Por Jorge Aniceto Molinari:
Si acordamos que sin programa revolucionario no hay acción
revolucionaria, y que son necesarios cambios para que la sociedad salga de la
crisis actual, es indudable que la primera tarea es analizar de la manera más
completa posible la realidad y concluir en
que programa necesitamos. Salvado el torpe dilema de que un programa que se
proponga estatizar a la sociedad es revolucionario y por el contrario quién no
lo haga es reformista o conformista con el sistema vigente, pasemos a analizar
que el hoy para superar una crisis irreversible en la predominancia del
capitalismo, sin encarar medidas económicas universales no es posible.-
Aún cuando puedan existir circunstancias coyunturales de
agudeza en los conflictos en los cuales tampoco están descartadas las estatizaciones
o la constitución de cooperativas dentro del ordenamiento capitalista de cada
Estado y con un objetivo claro de cara a la gente: mantener el funcionamiento
del aparato productivo y no causar aún mayores perjuicios.
Ahora analizar todo el funcionamiento del aparato
productivo, nos lleva a comprender la supeditación del mismo a lo que en el
capitalismo se llama el mercado mundial. Podemos hablar de la reforma agraria,
de la distribución de la tierra, de las distintas matrices productivas posibles,
pero la voluntad de establecer parámetros propios en cualquiera de estos
términos desvinculados del mundo, es actualmente más que una utopía, supone una
quimera irrealizable.
Carlos Marx y Federico Engels, fueron sin duda –y aún hoy no
han sido superados- los que siempre culminaban sus análisis sobre el desarrollo
del capitalismo con puntos programáticos para que la clase obrera, los
trabajadores, hicieran centro con sus objetivos de mejoras en su situación. La
historia de la humanidad está llena de hechos en que las conquistas que
beneficiaron a millones de trabajadores, (mientras, aunque parezca
contradictorio, que no lo es, pues en ello radica el crecimiento natural del
sistema) a la vez dieron una mayor base
de sustentación al propio capitalismo en el cumplimiento de su ciclo histórico.
El voto, las 8 horas, los derechos de la mujer, etc. etc. etc., en suma la
conquista de la democracia en cada uno de los Estados.
Lenin ya en otra etapa del desarrollo capitalista agregó
partiendo de esos análisis nuevos elementos, particularmente en lo que tiene
que ver con el pasaje del gobierno del modo de producción, (el llamado mando
gerencial de las empresas) de los Estados a los conglomerados empresariales
multinacionales, transformación que ha ido sufriendo en su desarrollo
ascendente el capitalismo.
Recordemos que el basamento ideológico de este proceso tuvo
su culminación a la salida de la segunda guerra mundial en Mont Pelerin
(Friedrich Hayek y Milton Friedman, entre otros, como el uruguayo Ramón Díaz),
con el nacimiento del neo-liberalismo, dando una vez más razón a los maestros
en que los cambios en la economía son los que determinan los cambios
ideológicos en la organización social, todo lo que vino después es historia
conocida.
Avance planetario que hace al retroceso de las conquistas
democráticas a nivel de los Estados, y a la vez impone la dictadura de las
condiciones globales de la economía que en su primer etapa significó un
adelanto impresionante en el marco de la tecnología y ahora en la agudización de
la crisis, situaciones trágicas que están superando a las peores vividas en la
historia humana.
Recordemos que una de las premisas era y es, que ningún modo
de producción abandona el escenario de la historia humana sin agotar todas su
posibilidades pero a la vez viviendo también una ley que hace que los modos de
producción como los seres humanos nazcan, se desarrollen y mueran, aún cuando
su dinámica no es la misma que acompaña a estos, los seres vivos.
Por lo tanto no puede ser igual el programa “marxista”, en
tiempos del Manifiesto, en tiempos de Lenin, o en los tiempos actuales, donde
el modo de producción predominante ha llegado a los límites del planeta.
Tal vez el problema más grave desde el punto de vista
ideológico, es que esto en la generalidad de las inteligencias partidarias no
se encara así y por el contrario se entra en la variante ideológica propia al
capitalismo de la confrontación de “modelos”, algo así como la competencia de
ideologías trasladada a la competencia de “modelos”. De ello sectores
conservadores deducen la siguiente afirmación: el modelo capitalista: EE.UU.,
ha sido superior al modelo comunista: Unión Soviética; el capitalismo ha
vencido al comunismo. Claro ahora en tiempos del Estado amurallado de Trump y
de China bajo la dirección de su Partido Comunista liderando el capitalismo,
los naipes están entreverados.
Álvaro García Linera –Vicepresidente de Bolivia- analiza que
vivimos tiempos de gran confusión donde el principal enemigo del libre comercio
es el jefe del “Imperialismo” Yanqui, Donald Trump, y que a su vez quién
comanda el libre comercio en el mundo es China, gobernada por un poderoso
Partido Comunista.- Es cierto la inserción en el mundo de países como Bolivia
parecería ser a primera vista que son beneficiados por una actitud comercial
que hoy proviene de China.- Sin embargo no deja de advertir que estas
incertidumbres son graves para el mundo todo.
Es aquí donde surge el principal problema que hoy no se
encara política e ideológicamente por los Partidos que quieran establecer
lineamientos programáticos, no existe una caracterización de la etapa actual, y
sin ello es absolutamente imposible establecer bases programáticas con solidez.
Lo que hacen todos los partidos es establecer en una
perspectiva de tiempo sumamente acotada,
aspiraciones programáticas, que no van más allá de eso, dejando para los
saludos a la bandera todo el bagaje de estatizaciones que adornaron los
programa stalinistas y no solo stalinistas, luego de la derrota Lenin en 1924.
