Por Leandro Albani
“En dos horas no puedes convertirte en un profesional, pero
damos a los visitantes la conciencia de lo que significa mantener tu vida a
salvo, a tu comunidad y a tu familia”, dice Sharon Gat con una sonrisa
brillante que resplandece por los territorios palestinos ocupados, donde ahora
pisa este coronel de reserva del Ejército de Israel.
El orgullo de Gat es Calibre 3, una empresa de seguridad que
nació al calor de la lucha contra el terrorismo desatada por Estados Unidos
luego de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York en septiembre de
2001. Desde esa fecha, la industria de las denominadas “empresas contratistas”
se expandió como un reguero de pólvora (literal) por Afganistán e Irak, y tuvo
su punto de mayor esplendor con la invasión estadounidense a suelo iraquí en
2003. Blackwater, DynCorp o Halliburton fueron las compañías que llevaron al
terreno una de las propuestas insignias de los neoconservadores encabezados por
George W. Bush: privatizar absolutamente todo lo que se cruce en el camino,
expandir por el mundo una política de guerra permanente y permitir a las
grandes empresas -en las que los neoconservadores eran sus principales
directivos-, firmar contratos millonarios con los estados, aunque los
resultados positivos todavía se están esperando.
Días atrás, la agencia Europa Prees difundió un despacho
donde se mostraban las virtudes de Calibre 3. “Una empresa israelí enseña a los
turistas a defenderse de ataques terroristas a través de simulacros en un campo
de entrenamiento en la parte ocupada de Cisjordania”, explicaban las primeras
líneas del artículo. El lugar al que los turistas acuden en busca de un poco de
acción es el bloque de asentamientos de Gush Etzion, construido en territorio
palestino ocupado por Israel. Las instalaciones de Calibre 3 son similares a
las que utiliza el ejército israelí y las tarifas por un día de furia son de
115 dólares para los adultos y 85 para los niños.
Claro que ni Gat, ni sus empleados (ex oficiales israelíes
entrenados para las represión sistemática de los palestinos) y muchos menos los
turistas que llegan de Estados Unidos, China, Japón, India o América del Sur,
reparan en que los asentamientos israelíes son condenados por Naciones Unidas y
buena parte de los países del mundo. Ni tampoco se cuestionan que en esas
tierras donde florece Calibre 3 hace apenas unas décadas vivían palestinos y
palestinas que fueron expulsados por las fuerzas militares. Y mucho menos se
pregunta qué fue de la vida de esos habitantes, porque en la compañía de Gat el
objetivo es disparar, atacar y aprender el arte de ultimar a un terrorista.
“Es una atracción que no pueden ver en otra parte”, afirma
Gat a Europa Press y, conocedor de su negocio, señala que Calibre 3 es “el
punto culminante” de muchos turistas que llegan a Israel.
Y como la violencia es el atractivo principal, la compañía
ofrece los mejores escenarios para el combate: un mercado de frutas, donde los
turistas presencian el accionar de ex soldados israelíes para derribar a un
“atacante” o cómo utilizan perros para impedir un robo.
Pero los turistas no son meros espectador. Los entrenadores
de Calibre 3 los instruyen en “cómo averiguar si una figura de un hombre árabe
con un teléfono móvil constituye una amenaza para la seguridad y deben
dispararle”, según Europa Press.
Calibre 3, como sus empresas hermanas de Estados Unidos, se
fundó en 2003, al calor de la “lucha internacional contra el terrorismo”, y en
un principio tuvo la tarea de entrenar a guardias de seguridad israelíes.
Cuando la compañía iniciaba su camino por los redituables
laberintos de la guerra, Gat aseguraba que los colonos judíos que habitan los
territorios palestinos ocupados debían estar armados y entrenados para repeler
esa categoría amplia y abarcadora que es el “terrorismo”.
En declaraciones a la agencia Efe en 2010, el coronel de
reserva se enorgullecía al decir que su compañía permitía que cada día se
entrenaran en defensa personal y lucha armada unas 150 personas. En ese
entonces, Gat afirmaba que Israel estaba rodeado de vecinos hostiles, en
especial vecinos palestinos, razón por la cual en su país “el terrorismo está
en todas partes”. “Si de repente empieza un ataque porque se ha infiltrado un
terrorista hay que reaccionar”, alertaba el dueño de Calibre 3.
Desde el comienzo, la empresa postuló que su objetivo es
“diseñar e implementar soluciones de defensa eficaces a nivel mundial”, por lo
cual sus “servicios” han llegado a África, Asia y América Central y la firma
fundó Calibre 3 Internacional (http://www.caliber3international.com), portal en
el que se pueden hacer consultas para las prácticas de “combate sorpresa” o
“limpieza de habitaciones y múltiples posiciones de tiro”.
Además de sus propios medios, Calibre 3 cuenta con la
cooperación de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) que “incluye un alto
nivel de operaciones de entrenamiento contra potenciales ataques terroristas en
áreas civiles”. “Nuestros instructores son miembros activos de unidades
antiterroristas del FDI, íntimamente familiarizados con las últimas técnicas y
métodos para combatir el terrorismo”, promociona la compañía, haciendo alarde
de que en sus filas se encuentran los soldados de uno de los ejércitos más
cuestionados del mundo por sus sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
Según la periodista estadounidense Naomi Klein, compañías
como Calibre 3 fueron impulsoras de un nuevo mercado de exportación que trajo
lucrativos dividendos a Israel. Klein explicó que en la nueva cruzada contra el
terrorismo encabezada por Estados Unidos desde 2001, en Israel “se abrieron
nuevos horizontes de beneficio para cualquier compañía que se declarara capaz
de detectar terroristas en masa, sellar fronteras frente a cualquier ataque y
sacar confesiones de prisioneros mudos”.
“La participación de
turistas en entrenamientos en estos campamentos construidos en tierras
palestinas ocupadas significa que apoyan la ocupación. Nosotros pedimos que
pongan fin a estas prácticas”, aseveró recientemente a la agencia Reuters Yasir
Sobí, alcalde de ciudad palestina de Al Jader.
Una “manera cínica y poco apropiada para ganar dinero con el
conflicto israelí-palestino”, resumió Yotam Yaakoba, portavoz de la ONG isrelí
Peace Now.
Fusiles de asalto M16, subfusiles Mini Uzi o el nacional
mini Travor están al alcance de las manos de amas de casa, abogados,
empresarios, ingenieros y hasta niños que participan de la “gran atracción
turística” que ofrece la empresa de Gat. Y, por supuesto, los entrenadores de
Calibre 3, siempre atentos, ofrecen a los turistas la cantidad necesaria de
municiones para destrozar a una legión desaforada de terroristas, sean quienes
sean esos terroristas.
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