lunes, 15 de agosto de 2016

La falta de vergüenza aniquilara al capitalismo


Venezuela
Por Jesús Arenas
El egoísmo, así con mayúscula, es la más desesperante. Una caterva de  seres sedientos y dedicados a incrementar los desafueros en la sociedad, trastornaron los esquemas mentales de gran parte de la humanidad. Mediante un bombardeo continuo de ansiedades y necesidades supuestamente apremiantes, desataron una orgia de consumismo exagerado. La estrategia consistió en adueñarse de los sitios vitales para domeñar voluntades. Así vimos como la comunicación perdió su papel educativo y se convirtió en un medio de penetración ideológica deformante. Aquellos tenues valores inculcados por padres conscientes de su rol y de gobernantes equilibrados, desapareció con mayor velocidad.
Un gobierno poseso se encargó de diezmar la moral y los residuos de honestidad y felicidad que, aunque diezmada, aun se conseguía en los estantes del razonamiento social. De la noche a la mañana, calculando el tiempo y el espacio según sus propias marcas, el mundo se volvió insolente. Las manos amplificadas del agiotismo invadieron los centros financieros, corrompió con inusitada ambición a sus integrantes y se desparramó por el planeta una ola rebatiña de bienes ajenos y de conductas diabólicas individuales. Acentuado el “uniquismo” los demás se transformaron en simples rellenos del gran circo pirañero.
La vergüenza como fiel compañera del recato y el respeto se despojó de su sonrisa y extendió los ataques despiadados contra todo aquello que significara lealtad, honradez, amor, tolerancia, soberanía, libertad y solidaridad. Se crearon reinos dentro de los países. El poder económico asaltó los Estados débiles e inicio el saqueo inmisericorde de todo lo que representara patria libre e independiente. Muy furtivamente los grandes saqueadores imperiales fueron esquilmando y arrebatando costumbres, leyendas, riquezas y hasta gustos individuales. Sometidos a una soledad de clases, los valientes que se opusieron al robo fueron exterminados con acusaciones falsas y hasta con balazos en la frente.
La soberbia dominó al mundo. La táctica no es dilatoria, es consecutiva, permanente y efectivamente destructiva. El concepto de libertad ha variado en esas nuevas fauces porque ha sido secuestrada. Condenada a una perpetua apropiación, sus próvidas manitas están sujetas con grillos de alta potencia y densidad. Cualquier resquicio de soberanía se corrompe o lo pervierte la interpretación amañada del mejor postor. La naturaleza está ofendida porque igual es víctima del aprovechamiento indiscriminado. Y aunque parezca utópico no desconocemos que hay cerrados cubículos de conspiradores importados atacándonos por todos los lados existenciales.
Una cofradía arrebató las decisiones de los humanos. Los colectivos presionan pero son impotentes ante las armas y el poder de corrupción que poseen las maquinarias aceitadas del capitalismo imperante. Los conceptos de patria se diluyen, porque las mentes infernales están convencidas que mientras permanezca ese pensamiento libertario el camino para la conquista de la vida en todo sus matices, trastorna sus programadas ambiciones. No es un secreto que existe un plan en proceso para convertirnos en rediles de zombis, antes de llevarnos a la horca. Una señal clara es la creación de ejércitos sanguinarios que amenazan constantemente las bondades existentes.
La idea no es solo arruinar nuestras economías  sino instalar una forma de civilización depredadora. El coroto de los clanes poderosos se va asegurando con grandes expediciones y exploraciones científicas. La ciencia ha perdido su fin inteligente y ha sido apiñada por intereses personales integrados a las grandes conspiraciones del universo. El mal es grande y es peor. No solo han dañado conciencias sino que alimentan propósitos de largo alcance e inimaginables. Las formulas aplicadas para el cálculo actual de ganancias ya han sido rebasadas en los laboratorios imperiales. La ciencia y sus adláteres laboran en conjunto para continuar el preconcebido programa de alienación y despojo.
La olla luce putrefacta y destapada. Lo triste de la situación es que no hay suficientes fuerzas para detenerlos. Chávez, predestinado a contener esa ola infernal fue sacado del plan  aunque la etapa que le correspondió adelantar aun cuenta con un POR AHORA. Las hordas perversas que agobian en la actualidad a la civilización, han recibido un plazo y un aliento que se orienta a permitirles proseguir con la destrucción de cualquiera razonabilidad social, a sabiendas que el tiempo se les agrieta día a día. Las campanadas del fin atormentan e inquietan al capitalismo. La desvergüenza azota su rostro diariamente, porque sus errores se multiplican. Pronto veremos como el sonrojo incendiará los vestigios de pudor que pudieran sobrevivir en las calenturientas cabezas del imperio capitalista. Su pueblo pacientemente espera soluciones dentro de la paz y ésta no la garantiza sus actuales aspirantes a dirigirlos. Los pueblos subyugados por lo externo deben inevitablemente reaccionar depurando sus agentes visibles e invisibles que están en el patio interno permanente conspirando socavando las bases morales que resisten.

Publicación Barómetro 15-08-16
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