No decimos que no sea importante esto para la democracia, si decimos que es
completamente insuficiente.
Frente a ello y en polémica, que asumimos, decimos que hoy
ningún programa es válido desde el punto de vista de las enseñanzas del
marxismo que no contemple una posición con respecto al tema de la moneda y al
de los impuestos. Por supuesto que cada quién puede hacer el programa que le
plazca y lucirlo en las ceremonias que correspondan para defender su “pureza”.
¿Qué está asumido hoy con el valor de un catecismo en la
izquierda?: que la revolución debe expropiar a los expropiadores, y entonces
toda base programática en lugar de abordar el desarrollo de la economía aborda
los problemas del derecho de propiedad dentro de la legalidad “burguesa”.
Lo que no se entiende desde nuestro modesto punto de vista,
es que un solo punto de diferencia en la bolsa de valores de los principales
centros del capitalismo mundial hace, que se modifique la propiedad en un monto
mayor al que se produjo con la revolución rusa. O que las emisiones monetarias
billonarias, sin ningún respaldo del dólar y el euro, en distintas
circunstancias, hacen en definitiva del derecho de propiedad algo que hoy el
capitalismo maneja agitadamente en medio de la crisis y de la amenaza constante
y trágica de extender la guerra, como único desahogo posible en su manejo de la
economía.
Para que este modo de producción que hoy predomina en el
planeta pueda morir en paz, la humanidad necesita de la voluntad política que
le imponga medidas de transición, que hasta ahora documentadamente nadie nos
convence que no sean las que proponemos.
El derecho de propiedad hay que entender no lo cuestiona una
revolución que pretenda sobre la base de la propiedad estatizada competir con
el capitalismo, lo cuestiona el desarrollo tecnológico de la humanidad, que
hace que si esta dispusiera socialmente de los medios necesarios podría hoy
poner en marcha planes, para terminar con la violencia, con la guerra, con las
cárceles, con la falta de trabajo, organizando con la mayor eficiencia el
trabajo, la educación necesaria, y la salud de todos los seres humanos, y que
hoy no se hace porque al capitalismo ya no le son rentables.
Es esto una utopía, no, utopía es lo otro, cuando se cree
que un sistema a imagen y semejanza al que se quiere superar, como lo es el
capitalismo de Estado puede ser la solución.-
¿Ahora, cual es el principal problema?: Que hoy tenemos en
las formas, luchas Estado por Estado, y sin abandonar lo conquistado para la
gente –que hoy resulta muy difícil mantener, aún con triunfos electorales-,
debemos ampliar para defender a la propia gente, el frente de lucha ideológica
a la humanidad toda.
Cuando el entonces Presidente Mujica, abordó de esta forma
su análisis en la ONU (setiembre 2013), creímos ver que se retomaba el camino
correcto, por eso dijimos que era un discurso comunista en la línea de Marx,
Engels y Lenin, sin embargo luego volvió el silencio como que lo dicho era solo
para la solemnidad del momento. Además comunistas, con excepciones que me
constan, no se sintieron tocados por el discurso, lo que expresa una pérdida
notoria de sensibilidad.
De todos modos que quede claro, es el momento de
reivindicar, la moneda única y universal, la eliminación en su mayoría de los
sistema impositivos actuales, por el impuesto al movimiento del dinero, dando
muerte a los paraísos fiscales en tanto para que una transacción sea válida
necesita del registro en la forma que la sociedad determine. Establecer el
gobierno de esos fondos a través de instrumentos universales, cuyo objetivo
sean las necesidades de la gente, en salud, en educación, en trabajo, en
vivienda, en su atención social, en el desarrollo cultural de cada una de sus
nacionalidades para ampliar el desarrollo cultural de toda la humanidad.
No es el fin del capitalismo que seguramente como modo de
producción y como ha ocurrido con los modos de producción anteriores irá
dejando culturalmente su influencia al perder su predominancia en el transcurso
de los años, tal vez siglos.- Si de la gestación de una sociedad superior que
podrá abordar sanamente todos los males que hoy el capitalismo muestra en la
crisis irreversible de su predominancia. Si de la muerte de los paraísos
fiscales y de la acumulación de capitales sin un fin social.
Escritas estas líneas nos llega la noticia del triunfo de
Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales de México. Sin
duda que es una buena noticia para las causas populares, pero a la vez sentimos
como más imperiosa la necesidad del programa que tratamos de identificar en
esta nota.
Las causas populares convocan multitudes en todo el mundo,
como ahora en las elecciones mejicanas, sus dificultades vienen acompañadas de
las oscilaciones de los “capitalistas nacionales” que han sido prácticamente en
todos los casos los que han ido inclinando la balanza hacia un lado o hacia el
otro. Primero apoyan, como ha sucedido con Chávez, con Lula, con Cristina,
luego golpean y buscan hacer retroceder las conquistas populares, pero si la
izquierda no eleva su mira a la concreción de un programa universal, será imposible
sacar a la humanidad de la crisis actual, y de estos vaivenes, que también son
una expresión de la misma.
Hoy Trump, conmueve a los burgueses de todo el mundo, y
conmueven todas las murallas ideológicas donde la desorientación se generaliza
y donde se pasa de las volcadas como esta de ahora en México a las abstenciones
que en el último periodo han venido marcando las elecciones nacionales.
En definitiva queda la perspectiva de encontrar puntos
programáticos de avance o el avance de la tragedia de la guerra, con el aumento
de sus terribles consecuencias en la vida de millones y millones de seres
humanos.
sipagola@adinet.com.uy
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