viernes, 3 de marzo de 2017

La bioética y el “nuevo periodismo”

Por Rafael A. Ugalde Quirós. 

El culpable de todo esto es el académico norteamericano Peter Singer (La Nación 15/1/17). El experimentado profesor se quejó de las noticias falsas en el periodismo actual y el peligro que ello lleva para la humanidad. Solo pensemos que en el nuevo “gobierno corporativo” de Trump alguien invente que los rusos impulsaron el botón rojo para el lanzamiento de cabezas nucleares contra la OTAN. O que Venezuela tiene ojivas nucleares. ¡Dios mío!



Pero Singer se queda corto en este asunto. Centra muy inteligentemente su atención en los mensajes contra la candidata presidencial Hilary Clinton y sus efectos en las elecciones pasadas en que resultó elegido el millonario Trump. Y advierte sobre lo nefasto que son para la democracia las noticias falsas, lo cual comparto, claro está, eso sí, desde la perspectiva latinoamericana y no anglosajona. ¿Por qué suceden estas cosas en el “nuevo periodismo”?

La filosofía nos ayuda a desentrañar el problema: la bioética, como rama filosófica, nos da a todos los comunicadores (debería dárnoslos) los principios para comportarnos en un sistema democrático como verdaderos seres humanos, a donde nos lleve nuestra labor y con quien estemos; pero me temo que eso no sucede así porque el periodista no se lo propone. Le enseñaron a cuidar su zona de confort. Siempre fue así. Cuando el emperador romano Nerón fue destituido por el Senado, pasaron años sin que las colonias de la Roma Imperial supieran, porque los rudimentarios medios y comunicadores doblaron la cerviz al poderoso Senado. Pasaron siglos -hasta nuestros días- para conocerse dos versiones: por un lado, que Nerón había sido acuchillado, y, por el otro, que su Guardia Pretoriana había sido sobornada por su protegido, Ninfidio Sabino, quien ambicionaba convertirse en emperador.

En todo caso, la verdad fue fríamente alterada para ocultar a las masas la caída a pedacitos de un Imperio, desde cuyo interior ensayaban las más locas alternativas como soluciones. Me parece que hoy como ayer la tarea de la bioética periodística ha de ser separar la realidad de la ficción que crean siempre los distintos intereses para “globalizar” una idea, un pensamiento. Recuerdo en el 2003, cuando George W. Bush invadió Irak porque “el dictador Sadam Husein tiene armas de exterminio masivo”, que no hubo un solo periódico costarricense considerado serio que se preguntara: ¿Y si no las tiene?. Ni siquiera pasó por la mente de los avezados analistas nacionales la posibilidad de que la invasión a este enorme país buscara, en caso que las tuviera, recomponer el mapa militar mundial dividiendo, de hecho como está hoy, en tres porciones su territorio para facilitar el control de la OTAN.

 La realidad y la ficción siempre existieron; sin embargo, pareciera que en el siglo XXI la segunda gana peligrosamente a la primera en forma escalofriante. Y digo que la ficción siempre existió porque quien escribe fue víctima de ella en la entonces Escuela Mixta de Miramar. Allí me enseñaron, mientras gracias al programa de la Alianza para el Progreso me daba un bollo de pan con queso amarillo, que “en la Cuba comunista del dictador Fidel Castro este mataba todos los días un niño para desayunar, mientras usted tiene un rico pedazo de pan”. –

¿Cierto?, nos preguntaba la niña, y como niños que éramos contestábamos en coro: -¡Síiiiiiiiiii! Ahora resulta que Hilary Clinton -me parece que Singer comparte la idea de los hackers rusos contra los demócratas- perdió las elecciones porque fue infiltrada por los rusos y no por incendiar el Medio Oriente y África, hacer yunta con los financistas del Estado Islámico y desatender, entre otros motivos, los pedidos de su rival Bernard “Bernie” Sanders para que los demócratas detuvieran ya esa carnicería y concentraran su atención en la enorme clase media estadounidense que la pasa mal, porque el mundo unipolar, partiendo de un libre comercio no muy libre, “propagan izado” por consorcios como el New York Times y la CNN, resultó un verdadero chasco para el Partido Demócrata, porque hoy el mundo globalizado tiene otros protagonistas “ pesos pesados”.

Además, atendiendo a mi conciencia, digo que Clinton era la peor candidata, si la comparamos con la inteligencia de Sanders. Nos dejó, eso sí, un desesperado intento por salvar un imperio con un “gobierno corporativo”, de muros, de imposición de alianzas, de racismo, religiosidad exacerbada…; en fin, heredamos un mundo con torturas sociales y en el cual cada 70 minutos cayó una bomba gracias a una década de Obama, Premio Nobel de la Paz. Y mis colegas no han dicho -esta boquita es mía.
rafaelangelu@yahoo.com


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