Por Leandro Albani
Si en Medio Oriente faltaba una nueva crisis, el lunes
pasado se esparció un nuevo cimbronazo por la región. El epicentro es Qatar,
monarquía del Golfo Pérsico a la cual sus vecinos apuntaron con toda la fuerza,
hasta el punto de romper las relaciones diplomáticas con Doha.
Encabezados por Arabia Saudí, siete países árabes (Emiratos
Árabes Unidos, Barhein, Libia, Yemen, Jordania y Egipto) acusaron a la
monarquía qatarí de apoyar a grupos terroristas. Aunque las tensiones entre
Qatar y sus vecinos se remontan a varios años atrás -sobre todo luego de 2011 y
el comienzo de la Primavera Árabe-, en los últimos días el fuego cruzado no
dejó de escalar peligrosamente.
La semana pasada, la agencia de noticias qatarí (QNA) publicó
unas declaraciones del emir Hamad bin Jalifa al-Thani en las que criticaba a
las naciones del Golfo Pérsico por sus posturas contra Irán y alertaba sobre
las “tensiones” con Estados Unidos. El mismo día que aparecieron las
declaraciones, desde QNA denunciaron que la agencia había sufrido un ataque
cibernético y negaron la veracidad de las palabras del emir de Qatar.
Igualmente, Arabia Saudí y sus aliados en la región criticaron a la monarquía
de Doha y la acusaron de respaldar al terrorismo.
Para desentrañar un conflicto que parece lejano para América
Latina, pero que ya tiene fuertes repercusiones internacionales, dialogamos
como Rafael Robles Gil Cozzi, Maestro en Estudios Islámicos por la Universidad
Hamad Bin Khalifa de Qatar y Politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM).
Gil Cozzi, que en la actualidad se encuentra en Qatar
realizando una investigación sobre sectarismo y política en los países del
Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), se encarga en esta entrevista de deshilvanar
las razones concretas detrás de la crisis en la Península Arábiga y
analiza la influencia de Estados Unidos,
teniendo en cuenta la reciente visita de Donald Trump a Riad, en la cual apuntó
contra Irán y sentenció una nueva alianza política, económica y militar con la
Casa Saud.
-¿Cuáles son las principales razones para que cuatro países
árabes hayan cortado las relaciones con Qatar?
-Los motivos que discursivamente han esgrimido es que Qatar
apoya y financia grupos terroristas y que es una amenaza para la región. Las
razones reales distan mucho de esa conjetura. Una de las más poderosas razones
es la urgencia de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí por frenar el
imparable ascenso de Qatar como potencia mediana a escala global y obstaculizar
su creciente influencia geopolítica regional. Desde hace una década, Qatar se
ha convertido en el centro de mediación por excelencia en la región más volátil
del mundo: en Doha se han resuelto diferendos entre Hezbolá y el gobierno
libanés, disputas entre el Talibán y el gobierno afgano –de hecho el Talibán
tiene una oficina diplomática ahí-; también se han exiliado muchos de los
líderes del Hamás palestino y decenas de miles de egipcios que son militantes y
líderes de la Hermandad Musulmana. Qatar es además líder MICE (Meetings,
Investments, Conferencing and Exhibitions) en todo el Medio Oriente y sus soft
powers educativo (Education City) y deportivo (ser sede de cada vez más eventos
deportivos de talla mundial) no tienen parangón entre los países miembros del
Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
Esto va ligado a una segunda razón: la política exterior
qatarí, que es muy independiente de los lineamientos del CCG, astutamente
pragmática y, sobre todo, altamente
efectiva. Esto le ha permitido a Qatar tener un picaporte con docenas de grupos
políticos y sociales en buena parte del mundo islámico. Evidentemente esto
implica que no siempre se sujeta a los lineamientos que dicta Riad. Qatar ve en
el CCG más bien un mal necesario, pero muchas veces actúa y opera a pesar de
él. Pertenecer a dicho organismo en ocasiones termina por limitar más que
posibilitar el desarrollo qatarí.
Una tercera razón obedece a las relaciones que Doha mantiene
con Teherán, a pesar de los deseos de Arabia Saudí de que estos lazos se
rompan. No podemos olvidar que Qatar comparte más de 200 kilómetros de frontera
marítima con Irán y justo ahí yacen enormes reservas de gas que ambas naciones
comparten.
Una cuarta razón, pero no menos importante, es el apoyo
mediático que Qatar brindó a la llamada Primavera Árabe y la amplia cobertura a
los esfuerzos insurgentes y revolucionarios, los mismos que tuvieron réplicas
en Bahrein y Arabia Saudí y amenazaron con desestabilizar esos regímenes.
En otras palabras, podemos leer la ofensiva diplomática como
una movida contrarrevolucionaria, un castigo a la no sujeción, una decapitación
a un ascendente liderazgo regional y un deseo de complacer –y someterse- a la
brevedad a la retórica de Donald Trump luego de su visita el mes pasado a la
capital saudí.
-¿Qué consecuencias tiene para el Golfo Pérsico la actual
crisis diplomática?
-En la presente coyuntura se evidencia el carácter
neurálgico del Golfo Pérsico, que si bien no es la zona de guerra y
confrontación bélica que acapara las noticias sobre el Medio Oriente, sí es el
lugar desde donde se diseñan, financian, resuelven, apoyan o contienen gran
parte de los conflictos actuales de la región. La actual crisis diplomática
pone en riesgo la unidad del CCG y erosiona su imagen al exterior como espacio
de estabilidad para las inversiones. Una de las consecuencias más delicadas es
que la seguridad que presumen muchos de estos países en medio de una zona
volátil está en riesgo y ahora el Golfo se vuelve, una vez más, un blanco
atractivo para atentados que lo desestabilicen. La crisis actual afecta a
millones de ciudadanos y residentes que tienen una movilidad habitual entre los
países miembros del CCG y que ahora se ven atrapados en el cierre de fronteras.
