José Eulicer Mosquera Rentería
La dirigencia del actual
paro cívico del pueblo chocoano presenta
al gobierno Nacional, un pliego con peticiones concretas, de fondos y viables.
Si realmente hay voluntad político – administrativa.
He escuchado decir por los grandes medios a representantes del
Gobierno Nacional como el Ministro del Medio Ambiente Luis Gilberto Murillo y
al Ministro del Interior (E), Guillermo Rivera, y a periodistas como Darío
Arismendi, que las peticiones que ha presentado la dirigencia del Paro Cívico
del Chocó, en desarrollo, se tornan descabelladas cuando hablan de concertar un
nuevo modelo de desarrollo para el departamento.
Que “eso no es posible
porque ni siquiera en La Habana se está negociando un nuevo modelo de
desarrollo para el país”. Qué “Para el Chocó lo qué se propone el gobierno es
estimular la inversión privada”, un cuento barato de antaño; y “que tal que
para cada región de Colombia se pusiera en práctica un modelo de desarrollo”.
Pero para mí, quienes están equivocados de cabo a rabo son los
representantes del gobierno y aquellos periodistas lambones de los mandatarios
a cambio de jugosos contratos publicitarios. Empezando porque en La Habana sí
se están negociando cambios en el modelo de desarrollo del país, sin embargo
nuestras reivindicaciones no pueden supeditarse a esas importantes
negociaciones.
A estos personajes, dada su mentalidad reaccionaria, se les nota
el afán de mostrarse como los más fieles guardianes del ordenamiento
capitalista, dedicándose a rechazar toda propuesta de soluciones colectivas al
considerarlas atrasadas y próximas al socialismo o al “castro-chavismo”, como
dice el otro ultraderechista. Parece que no entendieran que un sistema
socioeconómico puede tener varios modelos y formas de ponerlo en práctica. Por
ejemplo, una cosa son los sistemas capitalistas de Gran Bretaña, Francia y
Alemania; otra los de los países escandinavos: Noruega, Suecia y Dinamarca; y
otra el de España, Israel o Finlandia; otra el de Rusia; y muy diferente a
todos los anteriores es el de Estados Unidos de América.
Pero en todos esos países la propuesta colectivista cooperativa ha
jugado un papel importante, teniendo en una más incidencia que en otros en las
dinámicas socioeconómicas de determinadas regiones y/o sectores de la economía.
En Guyana, Israel y el País
Vasco, por ejemplo, la empresa cooperativa es la base de sus respectivas
economías. Sin embargo, en países como Polonia, Rusia, Finlandia y los
escandinavos, la empresa cooperativa juega un papel determinante en sectores
agroindustriales y de producción y distribución de alimentos, y en la
administración y operación portuaria. Con lo cual se ha garantizado eficiencia,
elevada productividad, progreso sostenible de las comunidades y altos niveles
de vida.
Lo que
está demostrado es que cada país debe formular y poner a andar el modelo de
desarrollo económico que más le convenga, acorde a sus condiciones históricas,
sociales territoriales/ambientales y culturales; dejando atrás la dependencia
de los dictados de los gobiernos de las potencias europeas y de los Estados
Unidos, como ha ocurrido con los gobiernos de Colombia. Sobre todo en nuestro
país, los gobernantes mantienen una mentalidad colonialista frente a las
comunidades indígenas y afrocolombianas, y pretenden mantenerlas excluidas y
neutralizadas a base de paliativos, sin ofrecerles soluciones de fondo a sus
problemáticas históricas y colocando barreras infranqueables frente a las
propuestas de soluciones concretas, pertinentes, de fondo y de grandes alcances
presentadas por las mismas.
Es sabido que la Región Pacífico y el Chocó Biogeográfico
constituyen uno de los grandes patrimonios ecológicos de nuestro país y del
planeta. Con unos ecosistemas frágiles que exigen ser tratados con mucho
cuidado en aras de su conservación.
La cultura y la
vida misma de las comunidades de esta región se encuentran ligados a unos
ecosistemas en equilibrio, por lo tanto no constituye para ellos mayor
esfuerzo cumplir cualquier compromiso en relación con su cuidado y
protección.
Nuestros pueblos
cuentan con una posición privilegiada en la medida que están
localizados en los más maravillosos y ricos ecosistemas del mundo, lo cual ha
despertado la codicia de ciertos grupos dedicados a la explotación y al
saqueo, y que han mostrado sus pretensiones de invadir nuestras tierras
desplazando a nuestras gentes de las mismas; ahora, cuando los recursos del
Atlántico han llegado al agotamiento por el uso irracional de la ciencia y la
tecnología por parte de grandes compañías nacionales, transnacionales y
multinacionales, con todas las graves consecuencias para la vida en nuestro
planeta. Así mismo, es sabido la importancia para la supervivencia humana y el
fortalecimiento económico que ha cobrado la biodiversidad, la riqueza genética
y los conocimientos acumulados por las comunidades étnicas en relación con los
ecosistemas en equilibrio, las patentes y regalías que generan. Todo lo cual
hace sumamente necesario defender nuestro gran patrimonio territorial/ambiental
y ancestral; y de allí la necesidad de implementar un modelo o tipo de
desarrollo nuevo, diferente al que tradicionalmente se ha puesto en práctica,
es decir, diferente al neocolonial.
