Por Rafael Ugalde:
¿Cuáles son las prohibiciones del periodismo? Son, contrario
sensu, las libertades de que gozan los
políticos, los novelistas y cuánto espécimen existan y defienda su “verdad”
absoluta y no la histórica. Desentrañar los vericuetos de ellos es el mayor
reto del periodista, porque unas veces él educa, otras está obligado a crear
pensamiento propio, aunque últimamente lo digo con dolor al periodismo le han encargado
mentir.
La humanidad, decía un día de estos el expresidente de
Uruguay, José Mujica, no ha sido tan desigual cómo ahora, pero nos hacen
creer que jamás hemos sido tan
iguales como en la actualidad.
En el mundo se gastan millones de dólares mensuales en
Organizaciones No Gubernamentales (ONG,s) que nos venden como derecho humano que los homosexuales tengan su familia, que
nuestras sociedades “protejan” efectivamente a las mujeres, al niño, etc etc.
¿Quién podría oponerse a ello en virtud de los Derechos
Humanos? ¡Nadie¡. La situación da su voltereta, cuando el periodista pregunta si todos estos grupos protegidos por
estos derechos humanos tienen salario
digno, techo para guarecerse, seguridad social, etc.
Si en el siglo XXI, con toda la tecnología y la ciencia
absorbida por el capitalismo transnacional, no
ponemos cuidado a esta tendencia politizada de derechos humanos, las “acuarelas de don
Thomas”, nos engañarán.
Thomas Jefferson, considerado el principal autor de la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776 y visionario indiscutible de Estados Unidos de América
como el gran «imperio de la libertad»,
no incluía en su “imperio de la libertad” a sus pobres 600 esclavos,
reducidos a simple “cosa”. A esto llamo “acuarelas de don Thomas”, dado lo
bonito que suenan estos “derechos humanos” y
“la libertad”.
Recientemente los intelectuales Jaime Ordoñez y Sergio
Ramírez nos dieron un ejemplo de cómo en
América Latina somos cada vez más
iguales, con las excepciones de Venezuela y Nicaragua, cundidos esos
países de un caudillismo que, de
creerles todo a ambos, uno termina asfixiado por falta de “libertad”.
Ni una sola palabra sobre el despojo sufrido por
Latinoamérica desde hace 500 años ni las “cuiteadas” que el águila imperial lanzó
en el pasado sobre México, Guatemala, Nicaragua, Granada, Panamá, Chile, Brasil
etc., cuyas satrapías defienden el poder
del dólar.
Como si fueran viejos conocidos, con exactas coincidencias,
el presidente electo, Carlos Alvarado deja entrever al diario La Nación una Costa Rica
“igualitaria”, engarzada con importantes obras de infraestructura, alto a la
corrupción y las mejoras para hacer crecer la producción nacional. ¿Quién se va
a oponer a eso?. ¡Nadie¡.
Ni una sola repregunta a Alvarado sobre cómo alcanzar
salario digno, seguridad social efectiva, ,democracia participativa y
protagónica, en lugar de un desgastado sistema representativo, culpable directo
de lo que llaman “crisis de gobernabilidad” .
No hay tal crisis sino grupos dispuestos a mentir, crear su
propia novela, a derribar todo si amenazan su mundo tradicional y sus
ganancias. Descubrir estos paradigmas
con solo el arma de la pregunta y la repregunta profunda es el reto del
periodista.
¿Lo estamos haciendo? Desde luego que no. Hoy el periodista,
en el mejor de los casos, pone el micrófono para que el funcionario hable a sus
anchas. La situación es tan grave, que en España ya instauraron las
conferencias de prensa sin preguntas. Se puede caer más bajo. Lo que pasa en la
“madre patria”, no obstante, no es tan distante de lo que ocurre aquí.
¿Y dónde está el Colegio de Periodistas? ¿Existe el Colegio
de Periodistas todavía? El periodista debe ser un actor que va más allá de
extender el micrófono y apuntar como un poseso lo que dice el funcionario de
turno.
Periodista, abogado y notario U de C.R
rafaelangelu@yahoo.com
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