Por Jorge Aniceto Molinari:
Hacia donde uno mire en el mundo, hay mucho trabajo para
hacer, pero para hacerlo en la predominancia del actual modo de producción
capitalista necesita que sea “rentable”. Si además el trabajo hoy existente
dentro de los marcos predominantes, va conociendo que un formidable desarrollo
tecnológico lo va eliminando, nos podría generar una sensación de problema
universal insoluble, con todo lo que ello implica en el Presupuesto General de
la naciones y en los sistemas de la salud, enseñanza, seguridad y previsión
social e inda mais.
La derecha, fascista, cada vez piensa más en la guerra, más
allá de lo que presupuestalmente supone la industria de guerra como instrumento
de reactivación de la economía, como si en última instancia el suicidio fuera
una solución a los intensos dolores que padece la sociedad.
Esto es lo que puso de manifiesto en la ONU el entonces
Presidente Mujica, en setiembre del 2013 insinuando posible salidas en dos
herramientas que consideramos fundamentales para un cambio de progreso en la humanidad:
la moneda y los impuestos.
Era además lo que expresábamos al entonces Presidente electo
Obama en carta de fecha 11 de diciembre del 2008, a través del Instituto
Uruguay-EE.UU. y para la que nunca tuvimos respuesta y en la que nos
reafirmamos en su contenido.
El tema no ha sido retomado a ese nivel, y sigue pendiente y
agravándose.
La humanidad hasta ahora conoce muy poco de organizar el
trabajo de otra forma, pues organizado desde el Estado, no deja de primar la
relación laboral a través del salario, con las implicancias burocráticas que
ello supone, salvo y son excepciones muy importantes, en las campañas
impulsadas por la revoluciones socialistas en materia de salud y enseñanza,
pero a la larga y con el transcurso del tiempo también estas relaciones sienten
la presión de la organización económica del modo de producción capitalista, que
la economía estatizada no logra cambiar, aún con la militancia política que con
inmenso esfuerzo se asigna a los objetivos de mantener y desarrollar su
finalidad humana y Cuba es un ejemplo formidable para el mundo.
No cabe duda de que el trabajo asalariado y el modo de
producción capitalista no van a desaparecer por decreto, como también así ha
ocurrido con los modos de producción anteriores, ellos están incorporados a lo
que es el funcionamiento del aparato económico de la humanidad y existirán aún
por muchos años como una necesidad de la propia sociedad, hasta su superación.
Lo que estamos analizando es que todos los indicadores
muestran claramente que el agostamiento de la tasa general de ganancia conduce
inexorablemente a una parálisis de la economía mundial (hecho gradual y
discontinuo) por la existencia de una enormidad de capitales que en las
actuales circunstancias deben pelear duramente para obtener rentabilidad, y en
esa pelea aflora lo peor que el ser humano ha desarrollado en su curso
civilizatorio. No es lo mismo Trump que el referéndum catalán, pero en uno de
sus motores está este problema.
Ahora sí, afirmamos que las estatizaciones (no las
descartamos cuando resultan coyunturalmente necesarias) y el desarrollo
burocrático de la actividad económica conducen a un callejón sin salidas
(aunque haya durado 75 años como en el caso de la Unión Soviética y haya
ayudado a otros procesos similares en el mundo), estamos aseverando que es
necesario disponer universalmente de recursos para planificar un desarrollo
económico que parta no de la rentabilidad capitalista sino de las necesidades
humanas. Parta no de la asignación burocrática de recursos, sino de una asignación
superior de los mismos. ¿Ello es posible?: nosotros pensamos que sí.
Días pasados escribíamos de que ya es posible con los
adelantos tecnológicos actuales tener a entera disposición la historia clínica
digital de todos los seres humanos que poblamos el planeta, con el agregado de
que ya existen exámenes sencillos que permiten determinar en cada ser humano la
propensión de su relación con prácticamente todas las posibles enfermedades, lo
que permite ahorrar en medicamentos y prácticas muy costosas que hoy hacen a
esa industria. Lo que no quiere decir que haya voluntad política para hacerlo.
¿Qué podría pasar entonces en esta materia con los
organismos que hoy existen a nivel mundial y que prácticamente tienen las manos
atadas cuando de tocar intereses privados se trata? Podrían planificar el
cuidado de la salud de toda de la humanidad: los medios ya existen.
