Por Aram Rubén Aharonian:
Millones de
venezolanos saldrán a votar el domingo 15 para elegir a los gobernadores de los
23 estados del país, en unos comicios donde se prevé una alta abstención. Hay
muchos pronósticos, pero en realidad son 23 elecciones con características y
situaciones diferentes, aunque en la mayoría de los estados sólo se presenten
dos opciones: oficialismo u oposición.
Quizá para cortarle el paso a los "adecos", que
amenazan con llevarse la mayor parte de los votos de la oposición en las
elecciones regionales, los sectores radicales y elitistas anti bolivarianos
salieron a guarimbear nuevamente el lunes 25 de septiembre y dijeron que no van
a participar del diálogo con el gobierno en dominicana. El diálogo se ha
convertido, realmente, en un problema interno de la oposición.
En el trasfondo de la agenda del diálogo opera el tema del
“conflicto de poderes” y las aspiraciones de sectores radicales de la oposición
de colocar en la calle la tesis de un gobierno y un Estado paralelo, tal como
se pretendía en la bufa consulta del 16 de julio.
Dicen que habrá diálogo sólo si arrasan las gobernaciones.
Traducido significa que si pierden, si el oficialismo se alza con la mayoría de
las gobernaciones y la Asamblea Nacional Constituyente sigue su curso, volverán
el terrorismo y la desestabilización de manera indefinida, en busca de la
tierra arrasada.
Los socialdemócratas de Acción Democrática (AD) derrotaron
en las internas a todos los demás sectores, a los que tratan como “petimetres”,
pero necesitan de sus votos y también de financiamiento, ya que ellos son
quienes manejan los recursos que desde años proveen gobiernos, fundaciones y
ONGs del exterior, y no solo de Estados Unidos.
La oposición espera que las elecciones regionales y
municipales permitan conquistar espacios para una estrategia incremental de
recuperación de fuerzas, recursos de poder y unidad de mando en una coalición
cruzada de intereses conflictivos entre el sector pragmático-electoralista,
sectores radicales con aspiraciones putchistas-insurreccionales (resistencia
civil) y sectores bisagras que intentan la combinación de todas las formas de
lucha, señala el portal 15yúltimo.
La Mesa de Unidad Democrática (MUD) insiste en una
estrategia internacional de aislamiento y estrangulamiento diplomático y
económico-financiero, mientras el gobierno intenta romper el cerco con Rusia,
China, Irán y aquellos países no alineados que bloquean una salida de fuerza de
los EE.UU sobre Venezuela.
La MUD exige restablecimiento del cronograma electoral,
incluyendo comicios regionales, municipales y presidenciales; la liberación de
presos políticos, el levantamiento de inhabilitaciones a dirigentes opositores,
el respeto a la independencia de poderes del Estado, el reconocimiento de la
Asamblea Nacional y atención inmediata a la emergencia económica y social.
El gobierno desea una oposición que lo reconozca, al igual
que una oposición que le atribuya legitimidad y legalidad a las decisiones de
la recién electa Asamblea Nacional Constituyente. La oposición rechaza
convalidar la ANC hasta tanto no consiga garantías de que no se convertirá en
una nueva espada de Damocles en el año 2018. Para el Gobierno, reconocer a la
Asamblea Nacional pasa por restituir su legalidad desde la “actual situación de
desacato”, reconocer las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia y aceptar
las decisiones de la ANC.
Pareciera que la pregunta crucial es si pueden convivir la
Constituyente y la Asamblea Nacional, máxime cuando la primera fue creada como
un órgano de poder que según sus propios Decretos Constituyentes, controla a
todos los Poderes, incluyendo al legislativo. Así, más que reconocimiento de
legitimidades, lo que puede negociarse una cohabitación.
Previsiones electorales
Dirigentes opositores suelen decir que ganarán todos sus
candidatos, y sus asesores señalan que “el Gobierno no está en la capacidad de
ganar ninguna elección regional ni presidencial”. Sin embargo, la subestimación
de la capacidad de movilización electoral del gobierno ha sido una constante de
la oposición, con la salvedad de los hechos ocurridos en el año 2015, cuando
con 7.626.616 votos ganaron la mayoría de la Asamblea Nacional.
