Por: Miguel A Espino Pêrigault
La ideología de género y el
fundamentalismo islámico (mencionadas en ese orden) son las dos grandes
amenazas que afronta la humanidad hoy y la batalla contra esas amenazas es por
la humanidad. Así lo denunció (Infovaticana.com, 24/05/16) el cardenal africano
(Guinea), Robert Sarah, Prefecto para la Congregación del Culto Divino y los
Sacramentos. Nada menos.
El cardenal hablaba ante los
periodistas, tras su conferencia sobre ‘La teoría de género y sus
repercusiones’, en la Universidad Católica de Ávila (España). Señaló que “la
ideología de género quiere desprender al hombre de la sexualidad” y que “este
es el camino para destruir la familia, la antropología cristiana y, en definitiva,
el plan de Dios”. Se preguntó cómo era posible que personas de educación
superior no conocieran lo que es la ideología de género. “¡Si esto lo sabe todo
el mundo!”, exclamó.
Entonces recordé los nombres ya muy
conocidos de algunos diputados nuestros y de otras personas quienes, como
ellos, pertenecen al género de los tenaces promotores de una ideología cuya
perversidad quizá desconocen. Adoptar o seguir la ideología de género es un
derecho de todos en democracia, que debemos respetar. El problema está en el
activismo político y sus repercusiones que han llevado en muchos países, a
situaciones de persecución, intolerancia y discriminación contra personas o
institución es que, con todo derecho, no comparten esa ideología ni sus
prácticas. Prácticas que, en muchos países, las autoridades imponen a la
fuerza, incluso a pesar del rechazo mediante referendo.
En los EE.UU., Canadá y la Unión
Europea se dan estos problemas que vulneran derechos constitucionales de
libertad de conciencia, prácticas religiosas y hasta empresariales. Pastores
religiosos, médicos, educadores y periodistas han sido los más perseguidos por
la intolerancia resultante de esa ideología. Pero, todo ello silenciado por los
grandes medios internacionales del llamado “imperialismo ideológico” (CNN y
NTN-24, p.e). Lo silencian, también, la mayoría de los medios criollos
mediocres.
Y todo esto empieza muy en chiquito,
en voz bajita y vestidito de inocencia: Todo empieza con leyes sobre salud
sexual y reproductivas y leyes contra discriminaciones contra el género e
identidad sexual, provenientes de las Naciones Unidas. No hay peores ciegos que
quienes no quieren ver. ¡A quitarse las orejeras mentales
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