Por eso no es menor que se disponga de una unidad monetaria
universal, y que los impuestos con los que se atienden las necesidades
presupuestales importantes de los Estados ya no provengan de los impuestos al
consumo, a los salarios y a las pensiones, sino sobre el movimiento de dinero,
haciendo que este movimiento para ser legal y reconocido deba ser registrado
por un procedimiento que la sociedad determine. Estaríamos en inmejorable
situación para dar muerte a los paraísos fiscales y todas las lacras que ellos
conllevan.
Imaginemos (siempre es muy bueno imaginar) por un instante,
que planificamos la desaparición de un determinado desierto, y en el construimos
una sociedad sustentable con los adelantos hoy existentes, en la que puedan
convivir seres humanos provenientes de los más diversos orígenes, a los cuales
se le ha provisto de todos los elementos para su desarrollo educacional,
incluido fundamentalmente el que le permita aportar su trabajo.
En esta tarea y bajo el control de los organismos que la
sociedad determine podrían desarrollar su actividad empresas “privadas” u
organizadas socialmente, que teniendo en cuenta la necesidad de su tamaño
económico pudiera aportar en forma conveniente “rentabilidad y eficiencia”.
¿Por qué hacemos hincapié en mencionar a las empresas privadas?: porque
entendemos que no debemos dejar de lado nada de lo que hoy está organizado y
permite la conservación y desarrollo del aparato productivo que la sociedad se
ha venido dando.
A 100 años del triunfo de la revolución rusa, creemos que
este es el camino con el cual soñaban los revolucionarios y particularmente
Lenin, la sociedad organizada en cooperativas y en una planificación que
permitiera que su esfuerzo no quedara aprisionado en la estrechez de sus
objetivos, de la que hablaban Marx y Engels. Entonces los grandes
emprendimientos empresariales multinacionales, a lo que el espacio económico
obliga, construidos con ese fin.
¿Qué necesitamos?: voluntad política y comprender que es
necesario asegurar la paz, e imponer herramientas que permitan que esto sea
posible. La actual situación es insostenible, y además insoportable cuando cada
uno de los actores busca salidas para su situación en particular, ignorando que
no hay salvación si no es con todos.
¿Se pueden dar señales a nivel de los Estados?: si, sin
duda. En el Uruguay el plan Ceibal que puso una computadora a cada niño es un
ejemplo. Estamos proponiendo además que hoy se incorpore en forma digital la
historia médica de cada uno de los habitantes del país, y a ello la posibilidad
de instrumentar en breve plazo exámenes que ahorren miles y miles de pesos en
el presupuesto médico y en los equipamientos desmesurados y a la vez
insuficientes en el instrumental con el que se asisten las distintas dolencias.
La meta de la medicina preventiva y educativa es una meta plenamente alcanzable
y sería un crimen con los recursos actuales no aspirar a ella.
En las revoluciones que ha vivido la humanidad, la salud y
la enseñanza han sido fundamentales para mostrar una conducta humana en el
proceder de los revolucionarios, más aún cuando la presión de la organización
de la economía en manos del modo de producción capitalista, pasadas las crisis,
han vuelto a hacer de la rentabilidad el índice más notorio para un desarrollo
de la sociedad, pero ello está llegando a sus límites, y tenemos que
prepararnos para dar el salto que la continuidad de la humanidad exige.
Es cierto también que en nuestra educación el trabajo ha
sido considerado como una obligación a asumir, -ganarás el pan con el sudor de
tu frente-, tal vez porque las cosas ya nos venían dadas, la sociedad en
nuestros primeros años de vida tenía pautas que parecían inconmovibles, cosa
que hoy no sucede, la crisis actual se extiende y abarca todo.
Entonces son tiempos de replanteos, o mejor aún, de retomar
enseñanzas que muestran como el trabajo y las características del mismo son el
más potente formador de las características de la sociedad, por eso retomamos
el aporte de Federico Engels, cuando analiza el papel del trabajo en el
desarrollo de la sociedad.
Ninguno de los problemas sociales hoy existentes tienen
solución verdadera sin asumir el tema de la organización del trabajo. Y ese
gran tema ya no lo puede resolver en su predominancia el modo de producción
capitalista, por eso la necesidad de abordar las tareas de transición que
tienen como objetivo entre otros el de organizar la educación para el trabajo
de todos y en planificar para que ello suceda.
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