viernes, 3 de marzo de 2017

Derecho Viejo

Por Roberto Marra

La expresión argentina “derecho viejo”, significa que “algo debe hacerse sin demora”. También puede interpretarse como “tomar un rumbo sin desviarse”. Sin embargo, vemos que el Poder Judicial de nuestro País no parece interpretarlo de la misma forma. Si hay una cosa que no cumple es hacer algo sin demora. Además, por lo visto en estos tiempos, su rumbo se desvía permanentemente, pareciendo seguir los designios del poder económico. Hasta se podría decir que forma parte de él, como una corporación imprescindible para resguardar sus intereses y objetivos.



Los “Supremos” se especializan en demorar resoluciones que puedan afectar los intereses corporativos, como cuando se trató de la famosa Ley de Medios, pero corren a los relojes si los perjudicados pueden ser los más vulnerables de la sociedad. No hacen nada “derecho viejo”, cuando de la protección a los trabajadores se trata. Pero sí cuando la demanda es de los grupos económicos más concentrados.

Sin tapujos, son jueces y parte, algunos de ellos, convirtiendo sus fallos en prebendas a sí mismos, con la desfachatez de quien no tiene que rendir cuenta a nadie, pues su poder,  creen, excede al del pueblo que los sostiene.

Pero no solo la Corte Suprema se desvía de sus obligaciones constitucionales y morales. En todos los ámbitos de la justicia nacional o provinciales, existen este tipo de conductas, apañadas por cierto poder político que obtiene, por ello, ventajas temporales para dar continuidad a sus malversaciones de la confianza pública.

No son novedosas estas formas de “impartir justicia”. Prácticamente desde los comienzos de nuestra Patria, las oligarquías se apoderaron de este sector donde se decide sobre la legalidad, aportando apellidos que hasta hoy en día continúan incólumes transitando los pasillos de los tribunales, intocables e inconmovibles, ocupando los más importantes cargos.

Sus presencias y las de sus acólitos de apellidos menos ilustres, tienen un solo objetivo: evitar el cambio. Uno que le dé, al viejo derecho, la necesaria renovación de conceptos y valores, capaces de empoderar a los verdaderos dueños del destino de una Nación: su Pueblo. Uno que le otorgue a la Sociedad el sostén moral de una Justicia respetuosa de las decisiones que sus mandantes tomen. Uno que acepte siempre, que todo debe hacerse sin extraviar su rumbo, “derecho viejo”.


ro_marra@hotmail.com

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