Por: Francisco Cedeño Lugo:
I)
¡Las señales y las alarmas de la política que
exige la vigencia de una economía desbordada de libre mercado están por todas
partes!
Primera caída. La salida, con base de un programa de ajuste
económico, de la hiperinflación, la guerra económica y del ataque de amplio
espectro contra el pueblo venezolano, es urgente y necesaria, si las fuerzas
chavistas aceptamos, que la única opción es retornar al realismo del libre
mercado.
II)
Los cruzados, dizque chavistas, de la economía
de libre mercado, se movilizan con base de un bloque de supuestos:
La tasa actual de cambio “está por debajo de las
expectativas del mercado”, a un precio fijado, por el Estado venezolano, al
margen de “la oferta y demanda de divisas”, sin tomar en cuenta que “el precio
del dólar se fija en el mercado”.
La política de control de cambio, implica la quema o uso
errático (por el Estado) de “cuantiosas reservas internacionales”, la no
inversión del capital transnacional y severos daños al aparato productivo
nacional.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro debe asumir la
dramática realidad que se deriva del control de cambios; del control de
precios; del desbocado déficit fiscal financiado por dinero inorgánico; y de
una desmesurada liquidez monetaria: y sus políticas económicas deben subordinarse
a esa realidad, que obliga al chavismo “a hacer concesiones con relación de
cosas que nosotros habíamos dejado atrás”.
La única respuesta posible, ante “una situación precaria,
muy mala, ya que no hemos hecho lo correcto para derrotar la inflación”, es la
paridad cambiaria fijada por el mercado libre de divisas y una política de
ajuste económico.
Segunda caída. A contrapelo del “Nuevo Camino” de la
Revolución Bolivariana, los proponentes de la salida de libre mercado, avanzan
sin disimulos ni eufemismos; entrampados por el axioma “razonad, pero obedece”
a la lógica del capital, solapan el conflicto (político-económico, social y
militar) instalado en la sociedad venezolana.
Tercera caída. Si la salida es el ajuste económico, la
cuestión ya no es la protección al pueblo, sino mitigar los “traumas” que
resultan de una política regresiva. En este sentido, los facilitadores del
mercado “lo más libre posible”, significan
una evidencia discursiva y práctica de la izquierda que ya no está a la
izquierda, que ya no confía en sí misma ni en el pueblo venezolano.
III)
Los propulsores del libre cambio de divisas
afirman, claramente, que, suspendido el control de cambio, la paridad puede
establecerse al precio del dólar paralelo (¿A cuánto? ¿A cien millones de
bolívares como está programado por las manos visibles de la hiperinflación
inducida? Y agregan que si la paridad cambiaria se estabilizase a ese precio
(¿A cuánto?), “el mercado negará que el dólar negro estaba siendo establecido
arbitrariamente.”. Esto es que “dólar today” y demás portales de la paridad
tóxica serían exculpados.
Cuarta caída. Admitir la guerra económica como un mero
ejercicio retórico, en un debate que exige de una sólida ética de la
responsabilidad, no es más que una apuesta, por la calle del medio, para
restaurar (totalmente) las relaciones socio- económicas y de poder, que el
chavismo debiese erradicar.
IV)
Los emergentes cruzados del libre mercado,
atribuyen la política vigente de control de cambio a los tiempos de cuando
“había tantas divisas”, y dado los resultados que imputan a tal medida, no hay
de otra que liberar el mercado de divisas y unificar la tasa de cambio.
Entonces, es indispensable una campaña de inyecciones de realidad:
No es un secreto, que el Comandante Chávez establece el
control de cambio, en el momento político del paro petrolero, para combatir la
fuga de divisas y la desestabilización económica.
Desde 1970 al 2014, “El sector privado en Venezuela ha
generado aproximadamente el 10% de las divisas, 138.669 millones de dólares, de
un total de 1.185.699 millones. En el mismo periodo, el sector privado importa
el 71% (559. 597 millones de dólares) del total de los bienes y servicios.”
Desde la nacionalización del petróleo, el Estado asigna al
sector privado 695.026 millones de dólares a tasa preferencial, “lo que
equivale, en promedio, entre 1970 y 2014, al 61% del total de los ingresos
provenientes por venta de petróleo…. Entre 1970 y 1998, el Estado le otorgó a
la burguesía, 113% de los ingresos petroleros. Hubo años en los que la empresa
privada recibió más divisas de las que ingresaron por exportación de petróleo.
Lo que, a su vez, requirió el endeudamiento del Estado…Después de 1999 el
Estado entregó a la burguesía el 41% de los ingresos petroleros…” (1)
Los realistas de libre mercado debiesen atenerse a las
cifras y con un mínimo de sentido común debiesen preguntarse por el resultado
de “tantas divisas” entregadas al sector privado. Refresquemos este punto de
vieja data, Jeffrey Sachs, promotor de
paquetazos neoliberales, a escala mundial y
responsable de la reconversión capitalista del Bloque Socialista, en
tanto redactor de las líneas gruesas del paquetazo de Carlos Andrés Pérez,
plantea ante la Academia Nacional de Ciencias Económicas, que dada las nuevas
reglas económicas, el Banco Central de Venezuela, debe obligar a que los
empresarios reingresen, por lo menos, “5.000 millones de los miles de millones
de dólares” que tienen fuera del país.
Quinta caída. ¿Por qué los cruzados de libre mercado, omiten
el análisis de la persistente escasa “vocación productiva” del capital privado
venezolano?
