La palabra hambre proviene del latín vulgar “famen”. Con ese
vocablo designamos la necesidad natural de proveer al cuerpo de alimentos, algo
ocasionado por sustancias que operan a nivel del cerebro, en el hipotálamo y
que no lo debemos confundir con el apetito o sea con el deseo de comer.
Hay varios tipos de hambre, pues tener que proveer al cuerpo
de alimentos, no es sólo darle comida, sino otras cosas que nuestro cerebro nos
reclama.
Desde que nacemos predicamos a los niños valores, como la
igualdad, la fraternidad, les hablamos de nuestros derechos y así, vamos
haciéndoles conocer lo que es justo, o sea, sus derechos a tener lo que posee la sociedad en donde vive, como
algo esencial para su desarrollo psicofísico.
El hambre como necesidad de comer, requiere ser saciado con
alimentos. Pero no cualquiera puede alimentarse, saciando el apetito. Hoy
sabemos que la clase media, se alimenta y por lo general está desnutrida, pues
las empresas multinacionales como Monsanto, acusada de ecocidio, se encargan de
que los alimentos no tengan nutrientes, porque la tierra está en estado de
coma, por estar saturada de monocultivos y de agrotóxicos que enferman a los
seres humanos, que se alimentan de cereales, verduras y frutas. Los productos
fertilizantes que estas empresas comercializan para los productos transgénicos,
o sea, modificados en su ADN, sacian el hambre pero no nutrien. Igualmente
sucede con la carne animal, saturada de antibióticos y hormonas, lo que nos
hace mucho daño a los seres humanos. Hasta la leche y huevos sufren las mismas
consecuencias.
No obstante, se pueden cultivar alimentos orgánicos, con
cajones y un poco de tierra, se pueden criar gallinas y
tener huevos con buenos nutrientes. Pero para ello, hay que brindar
conocimientos desde la niñez, porque la naturaleza les brindará todo el
alimento que necesita. Lo que mata, en realidad, no es la falta de alimentos
sino la ignorancia. Desde que el hombre comenzó con la división del trabajo,
hizo trueques y perdió sus conocimientos para saber cultivar y sobrevivir con
salud. Hay que retomar el camino de los bisabuelos, donde cada casa era una
pequeña huerta orgánica, con gallinero.
El hombre puede
saciar el hambre físico con alimentos, lo que no puede saciar es el otro
hambre, pues desea tener como sus iguales, abrigo, zapatos, juguetes, ir a
estudiar, tener televisión, una estufa,
un ventilador, en fin, vivir como todos.
Y como es un animal dotado de razón, que le permite dominar sus
instintos, se contiene ante la adversidad, pero cuando las necesidades son
muchas y no se satisfacen, el hombre ya no puede controlar racionalmente el
instinto y puede llegar a robar o matar
para conseguir lo que desea.
Como dije, no hay que confundir hambre y desnutrición,
tampoco limitar las necesidades humanas a la comida. Si bien es cierto, que la
alimentación, puede satisfacer ese deseo de comer, puede que no aporte los requerimientos
nutricionales necesarios y eso origina en muchos casos y en todos los niveles
económicos, la mala nutrición, o sub nutrición, que puede llegar a producir la
muerte o enfermedades graves y también mentales.
Según la ONU el hambre y la desnutrición afectan a
1.500.000.000 de seres humanos en el planeta. Pero oculta decir, que las
personas que pueden comprar alimentos, también pueden morir a causa de
desnutrición, por las mafias que envenenan los productos alimenticios, que les
quitan todos los nutrientes a las
verduras como a los animales. Monsanto
o empresas multinacionales, que producen gaseosas, son las que enferman a todo el mundo, gracias a las
sustancias químicas nocivas como Aspartamo, en aquellas bebidas, postres y
dulces que son dietéticos. Tampoco nos dice la ONU que las aguas que bebemos,
están cargadas de arsénico, como ocurre en San Juan de Argentina, a causa de
las Mineras. Y si bien, la gente no
muere con la piel pegada a los huesos, como los niños africanos, muere con
cáncer, por obra de los negocios de los laboratorios que se hacen ricos con la
quimioterapia y la radioterapia, que no curan a nadie, pero les llenan los
bolsillos de dinero.
La causa de todas
estas enfermedades, es la destrucción del sistema defensivo, por mala
nutrición. Y esto no es por la pobreza sino por los negocios de los
Laboratorios y super-empresas extranjeras, que aprovechan la baja en las defensas
de esas personas, que comen comida chatarra a toda hora, que son adictos a los
deliverys, que beben litros de Gaseosas
y jugos, con edulcorantes y químicos nocivos y como los alimentos no los nutren, eso acaba
con su sistema inmunológico y enferman física y psíquicamente, tanto los
pobres como los no pobres.
Insisto, la palabra hambre no se refiere sólo al cuerpo
físico, porque tenemos otras necesidades que satisfacer y entonces, por
extensión llamamos hambre al deseo de
conseguir cosas distintas al alimento. Y se tiene hambre de paz, de amor, de
justicia, de ser tratado con igualdad de derechos y oportunidades, de
educación, etcétera. Y por eso es que
digo, que el hambre” no se acabará nunca, si no es con educación. Me dirán que
estoy demente, pero correré el riesgo.
Cultivar verduras verdes orgánicas, en su propio terreno,
puede hacerse utilizando los cabitos de las verduras que tiramos a la basura.
Pero la educación para la salud, está vedada para las escuelas públicas y
privadas, porque el neoliberalismo salvaje y criminal, necesita personas mal
nutridas para proveer de clientes a la
Multinacionales de la salud, que son muchas, no sólo los laboratorios sino los fabricantes y dueños de tantos aparatos
para diagnósticos, que negocian con las enfermedades, con las cirugías y especialmente, con el cáncer.
Ya sabemos que un hombre instruido, puede defenderse del
hambre del cuerpo, ya que la naturaleza
es muy generosa. Pero no del hambre que nace en las insatisfacciones
espirituales, en el desprecio por el color de su piel, por su pobreza, en la
discriminación, a pesar de un falso
discurso social de igualdad y solidaridad. Porque, se vive entre los ricos,
quienes lucen sus autos de alta gama, sus celulares y cuanto aparato surge para
que el pobre se deprima, se estrese, sienta el peso de haber nacido en una
villa de emergencia, de la falta de trabajo, de la portación de cara, de raza y
cuanta diferencia le quieran endilgar. Y así, cuando se llega a la
adolescencia, se rebela y toma en sus manos la justicia por la igualdad, que el
gobierno no asume.
Claro está, que ese
no es el camino, pero nadie les ha enseñado a sobrevivir. Ni en su casa ni en
la escuela, que es donde más ha notado las diferencias, porque los niños no se
igualan con un uniforme blanco, ni azul, sino con políticas destinadas a ello,
que nunca se aplican. Y la Justicia por propia mano, siempre termina mal. Y el hambre espiritual, va a dañar, también,
a los que no tienen hambre de ninguna clase, porque suelen ser víctimas de los
errores fatales que se enquistan en el alma enferma de hambriento, pero no sólo
de comida, sino de las cosas que no tiene y que tiene derecho a tener.
Por eso, una educación para la salud física y psíquica del
niño y del adolescente, es tan imprescindible en la erradicación de la
injusticia social y la delincuencia.
Pero lamentablemente, hay otra
delincuencia, la del rico enquistado en el poder, la del funcionario político
que no respeta ni ama a su pueblo, que no sabe de solidaridad con el que menos
tiene, ni permite la erradicación del hambre, que cada día es mayor en el
planeta.
normaef10@hotmail.com
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