sábado, 2 de septiembre de 2017

Los terratenientes del agro argentino tienen libertad para sembrar el horror.

Por Norma Estela Ferreyra:

Nadie puede negar, ni ocultar, que Argentina, México y España fueron elegidos como laboratorios experimentales de la multinacional Monsanto, exponiendo a los pueblos a sus fertilizantes y herbicidas muy tóxicos, como el glifosato, que se abrió paso en el mundo, a fuerza de engordar la billetera de quienes podían ponerle frenos.  Y no hubieron científicos ni médicos, que pudieran evitar las consecuencias, o tal vez, hubo algunos, que no fueron escuchados y que, inmediatamente, eran refutados por semejante pulpo empresario que pisaba fuerte en todos los países del mundo. Así, los organismos estatales, que debían analizar los tóxicos e informar a quienes les correspondía prohibirle a Monsanto que vendiera químicos que resultaban nocivos a largo y a corto plazo, para quienes trabajaban con ellos y los fumigaban, incluso, para la misma naturaleza, su tierra, su fauna, su flora y sus habitantes, que consumían esos productos transgénicos, varias veces fumigados y envenenados de tóxicos.


Incluso, los médicos que comenzaron a hablar de las enfermedades que iban apareciendo con el correr del tiempo, fueron silenciados. Gran cantidad de ganado aparecía muerto y el silencio se imponía.  Imagino que los presidentes, recibían informes falsos y no fueron debidamente asesorados, porque el dinero que ofrece la Multinacional es siempre muy tentador, tanto para los entes como para las personas que debían analizar y aprobar esos productos. Estamos, sin dudas, frente a un delito contra la humanidad, por someter a los ciudadanos a una experiencia como ésta, que deriva en cánceres, en enfermedades desconocidas  y en permitir que la ciudadanía consuma, como actualmente lo hace, productos con químicos que envenenan su cuerpo y que deterioran su salud, especialmente, la de los niños y ancianos.

Es tan poderoso Monsanto, que ningún país lo puede sacar, una vez que se instala. Pero ahí no termina todo, porque tanto los fertilizantes, como todos los productos que vende la empresa, tienen uso intensivo y sin límites. Y eso es responsabilidad del gobernante, o sea, del  presidente. ¿Por qué?

Porque más allá de lo mal  que le que estén informando, siempre está la duda, frente a los resultados que trascienden en el mundo, ya que los productos de dicha  Multinacional y de otros laboratorios, que surgieron para terminar con el hambre de los países pobres, hoy sabemos que están dispuestos a exterminarlos, simplemente, porque hay gente que está  de más, que se exilia de los países con hambre, miseria y que cruza fronteras para buscar trabajo o bienestar y por eso, resultan molestos a las personas que pertenecen al mal llamado primer mundo. Qué yo llamaría  mundo criminal y genocida de la superpoblación planetaria, donde todo parece estar permitido.

Y hablando de los laboratorios en general, bueno es recordar que los farmacéuticos, han elaborado cerca de una veintena de vacunas que deben colocarse a un bebé, al poco tiempo de nacer y que ponen en peligro su vida, ya que en su mayoría, son vacunas sintéticas. Así como  antidepresivos, antidiabéticos, anti colesterol, etc. que se destinan para lo mismo o sea para disminuir la superpoblación. Y muy especialmente, en los dos extremos de la vida (niños y ancianos) que resultan poco convenientes para el liberalismo salvaje, despiadado y criminal, que necesita esclavos que trabajen muchas horas y que les den ganancias. Y existe una labor coordinada que genera mucha ganancia. Hacen muy buen equipo, por un lado, Monsanto que con sus tóxicos enferma a la población y por el otro, la mafia de la Industria farmacéutica que produce remedios para apaliar los efectos, porque curar, lo pongo en duda.

Pero volviendo al agro de mi país, cuyos terratenientes viven llenos de lujos en las grandes ciudades y explotan sus campos a través de serviles lacayos, que no se dan cuenta de que arriesgan la vida, por unos pocos pesos, para que sus patrones estancieros, ganen mucho dinero y disfruten de viajes placenteros por el mundo, porque son ricos  y especulativos, que guardan el grano para cuando valga la pena venderlo y lo acumula en silos metálicos o en bolsas, donde deberá fumigarlos tantas veces como sea necesario, para no perder nada de la producción.

Poco cuidan de la salud de quienes trabajan, que por lo general ignoran las consecuencias futuras de ese trabajo insalubre que, además, extermina la fauna, la flora, malogra la tierra por los monocultivos, la deforestación y mata a la población aledaña a corto plazo o a largo plazo a los consumidores de esos productos tratados con fertilizantes y pesticidas de alto poder contaminante y con las consecuencias ya conocidas aunque no admitidas, ni por la Multinacional ni por quienes las dejan operar en el territorio.

Y no sólo los dejan operar, sino que no  ponen límites  ante las consecuencias de  las fumigaciones. Porque debemos tener claro que esos productos no pueden estar en manos de los terratenientes ni productores. Las fumigaciones las debería realizar un ente estatal responsable y por única vez, con los cuidados  necesarios (Cobrando ese servicio al productor)  Eso evitaría el descontrol abusivo que ellos hacen de esos tóxicos, con  muchas aplicaciones innecesarias y muy nocivas. Repito, no se deberían vender esos  productos fertilizantes y plaguicidas en forma directa sino, en todo caso, ser aplicados por organismos responsables. Lo digo para evitar el abuso indiscriminado, pero sin intentar  justificar el uso de esos productos tóxicos, que deberían prohibirse directamente.

La responsabilidad de que se permita el ingreso de estos contaminantes peligrosos y de que se apliquen libremente es, sin dudas, del Estado Nacional, que permite también a las mineras, a las potabilizadoras de agua y a muchas otras empresas, ganar dinero a costa de la salud de su pueblo. A quien le quepa el sayo, que se lo ponga, dicen los criollos argentinos y desde hace años, estamos esperando que alguien tome la iniciativa de reconocer el terrible error de haber permitido tal situación. Por otra parte, se  inunda la tierra por su impermeabilidad debido al monocultivo que no se controla, la desforestación y el abuso de estos químicos tóxicos, lo que se extiende a las grandes ciudades. Ignoro lo que sucede en México o en España; pero no creo que sea distinto a lo que pasa en mi país. Niños enfermos de cáncer, otros con manchas en toda la piel y tantas enfermedades graves y deformaciones que nunca antes se vieron y que son fruto de todo este experimento neoliberal, capitalista, impiadoso, que nuestros gobiernos lacayos permiten. La reciente decisión de la OMS de clasificar el glifosato como “probablemente cancerígeno” reactivó la polémica sobre las fumigaciones para erradicar cultivos ilícitos. Un riesgo adicional a los daños, que el uso intensivo del herbicida puede causar en la salud humana y  que han sido ampliamente documentados, aunque sin dudas, no han sido tenidos en cuenta a la hora de las decisiones presidenciales de los países que lo sufren.
VER: https://www.facebook.com/AnnurTV/videos/1650595931648824/

normaef10@hotmail.com

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