Pasan los meses, pasan los años, y la dirigencia opositora
no ha logrado cumplir una sola de sus promesas, mientras fue cómplice de la
violencia terrorista que azotó al país durante cuatro meses. Y peor aún,
aplaudió las sanciones y amenazas de invasión desde Washington, que revela
posiciones antinacionales, lo que al fin y al cabo, se paga en las urnas.
Y siempre está la posibilidad, como ha sucedido tantas veces
a lo largo de estos 18 años que al no lograr sus objetivos, la oposición otra
vez denuncie fraude. Es parte del folclore.
Los sectores más radicalizados, como el grupo Resistencia,
seguramente se abstendrán, lo que no beneficiará, obviamente, a los candidatos
de la oposición. Algunas semanas atrás la periodista y militante opositora
Marianela Salazar señaló que “la elevada abstención en las primarias (de la
oposición) revela una acción política de repudio contra la MUD” y señaló que
ésta “perdió su capital político y dio oxígeno a la llamada Resistencia, que ha
venido ganando espacio”.
Muchos de los resultados dependerán de la gestión de cada
gobernador que aspire a la reelección y esto también cuenta para los
oficialistas. Pero, a diferencia de la desunión de la dirigencia opositora, el
oficialista partido Socialista Unidos de Venezuela (PSUV) y sus aliados
muestran unidad, probada capacidad organizativa y de maquinaria electoral, y
apoyo mediático oficial.
Pero el problema mayor sigue tan campante por ciudades,
pueblos y zonas rurales de Venezuela: el desabastecimiento y la inflación, a lo
que se ha sumado en las últimas semanas un alza exagerada de los precios.
Pateando la mesa de diálogo
Más allá de la postergación, el diálogo entre el gobierno de
Nicolás Maduro y la oposición deberá lograr acuerdos en los próximos nueves
meses, ya que en julio deberán conocerse los candidatos presidenciales de cara
a las elecciones pautadas –por ahora, Chávez dixit- para finales del año
próximo.
Lo cierto es que no hubo mucha información sobre el diálogo:
unos no informan para no “quemarlo”, habida cuenta de los fracasos sucesivos
desde 2014, mientras otros se sienten “culpables” de sentarse a conversar con
aquellos a quienes habían amenazado con “sacarlos” por las buenas, las malas o
las peores formas.
En rondas de negociaciones que comenzaron en República Dominicana
se tratan dos escenarios, el de corto plazo y el de mediano-largo plazo. En el
primer escenario está la convivencia en los meses que restan del período
presidencial de Maduro, con la necesaria aprobación por parte de la Asamblea
nacional de nuevos empréstitos y endeudamientos y un acuerdo sobre el
cronograma de elecciones pendiente y o postergado.
El objetivo central de la oposición de producirse la nueva
ronda de las negociaciones pareciera ser que el gobierno se comprometa a
entregar, si pierde en las elecciones del año entrante, mientras que la
prioridad del oficialismo sería la de alcanzar un acuerdo de coexistencia –de
ser pacífica mucho mejor, claro- para el próximo período presidencial,
2019-2024.
Pese a lo que digan sus dirigentes ante los micrófonos (lo
que resulta comprensible solo de haber una fuerte presión de funcionarios
estadounidenses), los partidos de la oposición que parecen favorables a un
acuerdo sobre estos puntos son Acción Democrática, Al parecer, son favorables
en líneas generales a un acuerdo de esta naturaleza los partidos
socialdemócratas Acción Democrática (AD) y Un Nuevo Tiempo (UNT), así como y
Avanzada Progresista (del gobernador del estado Lara Henry Falcón).
Mientras tanto, representantes de las organizaciones políticas
–del oficialismo y de la oposición- y técnicos del Consejo Nacional Electoral
(CNE) finalizaron sin objeción alguna la auditoría de datos en máquinas de
votación, parte del cronograma electoral, dentro del conjunto de garantías para
la transparencia y confiabilidad del sistema electoral, con vistas a las
elecciones regionales del 15 de
Octubre.
