Cuando entre compañeros hablamos del movimiento feminista,
siempre acoto que curiosamente soy feminista en gran parte gracias a mi padre,
Néstor Francia. La Revolución para mi siempre fue feminista, y es con esa
certeza que respondo a su artículo, que dentro de toda su deconstrucción y
espíritu revolucionario, comete el mismo error que el hetero patriarcado con
sus argumentos: concebir al aborto como un tema sujeto al debate social y no
como un procedimiento médico y derecho, propio de los cuerpos gestantes. Quiero
aclarar que el orden de mis argumentos responde únicamente al orden expositivo
del artículo mencionado.
Las mujeres como “Las principales víctimas de todos los
males que acarrean las prácticas de aborto ilegal”.
Afirmar la posibilidad de que un cuerpo no gestante está
siendo afectado por un aborto ilegal, es afirmar, entre otras cosas, que este
tiene derechos sobre un feto y sobre un cuerpo gestante, es darle entidad
externa a algo que no es externo al cuerpo hasta el momento del nacimiento.
Esta es la base del argumento principal de los movimientos anti-derechos: el
feto es vida y la mujer no puede decidir sobre eso por su cuenta. La niñez que
resultan huérfanos por la muerte de sus madres en abortos ilegales, son
víctimas del Estado, y son parte de una realidad que abarca a todas la niñez en
esa condición, no únicamente a les que han perdido sus madres por abortos
ilegales, y que en su gran mayoría han sido abandonados por sus padres.
Las consecuencias sociales, legales y físicas de los abortos
ilegales son experimentadas únicamente por los cuerpos gestantes, todo lo demás
es directamente responsabilidad de un Estado ausente. Está de más decir que los
hombres no tienen derecho alguno sobre el feto hasta que nace, afirmar lo
contrario es estar de acuerdo con el principio católico de que la vida empieza
en la concepción y no en el nacimiento. El mito del aborto quirúrgico. Es muy
común escuchar entre quienes defienden o combaten el derecho al aborto, y no
han pasado por la deconstrucción necesaria, discutir el tema en base a
cuestiones presupuestarias de salud pública con el argumento, por parte de
algunos, de que no debería ser gratuito porque es adosarle al Estado un gasto
más.
Esto es consecuencia de la falta de información al respecto.
La mayoría de los abortos en los países donde es legal, seguro y gratuito, se
hacen farmacológicamente. Son menos los abortos quirúrgicos, que además son
efectivos sólo a partir de la 6 semana de gestación. En la generalidad de los casos,
se realizan con tomas de pastillas (mifepristona o misoprostol) hasta la semana
12 cumplida y en casa. El aborto quirúrgico es realmente la última de las
opciones y los cuerpos gestantes que no quieren gestar, suelen abortar antes de
este período. De igual forma, el gasto Estatal por complicaciones en abortos
clandestinos es mayor al que se derivaría de la legalización y gratuidad de
dicho procedimiento. El aborto ilegal, “primero que nada”, como un problema de
salud pública. Acá es donde, como dice Malena Pichot, me duele en el feminismo
el argumento. El derecho al aborto es, primero que nada, un tema de derecho
sexual y reproductivo de la mujer. Se ha convertido en un problema de salud
pública por responsabilidad, o mejor dicho, irresponsabilidad por parte del
Estado al no legalizarlo, pero el fondo del debate es nuestro derecho como
seres sexuales con capacidades reproductivas a decidir sobre nuestros cuerpos.
Durante la sesión del Senado en Argentina, se habló
muchísimo acerca de presupuestos, constitucionalidad, derechos del feto,
derechos de los hombres, la Iglesia y el Estado, poco se dijo acerca del
derecho de la mujer como ser sexual a disfrutar de ello sin riesgos y sin la
obligación de gestar. Obviar esto o no ponerlo en el centro del debate, es
seguir negándonos a las mujeres independencia sobre nuestras decisiones
sexuales, que han estado siempre normadas y restringidas por el
heteropatriarcado. Las mujeres se embarazan por putas y ahora quieren abortar
por sin vergüenzas. Este punto me ha tocado discutirlo en muchas oportunidades,
sobre todo cuando muchos hombres que queriendo ser solidarios con la causa
feminista incurren en el mismo modelo heteropatriarcal, convencidos de que sus
opiniones son válidas en la materia. Yo soy profunda defensora del principio de
que los cuerpos no gestantes, no deben seguir opinando acerca del útero como si
las decisiones con relación a él deben ser debatidas entre todas.
BASTA DE DEBATIR ACERCA DE QUE HACEMOS O NO LAS MUJERES CON
NUESTROS CUERPOS.
Lo que ocurre en nuestro cuerpo es problema nuestro, no está
sujeto a debate social, y abordarlo primordialmente desde esa perspectiva es
seguir dejando de lado el problema de que las sociedades heteropatriarcales
creen tener derechos sobre los cuerpos y vidas sexuales de les otros.
