjeros, si son blancos o
europeos, no es problema; sí lo es venir de México, Guatemala, Honduras o El
Salvador (misma situación en Argentina, si sos Franco Macri y venís de Italia,
o sos Joe Lewis, nacido en el Reino Unido, todo bien; si procedes de Bolivia,
Perú o Paraguay, sos un posible delincuente hasta que demuestres lo contrario).
A Trump no le fue fácil llevar a la práctica su proyecto.
Muchos emparentaron su muro con el levantado por el racista Israel en
Cisjordania, discriminador de los palestinos y apropiador de sus tierras. Sólo
logró que el Congreso le habilitara 20 millones de dólares para fabricar
prototipos. Pero la plata grande, nunca la votaron por disconformidad de la
oposición demócrata y por la crítica de entidades humanitarias de EE UU y de
otros gobiernos. El de México, a cargo de Enrique Peña Nieto y su canciller
Luis Videgaray, lo rechazaron, pese a su conocido vasallaje.
Para colmo de la provocación, el magnate aseguraba que haría
construir el muro y la factura de miles de millones de dólares la haría pagar a
México. No logró el aval de Peña Nieto y menos lo tendrá de Andrés Manuel López
Obrador, que por ahora se mantiene en la senda de la centroizquierda y ya
desafió el plan intervencionista de Trump para Venezuela.
La plata
Además del contenido explícito discriminatorio del “muro del
apartheid”, también hay una cuestión de dinero. ¿Cuánto cuesta esa obra? Mucha
plata. La administración republicana ha dado cantidades diferentes, lo que
sugiere improvisación y posibles negociados.
La frontera con México en total tiene 2000 millas, unos
3.200 kilómetros. Al principio la propuesta trumpista, ultra como en tantos
rubros, planteaba sellar todo ese recorrido. Ante las críticas fue recortando,
pero los presupuestos siguieron siendo multimillonarios.
Allí se fueron construyendo muros, en particular desde 1990
y hay un 30 por ciento amurallado, 1.050 kilómetros. Como además hay zonas muy
poco franqueables, por donde corre el río Bravo, el magnate achicó su propuesta
a un muro de “sólo” entre 700 y 900 millas (1200-1400 kilómetros).
Los costos fueron variando. En 2016 el candidato en campaña
aseguró que costaría 8.000 millones de dólares. El Departamento de Seguridad
Nacional dijo al año siguiente que la obra demandaría 21.600 millones. Los
líderes republicanos Paul Ryan y Mitch McConnell estimaron en 2018 unos 15.000
millones. La empresa Bernstein Research fijó entre 15.000 y 25.000 millones.
Las dificultades del presidente se agravaron en noviembre
pasado, con las elecciones legislativas de medio término, porque allí los
demócratas le arrebataron la mayoría de la Cámara de Representantes, clave a la
hora de elaborar el presupuesto anual.
Debe ser por eso que el demandante de fondos rebajó sus
solicitudes y su último pedido al Congreso fue de 5.700 millones de dólares.
Tampoco se los dieron los demócratas, quizás no por humanitarios sino para
desgastar al presidente y cortarle las alas de su reelección en 2020.
Pagan otros
El diferendo entre el presidente y la mayoría de la Cámara
de Representantes ha provocado que diversos ministerios y secretarías del
gobierno se quedaran sin presupuesto desde la medianoche del 21 de diciembre.
Ha pasado más de un mes y eso afecta la labor de esas carteras y a muchos
ciudadanos, comenzando por 600.000 empleados estatales que tienen problemas
para trabajar y cobrar sus haberes.
Trump se mantiene en la suya: no firmará la ley de
presupuesto si no le incluyen 5.700 millones de dólares para el muro. Y acusa a
los demócratas de causar el problema, de que así favorecen la delincuencia y el
narcotráfico, y afectan la seguridad de EE UU.
Como suele ocurrir, las consecuencias del diferendo las
pagan los ciudadanos.
No es que Trump y los demócratas sean dos demonios. Demonio
hay uno solo, platinado, multimillonario y neonazi. Es el mismo que, junto a su
fiscal general Jeff Sessions, entre abril y junio del año pasado criminalizó a
los inmigrantes ilegales ingresados. Los hizo detener y separó a sus niños.
Según estadísticas del gobierno, 2.300 menores fueron separados de sus padres y
puestos en establecimientos penales. El escándalo internacional hizo que en
junio se retrocediera en aquella barbaridad, pero el remedio no fue muy
distinto de la enfermedad: ahora los niños quedan detenidos junto con sus
padres…
Demonizar a los inmigrantes es característica de los
gobiernos fascistoides de EE UU, Italia, Hungría y otros, que como epidemia se
ha contagiado a los gobiernos de Mauricio Macri, Jair Bolsonaro, Iván Duque,
etc.
El muro de Trump es xenófobo y supone un gasto excesivo,
encubridor de negocios de sus amigos empresarios. Pero también es inútil para
uno de los fines alegados, de combatir el narcotráfico. La droga que entra a EE
UU no pasa a través de inmigrantes pobres a lo largo de la extensa frontera,
sino en muchos casos por los puntos legales de dicha frontera, en autos,
camiones y hasta trenes. Así se documentó en el juicio que se realiza al Chapo
Guzmán, capo del Cartel de Sinaloa, ante el Tribunal Federal de Distrito de
Brooklyn.
ortizserg@gmail.com
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