Actitudes temerarias
Pero hay dirigentes de otros partidos de la variopinta Mesa
de Unidad Democrática (MUD) que no se han expedido, quizá anclados en la esperanza
de las medidas de bloqueo financiero y guerra económica impulsadas por
Washington pudieran derrocar al gobierno, y por ello este plan no tiene aún el
aval de Primero Justicia (del excandidato presidencial Henrique Capriles
Radonski y del presidente de la AN Julio Borges) ni de Vanguardia Popular, que
encabeza Leopoldo López, en prisión domiciliaria.
El analista y dirigente político Leopoldo Puchi señala que
estos grupos –que han participado en las conversaciones pero no lo han
expresado públicamente- quizá piensan que las presidenciales de 2018 se
realizarán aunque no haya acuerdo previo de coexistencia, en “una actitud
temeraria de desconocimiento de las realidades políticas, que puede resultar
muy costosa para el país”.
De las organizaciones de la oposición, las que se han
expresado de manera más tajante contra las negociaciones han sido Vente Venezuela
(de María Corina Machado), la Conferencia Episcopal y la autollamada
Resistencia.
Mientras el gobierno busca afanosamente la estabilidad
política para la recuperación económica, los sectores de la oposición, entre
ellos la jerarquía de la Iglesia Católica, tienen una agenda para la
desestabilización a corto plazo del gobierno de Maduro.
El cardenal Urosa Savino llamó a postergar el diálogo hasta
después de los resultados de las elecciones regionales en octubre. “Las
elecciones de gobernadores son importantes para establecer el inicio del cambio
de gobierno en el país. Ahora no se debe debatir si hay diálogo o no” (…) “no
hay garantías ni condiciones para el diálogo”.
Analistas como Luis Vicente León (Datanálisis, guionista de
la MUD) han señalado que con el diálogo “La oposición puede conseguir cosas,
pero no la salida de Maduro”. Gokai Moreno, en Supuesto Negado, afirma que el
tema de diálogo y elecciones podría ser parte de una agenda para reconstruir la
política democrática del chavismo, pues también requerirá de diálogo hacia sus
propias bases para prepararlas para el complejo escenario económico electoral
del año 2018.
De acuerdo con el politólogo Leopoldo Puchi, estas
organizaciones trabajan de manera fluida con el español José Luis Rodríguez Zapatero,
del Partido Socialista Obrero Español y con los dirigentes dominicanos,
encabezados por el expresidente Leonel
Fernández, facilitadores de la negociación.
Lo interesante es que parece ser avalada por el gobierno de
Donald Trump, que señaló su apoyo a la intermediación de Danilo Medina y
Rodríguez Zapatero. Según un comunicado del Departamento de Estado: “Estados
Unidos reitera su llamado a la restauración completa de la democracia en
Venezuela. Apoyamos negociaciones serias que de buena fe logren este objetivo”.
Siguiendo el ejemplo que Washington dio, cancilleres de doce
países latinoamericanos que apoyan el derrocamiento de Maduro, saludaron los
acercamientos, pero señalaron que deben desarrollarse con acompañamiento
internacional, “buena fe”, “objetivos” y “plazos claros”.
En un comunicado difundido en Bogotá, los cancilleres de
Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras,
México, Panamá, Paraguay y Perú reconocieron “la iniciativa de República
Dominicana de reunir al gobierno y a la oposición venezolanos, así como la
decisión de ambas partes de invitar a algunos países como acompañantes de este
proceso”.
En el ámbito internacional se pueden identificar dos tipos
de movimientos: uno que insiste en el aislamiento político-diplomático de
Venezuela desde el bloque de derecha en la OEA, EE.UU y sus aliados europeos en
Bruselas, y otro a impulsar un diálogo con verificación de garantías, acuerdos
y resultados, desde la ONU, el Vaticano (no la jerarquía de la Iglesia venezolana)
y algunos países del continente.
La oposición pone sus fichas en la elección de gobernadores,
y concurre (por ahora) a ellas a sabiendas que no le será fácil superar la
apatía abstencionista de sus seguidores. Si no gana, tiene tres opciones: declarar
fraude, volver al terrorismo callejero o, por fin, sentarse a discutir
políticamente los problemas del país, como parte del problema, pero también de
la solución.
aharonianaram@yahoo.com
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