Por Ilka Oliva Corado:
Apoyando a Maduro el pueblo venezolano le sigue metiendo el
hombro al sueño libertador del Niño Arañero.
No sirvieron de nada los millones de dólares que se gastaron los
injerencistas y las oligarquías latinoamericanas, en propaganda y mediatización tratando de desacreditar la inteligencia natural, la dignidad y la Memoria Histórica del pueblo venezolano
que no se deja engañar con las artimañas de los conspiradores.
Ellos más que nadie saben que un voto mal dado los puede
llevar de vuelta al retroceso, como ha sucedido con la mayoría de países
latinoamericanos en los que el voto ha estado manipulado: con la doble moral,
el odio, el racismo, la homofobia, el clasismo, la cachurequería y la mente colonizada. ¡Válgame!
Venezuela es el oxígeno de Latinoamérica, por eso las
amenazas constantes de intervención militar estadounidense y aliados, por eso
la perenne guerra económica, la mediatización maniobrando propaganda que logra
idiotizar a multitudes alrededor del mundo, pero no a quienes con amor salen a
votar desde la alcantarilla para defender sus logros como pueblo.
¿Por qué ese pueblo “hambriento” “desnutrido” “secuestrado”
“torturado” por el gran dictador Maduro,
salió a votar por él cuando tuvo la oportunidad de cambiar el rumbo de su
historia votando por un partido
contrario? La propaganda le faltó el respeto
a ese pueblo digno y lo expuso
internacionalmente como una sociedad sin capacidad de decisión y de análisis,
como lo son las otras en América Latina que tienen como gobiernos a turbas de
corruptos y genocidas que quieren convertir a la Patria Grande en una bacinica.
La resistencia es Venezuela es de un intelecto propio de los
pueblos inhóspitos y de los arrabales, el llano de vistió de fiesta y salió a
votar, el arrabal se unió a la gran
fiesta popular para festejar los logros de la Revolución Chavista.
Y los injerencistas y las bandas de criminales de las
oligarquías a pesar de los millones de dólares gastados en sobornos y
manipulación mediática, en sus bravuconadas
y fanfarronadas de intervención militar, tendrán que aprender que los
pueblos soberanos se respetan.
Mucho tenemos que aprender en el resto de América Latina, de
ese pueblo venezolano que le dio una lección al mundo, nuevamente, defendiendo
el sueño de democracia y albedrío. La Revolución del Niño Arañero está más viva
que nunca, y se propaga como enredadera en aguaceros de primavera; por linderos y llanos, reverdeciendo la voz, el
canto y el fulgor de la Venezuela
Bolivariana que sigue siendo el oxigeno de la Patria Grande, que más
temprano que tarde hará realidad las
utopías de los soñadores y como sendero
se abrirá al paso de los pueblos en libertad que a propio pulso reescribirán la historia: de amor, memoria y
dignidad, porque es eso la América
Latina que tanto nos quieren arrebatar.
ilka@cronicasdeunainquilina.com
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