La República Bolivariana de Venezuela ha sido sometida a una
jornada supremamente dura al obligarle a padecer una prolongada, cierta e
intensa campaña en lo físico, cultural y
emocional. Primero le han generado un cambio total en sus hábitos alimenticios
y aseo personal, luego en la forma de relacionarse con su familiares y amigos
y, posteriormente, con todo su entorno;
tanto que ya no existe el vecino, el otro sino el aliado o el enemigo.
Nuestros hábitos y cultura de consumista, del derroche y
despilfarro se han visto sustancialmente afectados.
Es indudable que nuestros hábitos y relaciones han cambiado.
Ahora todas las familias cuentan con alguien fuera del país y
todos los días somos sometidos a distintos tipos de amenazas; tanto en lo
personal como en lo colectivo.
En los noticieros sólo se destaca en forma alevosa lo
negativo. Se miente y mal informa descarada y vergonzosamente; se quiere que ya
no razonemos sino que ciego de furia asesinamos al otro. Le metemos candela
pero antes le damos unas puñaladas.
Nos impulsan a quemarlo todo, a desconocer todo, a no
respetar ni someternos a ninguna ley... Pero Venezuela no ha cambiado su
esencia. Sigue siendo y siempre será una gran nación de profunda y verdadera
independencia, de libertades, solidaria, humorista, cargada de memoria y
referencias; por eso nuestras cuadras en Caracas llevan nombres como pajaritos,
el chorro, catedral, conde y si es un callejón es el de la puñalada, allí donde
usted encontrará, de seguro, algún amigo.
El humor, no lo hemos perdido, el ser jodedor aún molesta y
desconcierta a la amargura, se burla y le lanza destellos de nuestro ingenio a
la burda miseria, al servilismo, al perro echado y manso de la nación del
frente y también a la hiena que con profunda envidia nos acosa y persigue. Al
lobo que tenemos al lado. A los tigres y águilas financieras también les hemos
contado algunas historias de esas de tío
tigre y tío conejo.
Es decir, seguimos siendo profundamente venezolanos.
Libertarios, dispuestos, independientes, jodedores y como nación resolvimos
vivir en paz. Y eso lo resolvimos porque nos conocemos. Porque sabemos lo
profundamente violentos y tenaces que somos. Por eso siempre respiramos hondo y
le decimos al pelele que tenemos al frente, " quédate quieto", "
deja la vaina"
Y hoy le decimos " no te metas conmigo que estoy
quieto, deja, deejaa".
Es así como Venezuela ya no encuentra la forma de llamar a
la cordura al pelele ese y respira hondo; porque nosotros los venezolanos, los
que somos solidarios, jodedores, libertarios, independientes resolvimos vivir
en paz, con alegría, sin balas, sin amenazas, sin chantajes, sin terror y ser
profundamente democráticos y tolerante.
Aquí la única carta, la única resolución que se aplicará
será la de la humanidad y el amor. La de la justicia y la convivencia en paz.
Allá tú con tu odio, tu indignidad, tu servilismo, tu
violencia. Quédate seco, en esa esquina con tu plantón que nosotros sabemos muy
bien que la vida, la alegría, el amor está en otra parte. En nuestra esencia,
en nuestra resolución y nuestra apuesta por la paz, por el amor.
elpoetalopez@gmail.com
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