Por Dr. Sirio López Velasco:
El ex-Pte. Lula y el lulismo le deben al país y a la
izquierda de A. Latina y mundial una autocrítica sobre su parte de culpa en la
corrupción institucional reinante en Brasil (que, se sabe, ya venía desde
antes, como lo prueban los casos ocurridos en los gobiernos de Collor y de Fernando Henrique Cardoso); eso es un hecho.
Al mismo tiempo, el ex-Pte. Lula, el lulismo y muchos
analistas consideran que tanto el
impeachment de la Pte. Dilma Rousseff como la condena judicial de Lula son
fruto de una conspiración neoliberal de grandes empresarios, banqueros, agentes
financieros (el Primer Poder, económico, “el Mercado”, no sometido al alcance
de las decisiones resultantes de la voluntad democrático-popular), las cúpulas
partidarias de la derecha y del falso centro-izquierda,
la gran prensa (en especial la Globo,
erigida en Cuarto Poder, a veces con peso de Primer Poder), sectores de los
Poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y factores externos (vinculados al
imperio yanqui-OTAN, deseoso de controlar los recursos naturales brasileños y
de subordinar a sus intereses la política internacional de Brasil).
Algunos comentaristas consideran que el ataque a la Pte.
Dilma y al ex-Pte. Lula fue decidido cuando bajaron los precios internacionales
de las commodities y que en Brasil la torta había disminuido de tamaño, lo que
llevó a los super-ricos a no querer más compartir con los pobres ni siquiera
las migajas que habían concedido a éstos los Gobiernos del PT (a través, en
especial, del Programa Beca Familia, que retiró a millones de la pobreza extrema, sin, no
obstante, proporcionarles las condiciones para una subsistencia autónoma que
les permitiese renunciar a aquella ayuda dentro del capitalismo, y, mucho
menos, enrumbarse hacia el pos capitalismo, que concebimos como un socialismo
en perspectiva comunitarita). También puede pensarse que cerca de la mitad del
segundo mandato de la Pte. Dilma, aquellos sectores decidieron actuar porque
percibieron que la Pte.
Lograría hacer elegir
un sucesor, alejándolos otra vez de la
conducción del país por la vía de la
voluntad de las urnas. Sea como sea, la conducta efectiva de los sectores antes
mencionados obligan a Lula, al lulismo y a todos quienes luchan por el socialismo a cuestionar hasta
su raíz al Estado y a la pseudo democracia actuales, con sus bases económicas y
prolongamientos (como lo es una gran prensa al servicio de los intereses de los
poderosos). No hacerlo seria condenarse a tropezar una y otra vez con la misma
piedra, viendo a Lula o a quien venga a substituirlo, o imposibilitado de
llegar a la Presidencia, o ser retirado de la misma por la vía del
impeachment (por la acción combinada de
los sectores antes citados), bajo cualquier pretexto (como lo fue, por ejemplo,
el de las supuestas “bicicletas fiscales”, supuestamente usadas por la Pte.
Dilma, y de las que hoy nadie más habla pues los especialistas dicen que
inmediatamente después del impeachment fueron legalizadas por y para Temer,
para facilitar su tarea de acabar con diversos derechos de los brasileños,
rematar el país en beneficio de las multinacionales y en detrimento de la
orientación público-estatal de sectores estratégicos, y someter al Brasil a la
política internacional de los EEUU).
Hacer esa reconsideración a fondo debería llevar a Lula y a
la izquierda a proponer al país una refundación completa de la democracia, que
incluya la democratización de la economía (hoy en Brasil, según Oxfam, cinco
billonarios tienen la misma riqueza que la mitad de la población más pobre del
país), de la gran prensa (aprobando una “ley de los tres tercios iguales” entre
prensa pública/estatal, comunitaria y privada, que impida que esta última erija
monopolios u oligopolios nacionales o regionales que crean-controlan una falsa “opinión pública” manipulada), que promueva
la educación ambiental ecomunitarista en todo un sólido sistema educativo
público, gratuito, de calidad y al servicio de los más necesitados (como
también habrá de serlo un nuevo Sistema Único de Salud).
Potencie el ejercicio de la democracia directa (o por lo
menos participativa) por el pueblo (en especial mediante repetidos plebiscitos
y referendos de alcance municipal, estatal y nacional, para decidir sobre
cuestiones que afectan la vida de la ciudadanía muy significativamente, como es
el caso de las directrices macroeconómicas y de política externa, leyes
laborales, cuestiones ambientales, y sistemas de salarios,
jubilaciones/pensiones, seguridad y defesa, entre otros temas que hace mucho
tiempo en Suiza son sometidos a la decisión popular), e incluya activamente al
ciudadano en las tareas de seguridad y defensa de su comunidad y del país; tal
democracia debe limitar el número de los mandatos (incluso en el poder
judicial, cuyos miembros também deberán surgir de la elección popular y estar
bajo control popular, como ocurría en la Grecia antigua), promover la rotación
de los ciudadanos en el ejercicio de las funciones públicas (para evitar la
perpetuación de la actual clase política corrupta), y cortar de raíz la
corrupción mediante un efectivo y continuado control popular sobre los actos de
todos los funcionarios.
El conjunto de estos cambios debe orientarse rumbo al
socialismo de perfil ecomunitarista, donde el pueblo podrá vivir una vida digna (aunque frugal, como lo imponen
los imperativos ecológicos). Esa nueva democracia brasileña velará de manera
permanente por la soberanía nacional, y habrá de articularse con una A. Latina
integrada solidariamente y con postura/ación soberana e independiente en el
escenario mundial.
Bibliografía mínima
López Velasco, Sirio. Ideas y experiencias de la democracia.
Una mirada ecomunitarista, Ed. Fi, Porto Alegre, 2017, disponible gratuitamente
enhttps://www.editorafi.org/180sirio
Lopez Velasco, Sirio. Contribuição à Teoria da Democracia:
uma perspectiva ecomunitarista, Ed. Fi, Porto Alegre, 2017; disponible
gratuitamente enhttps://www.editorafi.org/196sirio
(Universidade Federal do Rio Grande –
lopesirio@hotmail.com
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