Por Dr. Tito Tricot:
Sobre Chile se posó suave la primavera, sobre los mapuches
cayó con furia el peso histórico e histérico de la noche del racismo del Estado
chileno. Allanamientos y detenciones, gritos, golpes e insultos. Es la
continuidad de la ideología racista impuesta desde el siglo XIX, porque “el
indio no cede sino al terror, lo que demuestra su vil naturaleza”. Lo dijo
Vicuña Mackenna allá en 1868. Es la violencia de la satanización, el asesinato
simbólico y moral, el exterminio ético. Lo repitió el coronel Cornelio Saavedra,
adalid militar de la ocupación del territorio mapuche, al señalar sin
vergüenza que a los mapuche hay que
“quemarles sus ranchos, tomarles sus familias, arrebatarles sus ganados y
destruir, en una palabra, todo lo que no se les puede quitar”.
134 años después, el discurso racial izado no ha cambiado en
lo absoluto; el senador derechista Manuel José Ossandón, reconocido por su
ignorancia en todos los ámbitos del conocimiento humano, pero precisamente por
eso profundamente peligroso, ha declarado en relación al conflicto chileno
mapuche que “El Estado de derecho se va a recuperar en un ciento por ciento y
si hay que meter balas, hay que meter balas al que sea terrorista”. El
candidato presidencial José Antonio Kast realiza un llamado a decretar Estado
de Emergencia en La Araucanía y sacar los militares a la calle a reprimir al
pueblo mapuche, Y, por supuesto, diligentemente, el comandante en jefe del
ejército, general Humberto Oviedo, sostiene que la institución está preparada
para cualquier eventualidad, tal como lo
estuvo en 1973 cuando dio un golpe de Estado, derrocó al presidente
Salvador Allende e instauró una brutal dictadura. Y ni el gobierno ni los
partidos políticos dijeron algo ¿Por qué? Porque los mapuches no importan: son
dispensables y, como dijo el general
Pinto hace dos siglos “…el carácter de los indios exige, para que la paz sea
duradera, imponerles condiciones que sólo aceptarán cuando se vean reducidos a
la impotencia…”
Por lo mismo no es sólo la Derecha la que busca golpear al pueblo
mapuche. No, este es el gobierno de la Nueva Mayoría, el gobierno de la
presidenta Michelle Bachelet quien ha sido recién designada por el secretario general de la ONU, Antonio
Guterres integrante de una junta consultiva internacional de alto nivel sobre
mediación. Irónico ¿No? Una presidenta que ha sido absolutamente incapaz de
resolver un conflicto en su propio territorio y un conflicto internacional
además –si consideramos al pueblo mapuche como una otra nación– mediará ahora en conflagraciones distantes.
En el intertanto, continúan reprimiendo a los mapuche, o
dejando que mueran los cuatro comuneros que ya llevan más de 110 días en huelga
de hambre enfrentando la brutal indolencia e indiferencia del gobierno y de los
medios de comunicación dominantes. Los acusan de la quema de iglesias,
aplicándoles la Ley anti-terrorista lo cual los mantiene en prisión ya por un
año y medio sin aún haberse iniciado el juicio. Ellos y sus abogados aducen que
no existen pruebas en su contra, como ha acontecido en muchos casos similares
donde muchos acusados han pasado largos periodos encarcelados para luego ser
liberados por ausencia de pruebas. La comisión de Derechos Humanos del Colegio
Médico ha puntualizado inequívocamente que la situación de los huelguistas es
gravísima y que están dispuestos a morir.
Están dispuestos a morir defendiendo el último retazo de
territorio que les está quedando: su propio cuerpo. El resto, el territorio
mapuche, su país, su mundo, se lo usurpó el Estado chileno. El general Christian
Franzani, jefe de la IX Zona Araucanía de Carabineros, declaró que los últimos
allanamientos y detenciones son consecuencia de una investigación que se
prolongó por seis meses y que se vincula a hechos de violencia rural y de
carácter terrorista ocurridos en la zona. Sin embargo, una investigación
acuciosa debe ser de índole histórica. Ubicar al principal responsable del
conflicto actual, de la violencia y terrorismo, al verdadero delincuente
histórico: al Estado chileno que invadió militarmente a un país independiente,
usurpó su territorio, intentó destruir su entramado social, cultural, de identidad.
Ese es el único origen de la violencia y del conflicto
actual. El Estado chileno arrebató la tierra al pueblo mapuche, creó 3 mil
reducciones –3 mil campos de concentración–
entregó las tierras mapuche a colonos chilenos y extranjeros. Un siglo
después la dictadura y los gobiernos de la Concertación, con la imposición del
modelo neoliberal y la penetración y expansión de la industria forestal,
hidroeléctricas y mineras, prosiguieron con la depredación del país y del mundo
mapuche.
Esto es lo que tiene a los comuneros en huelga de hambre y a
otros mapuches presos, porque se siente violentado y con el derecho a
defenderse ante el peso histórico e histérico de la noche del racismo del
Estado chileno.
tricot18@gmail.com
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