Por Efer Arocha
La razón, lo lógico, que debiera ser el horizonte de las
conductas humanas, se encuentra tan lejos, tan lejos, que está aún en la Edad
de Piedra. De ahí que fuimos sorprendidos con el resultado del plebiscito de
ayer en Colombia, hecho inexplicable para la prensa mundial que fue testigo de
la firma de la PAZ en Cartagena, ante el telón de fondo de personalidades
mundiales, como lo fueron el Canciller de los Estados Unidos, la representante
máxima de la diplomacia europea, el secretario general de las Naciones Unidas,
numerosos presidentes latinoamericanos, otras delegaciones extranjeras y
nacionales. Por ello la prensa internacional lo daba como modelo de comprensión
en la terminación de un conflicto bélico que podría servir como ejemplo para
resolver confrontaciones en otras latitudes. No fue así, porque hoy con la
victoria del No se enarbolan los odios, la venganza, la muerte.
En la bandera nacional una idea de aplauso de agregarle
temporalmente una franja blanca como símbolo de una presunta reconciliación ha
desaparecido, cortada por las tijeras de la futura sangre y de los futuros
lutos, y en su reemplazo hoy hay una franja negra se ha instalado. ¡Qué
Ironía!, en las funerarias colombianas son los padres y los abuelos que
entierra a sus hijos y a sus nietos, y no lo contrario como es natural. ¡Qué
vergüenza Colombia!, suelo de mis anhelos, suelo de mi esperanza. La insania de
los mercaderes del dolor ha triunfado, ¡qué absurdo!, la paloma de la PAZ ha
caído en un vuelo vertical.
Me siento compungido de manera insólita por las futuras
mortajas que serán cirros en el cielo de Colón. ¡Qué desasosiego para el
descubridor de América!; tampoco me reconozco en esa parte de Colombia que con
su voto grita ¡Viva la guerra!, y festeja las lágrimas de todo el conflicto. No
hay duda que es una minoría que le dio cabida y fuerza a las rencillas donde
pudo más la politiquería nacional que el interés para la construcción de una
Nación poderosa y pujante. Esas son las miserias de la incultura y el atraso,
que también se refleja en el 63% de sus habitantes que no participaron en la
actividad electoral; 53.000 votos es una victoria pírrica de la estulticia. Por
esto, es que con toda vehemencia grito: ¡No a la guerra!, ¡Viva la PAZ! la que
obtendremos tarde o temprano.
asocamerlat.bis@gmail.com
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