Por otro lado, hay un reajuste de gran calado en el volumen y origen de las
importaciones que abastecen a Qatar, que depende casi al 100 por ciento de
alimentos producidos en el exterior, entre otros bienes. Lo anterior sugiere
que, aún si la crisis se resuelve, las relaciones entre los países árabes del
Golfo no regresarán a su salud previa y Qatar explorará nuevas y más intensas
relaciones con países musulmanes no árabes como Turquía, Pakistán e incluso
Irán.
-¿El gobierno de Teherán será afectado con esta crisis?
-En el caso de Irán, que domina el lado este del Golfo,
podemos decir que es el gran ganador de esta crisis, pues se evidencia que el
odio del CCG hacia él no es unánime y que las relaciones con Teherán definen en
buena medida el ajedrez de adversarios del Oriente Medio, además de que la fragmentación
y debilitamiento del organismo árabe será siempre un juego de suma positiva
para Irán.
-¿Cuánto influenció la visita de Donald Trump a Arabia Saudí
para que este país rompa sus relaciones con Qatar?
-La visita de Trump a Riad, y sobre todo su discurso en el
que enlistó a los “enemigos” a vencer, cayó como anillo al dedo a los monarcas
saudíes, emiratíes y bahreiníes, quienes esperaban con ansia la luz verde para
emprender la ofensiva contrarrevolucionaria tan esperada, con nombres y
apellidos. Concretamente, el castigo a Qatar por el papel que desempeñó en la
Primavera Árabe y su política de puertas abiertas a los exiliados de la
Hermandad Musulmana y de Hamás. Los monarcas que aislaron a Qatar buscaron
demostrarle a Trump una inmediata forma de alineación, y creyeron que con eso
estaban comprando una especie de seguro político con Washington y que al mismo
tiempo soslayara las pugnas internas que existen en los palacios reales de Riad
y Abu Dhabi.
-Las tensiones entre Qatar y Arabia Saudí y EAU se conocen
desde hace bastante tiempo. ¿Esta nueva situación cómo influirá en Medio
Oriente?
-La nueva situación seguramente afectará las líneas
financieras de apoyo a varios de los grupos políticos activos en países como
Irak, Siria, Yemen, Libia y Egipto. Al mismo tiempo, afectará los modelos de
contención militar implementados a manera de coalición en frentes estratégicos
en los mencionados países. Por otro lado, el liderazgo regional de Qatar se
verá afectado y su condición como refugio de diferentes exiliados se verá
mermado. El caso de Yemen, tan frecuentemente silenciado e ignorado por la
prensa occidental, se trastocará porque los reajustes de los grupos
combatientes apoyados por algunas monarquías no estarán libres de sangre.
Finalmente, y de lo que poco se habla, esto también afectará la situación en
Gaza, pues el golpe a Qatar es también producto de las negociaciones de los
emiratíes en Washington con uno de los más importantes think tanks israelíes
que buscan asfixiar a Hamás y con ello seguir ahorcando a la Franja de Gaza.
-¿Las tensiones entre Qatar y Arabia Saudí pueden desembocar
en conflicto bélico?
-No entre ellos ni con ningún otro miembro del CCG.
Difícilmente habrá derramamiento de sangre en Qatar o Arabia Saudí.
Posiblemente habrá despliegues militares en las fronteras como medida de
presión, pero nunca una operación militar ofensiva. El conflicto bélico
producto de estas tensiones se puede dar, en todo caso, de manera indirecta y
lejos del Golfo. A coordinar guerras “proxy” parecen ya estar acostumbrados los
reyes y príncipes de la península arábiga. Lo que sí puede ocurrir es que luego
del ostracismo contra Qatar, Arabia Saudí y los Emiratos coordinen nuevos y más
agresivos esfuerzos de apoyo a Egipto en la aniquilación de la Hermandad Musulmana
y quizá de Hezbolá, además de que incrementarán la retórica contra Irán con la
esperanza de que eventualmente Trump les haga el favor de intervenir en ese
terreno.
-Ante esta crisis, ¿cómo piensa que van a reaccionar Rusia,
Estados Unidos y Europa?
-Me parece que Rusia seguirá buscando el eje del gas, un
sistema geoestratégico Moscú-Teherán-Doha, y que denunciará la ofensiva
diplomática contra Qatar, que es más bien su aliado energético y un potencial
socio en esa materia. Estados Unidos está mandando mensajes equívocos, mientras
el Pentágono asegura que sus operaciones militares en el Golfo Pérsico
permanecerán intactas ante la crisis. El presidente Trump ha expresado que
Qatar debe modificar severamente su política exterior si quiere continuar como
un actor en la escena internacional. Por su parte, los Emiratos Árabes están en
un cabildeo intenso en Washington para promover que la base militar
estadounidense de Qatar sea trasladada a territorio emiratí. Finalmente, Europa
está jugando al papel de mediador distante, aunque los intereses del Reino
Unido como ex patrón colonial no son los mismos que los de Alemania o Francia.
Tanto británicos como estadounidenses tienen muchos negocios en territorio
qatarí, así que posiblemente la crisis del Golfo sólo sea una ocasión perfecta
para un río revuelto y ganancia de pescadores. Lo cierto es que Qatar en su
agresiva campaña de marca-país puede utilizar este ruido y este foco a su
entero favor. Es cuestión de esperar, porque el balón mundial ya está casi en
su cancha.
leandroalbani@gmail.com
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