Ahora, profundicemos un poco en esto de que la opinión del
cuerpo gestante es la que hay que validar en estos debates, desde la
responsabilidad de la anticoncepción. La Anticoncepción como responsabilidad
exclusiva de los cuerpos gestantes. La responsabilidad de la anticoncepción es
algo que siempre ha recaído exclusivamente en los cuerpos gestantes. Si bien el
procedimiento de la vasectomía es seguro, legal y gratuito, además de la
existencia y disponibilidad de pastillas anticonceptivas para hombres, la
anticoncepción siempre fue responsabilidad nuestra. Desde que empezamos a tener
una vida sexual activa e incluso antes, las mujeres estamos obligadas a cargas
hormonales que en muchos casos resultan físicamente inaguantables, para prevenir
el embarazo. Desde las pastillas anticonceptivas hasta los DIU o la ligadura de
trompas, los métodos que se difunden y se utilizan son los diseñados para el
cuerpo gestante, no para los cuerpos que fecundan.
Es una realidad, y esto es algo que cualquier mujer puede
confirmar, que la mayoría de los hombres no sólo desconoce los métodos de
anticoncepción masculina, sino que aun conociéndolos, no los usa y en
muchísimos casos es la mujer quien tiene que demandar el uso del condón. Ahora,
si de acuerdo a la sociedad heteropatriarcal, la responsabilidad de la
anticoncepción es de los cuerpos gestantes, ¿cómo es que la decisión acerca de
la gestación recae en el colectivo? Es decir, es mi responsabilidad individual
como cuerpo gestante cuidarme y cargarme hormonalmente para no quedar
embarazada, pero si algo falla, no es mi derecho decidir si quiero o no gestar
y parir, esto aparentemente es una decisión colectiva, y si decido parir, criar
a ese ser humane pasa de nuevo a ser mi responsabilidad individual, ya que
tampoco es obligación del padre asumir la responsabilidad que tiene sobre les
hijes que abandona.
Los anticonceptivos fallan. En una parte de su artículo, mi
padre hace referencia a la realidad de muchas mujeres que no toman
anticonceptivos o se valen de métodos como el “ritmo” para prevenir embarazos,
como ejemplo de población afectada por la ilegalidad del aborto. Incluso si
hacemos todo como nos lo demanda el heteropatriarcado, los anticonceptivos
tienen un margen de error mayor al que se conoce. De hecho, no sólo
antibióticos como la Rifampicina y Rifabutina cortan el efecto de las pastillas
anticonceptivas, sino que incluso la diarrea (sí, algo tan común como eso),
disminuye la absorción hormonal y reduce la efectividad de las mismas. Ante
esta realidad, siempre se nos aconseja usar condones cuando estamos en
tratamientos con antibióticos o tenemos cuadros de infección gastrointestinal,
obviando que el condón es un dispositivo para el hombre, cuyo uso responsable
es también algo que tenemos que monitorear nosotras. El anticonceptivo
masculino no deja de ser efectivo con el uso de antibióticos o cuadros
diarreicos. Las 3 luchas: feminismo, aborto y un Estado Laico.
La lucha por el derecho al aborto es una lucha que va mucho
más allá del aborto.
En Argentina, el movimiento por el aborto ha crecido
significativamente y se ha hecho cada día más visible, gracias al crecimiento
del movimiento feminista, que no sólo lucha por esto, sino por la caída de un
sistema heteropatriarcal que le da derecho de opinión a todas sobre el cuerpo
de las mujeres, desencadenado en violaciones, ofensas, femicidios, condena
social y tortura. Separarlos es desconocer el trabajo incansable de miles de
compañeras que durante el último año han salido a las calles a dar talleres,
conferencias y debates acerca del aborto como derecho y lucha feminista por el
respeto a las decisiones sobre nuestros cuerpos.
El feminismo es un movimiento que lucha por el
reconocimiento de los derechos de la mujer en todos los ámbitos, desde los colectivos
a los íntimos, y el derecho a una vida sexual libre, es un derecho que se nos
sigue negando a las mujeres. Estamos constantemente castigadas socialmente por
ejercer nuestros derechos sexuales, con acciones de violencia que van desde el
calificarnos como putas, hasta obligarnos a ser madres como castigo. Nosotras,
al exigirle a los hombres que dejen de opinar sobre lo que sucede con nuestros
cuerpos, no nos paramos desde un lugar “anti-hombres”, nos paramos desde
nuestro lugar “pro-mujer”.
Desde este lugar es que exigimos también un Estado Laico en
el que no se legisle de acuerdo a creencias, sino de acuerdo a hechos; una
deconstrucción necesaria de la sociedad heteropatriarcal de la que todas hemos
sido parte; y un reconocimiento de esta lucha como un tema fundamental dentro
de las conquistas pendientes de los movimientos progresistas. Es hora de
cambiar los patrones de debate con relación a los temas de género-diversidad y
feminismo, dejar de someterlos a la dicotomía del estar o no de acuerdo, y empezar
a reconocerlos como temas de derechos humanos que no están siendo reconocidos
como tales.
Nosotras no luchamos por el aborto legal, seguro y gratuito
porque sea una problemática social, únicamente, nosotras luchamos por ello
porque es nuestro derecho decidir sobre lo que le sucede o no a nuestros
cuerpos, porque son nuestros, no son una propiedad social de la especie humana.
afrancia1@hotmail.com
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