V)
El supuesto de que “el control de cambio impide
la entrada e inversión de capitales” requiere de tres dosis más de realidad, y
así evidenciar determinadas pasiones excesivas y un riesgoso optimismo
desadaptivo:
1. Las condiciones (políticas, jurídicas y sociales)
exigidas por el capital transnacional, para invertir en cualquier lugar del
mundo, nada tiene con la frase de ocasión, “no son pocas las empresas que harán
negocios, siempre y cuando se garantice su rentabilidad en dólares”: no se
puede ignorar que las reglas del capital transnacional vulneran la legitimidad
de todo Estado nación. Y menos aún, se puede olvidar el preciso significado de
la batalla, de Chávez contra el ALCA y por el Arco Minero y la Faja
Petrolífera.
La demostración, sin polvo y paja, de la capacidad y
potencialidad productiva de los pequeños ganancieros, nada tiene que ver con la
frase de ocasión “los empresarios privados venezolanos esperan la oportunidad
de la economía de libre mercado, para invertir”. Los realistas de libre mercado
deben presentar hechos y/o acuerdos reales (si los hay). Hace mucho tiempo, que
este asunto no es más declarativo, su margen de credibilidad está en su límite
cero, y también el límite de tolerancia, respecto de reducir tal cuestión a
meras palabras, es de cero
Para Chávez, el asunto no es que tiene demasiadas divisas,
sino la conciencia (condición imprescindible del chavismo) acerca del peligro y
las consecuencias relacionadas con el intervencionismo imperialista;
confrontado con esa realidad, el Comandante asume su desacuerdo con la economía
del libre mercado y el poder imperial: sugerimos releer el Libro Rojo,
suficientemente permeado de anticapitalismo y el antiimperialismo
Sexta caída. Hugo Chávez no es un cualquier economicista,
cuya política tiene las consecuencias imputadas por los “cruzados” de libre
mercado.
VI)
Después de todo, resulta que la hiperinflación,
que la paridad cambiaria tóxica, y que la guerra económica estallase y se
desarrollase, es responsabilidad de las fuerzas chavistas, “por no haber hecho
lo correcto”. Ante tan infortunada expiación, le agradezco al camarada Orlando
Villalobos la frase de Fernando Pessoa: “Nos extraviamos a tal punto que
debemos estar por el buen camino”.
Séptima caída. Endosar al chavismo, un desventurado “mea
culpa”, no guarda relación alguna con el análisis crítico y radical de nuestros
desaciertos y omisiones.
VII)
Como las desgracias no vienen solas, el
susodicho mea culpa es reforzado con otra impresentable consideración: la
eficiencia de la política chavista se mide en términos de lo que “hagamos
nosotros” y no con base de “lo que hagan los otros”, y lo que hemos hecho en
materia económica es una realidad que “no se puede evadir”
Octava caída. Afirmar, sostener, en el contexto de una
guerra de amplio espectro sobredimensionada por una efectiva guerra económica,
que las fuerzas chavistas zanjan el conflicto político, en términos de sus
propias fuerzas, además de banalizar el análisis de la correlación de fuerzas
activa en todo conflicto político, tal simpleza niega lo que hemos logrado y
podemos lograr como pueblo, incluye la escala mundo.
VIII)
Un programa de economía de libre mercado,
siempre y en todo caso, es un eco de la ortodoxia monetarista: reducir el
déficit fiscal; eliminar el control de precios (ni precios justos ni precios
acordados, esto es, el presidente de FEDEAGRO pa’lante “En una situación
hiperinflacionaria no puede haber precios acordados”, declaración del
08/07/2018); restringir la liquidez monetaria; “restricción brutal de las
importaciones”; y tasas bajas de inflación.
Dado el conflicto político, económico y social (previsible y
seguro, que incluye lo militar), si se aplica (oficialmente) tal programa, sus
proponentes admiten que “Cualquier decisión que se tome implica un nivel de
trauma, y no va tener un resultado óptimo”. De esta manera, hace
aproximadamente tres años, Felipe Pérez, el modosito economista que ya había
optado por la política de “Salir de Maduro”, es más gráfico y brutal:
“ampútese, córtese la pierna mala de la economía y claro que va a doler”. La
alusión es obvia: toda política de ajuste económico pasa por un conflicto de
alta monta y envergadura: ¿Se ha reflexionado suficientemente en torno de tal
situación? ¿Se ha meditado acerca del alcance de un programa económico que
contradice (absolutamente) la política de paz del presidente Nicolás Maduro?
Novena caída. El aplique del retorno a la economía de libre
mercado desobedece el mandato del pueblo, manda “pal carajo” al pueblo que vota
por la Asamblea Nacional Constituyente y está comprometido con el presidente Nicolás Maduro. Tal salida (con y
sin sutilezas), es inaceptable para el pueblo venezolano; para la mayoría de
las fuerzas chavistas; y para el presidente Nicolás Maduro, él ha subrayado de mil formas “que no se trata
de maquillar el capitalismo”.
Décima caída”. Es de suyo que, para los emergentes cruzados,
el asunto, de ningún modo, es la revolución.
IX)
El inciso de la undécima y de la duodécima
caída, por ahora no pueden escribirse: convencidos estamos de que “la esperanza
auténtica debe estar basada en razones… Por su parte, el pesimista recela… no
porque le privarían de oportunidades para alegrarse, sino porque piensa que
casi con seguridad está condenado al fracaso” (3). Ya veremos quien le cuenta
las pintas al tigre.
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