Es inaceptable que siempre que se hable de
desarrollo, los gobiernos y sus representantes planteen que este solo se puede
dar mediante la inversión privada y de las grandes empresas capitalistas,
nacionales y extranjeras, cuando en realidad a este tipo de inversionistas no
les interesa la suerte de las comunidades sino el saqueo de los recursos
naturales mediante la supe explotación de la mano de obra nativa, sin
importarles la destrucción de los ecosistemas de sus territorios ni dejarlas
más pobres que antes. Ya esta dolorosa experiencia la vivimos en la Región
Pacífico con la Compañía Minera Chocó Pacífico, filial de la International
Mining Corporation de New York, Triples Pizano S.A. y Maderas del Darién, entre
otras; y ya la han vivido muchos otros pueblos de las Américas, África, Asia y
Oceanía.
En 1987 Naciones Unidas
creó la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo, liderada por la Dra.
Harlem Bruntland, que finalmente produjo el denominado “Informe de Bruntland,
Nuestro Futuro Común”, que en algunos de sus apartes llamó la atención al mundo
sobre la necesidad urgente de un desarrollo económico balanceado entre lo
ambiental y la equidad social, oficializándose por primera vez la definición de
desarrollo sustentable/sostenible, y concluyendo que:
“Un desarrollo
sostenible requiere (...) un sistema de producción que cumpla el imperativo de
preservar el medio ambiente. El requisito de la sostenibilidad es una condición
ineludible del desarrollo y obliga, por tanto, a cambiar el modelo imperante. Esto
es lo que se refleja, también, en el dramático llamamiento a la acción, citado
anteriormente… Si la supervivencia del planeta está en peligro, la eliminación
de este riesgo constituye la tarea prioritaria e ineludible. Así que la
dimensión ambiental (la sostenibilidad) es la determinante”.
Durante unos cinco años, entre 1987 y 1992, con un grupo
interdisciplinar de quijotes realizamos estudios socioeconómicos por todo el
pacífico colombiano, desde Tumaco hasta Juradó, con el ferviente deseo de
aportar a la superación del estado de marginalidad histórica de nuestras
comunidades. Uno de los resultados de esos estudios fue la formulación del Plan
de Desarrollo Empresarial para las Comunidades del Pacífico Colombiano,
considerando a la empresa cooperativa como el instrumento
económico/organizativo más adecuada, por muchas razones. Desde esa fecha
también, empecé a escribir mi libro “Los Grandes Retos Que Debe Resolver el
Pueblo Afrocolombiano”, cuya primera edición salió en 2002 y considero
pertinente transcribir un resumen de su capítulo cuatro a continuación:
Desarrollo económico sostenible y sustentable
Es indiscutible que
"el hombre es un ser cultural", pero el primer aspecto de la cultura
a tener en cuenta, es su aptitud económica, su aptitud productiva,
su aptitud de trabajo, de transformación y creación de nuevos valores
materiales, sin lo cual no garantizaría el primero de los derechos
fundamentales, cual es la vida, su supervivencia.
Carlos Marx demostró
que "el régimen de producción en la vida material determina el carácter
general de los procesos vitales sociales, políticos y espirituales".
Sin lugar a dudas,
que la prioridad uno "A" de nuestras comunidades es elevar la
productividad de su actividad laboral a través de la introducción de
nuevos métodos y tecnologías, y de una actividad económica/empresarial
rentable, que les permita elevar su nivel de vida y capitalizar.
Ganar altos niveles
de vida y solvencia económica son condiciones imprescindibles
para que las comunidades afrocolombianas estén preparadas para afrontar la
internacionalización de la economía y el desarrollo planteado para el
Pacífico, sin sobresaltos dañinos para ellas, el país y el mundo.
Pero a la vez,
existe un interés mundial por la Región del Pacifico como reserva
ecológica, lo que en ningún momento debe significar la privación de nuestras
comunidades de su derecho natural y constitucional al progreso, al desarrollo
autóctono. Se trata de concertar un modelo de
desarrollo, que por una parte limite la acción extractiva sobre
los recursos naturales y las técnicas y tecnologías empleadas no causen
impactos dañinos a los ecosistemas, y que por otra parte, permita elevar
substancialmente el nivel y la calidad de vida de las comunidades
afrocolombianas, colocándolas en una
posición de igualdad real frente a los demás núcleos poblacionales de Colombia.
En las últimas
décadas, en las comunidades afrocolombianas del Pacífico se ha proliferado el
tipo de empresa asociativa y solidaría/cooperativa, por iniciativas propias, y
eso tiene una explicación lógica en el hecho de que como secuela del
colonialismo y el neocolonialismo, no cuentan con recursos para emprender
empresas capitalistas, se trata es de una superación colectiva y además, el
tipo de empresa solidaría/cooperativa cuenta con una legislación que plantea un
respaldo especial del Estado y con el apoyo de la Cooperación Internacional.
Desgraciadamente en
el caso de las organizaciones cooperativas de las comunidades del Pacífico,
los gobiernos nacionales no han cumplido con los apoyos planteados por la
Legislación Cooperativa.
Pero el tipo de
empresa asociativa y solidaria ofrece además otras ventajas:
-Promueve
la solidaridad, la convivencia y la integración entre las
comunidades y entre los individuos;
- A
diferencia de la empresa de capital o comercial, su objetivo último
no es la ganancia, sino el bienestar y la superación de la persona y de la
comunidad en su conjunto. Por ende, es la más llamada a garantizar la
preservación de los ecosistemas en equilibrio, un medio ambiente sano y a
promover los valores culturales autóctonos;
- Son
participativas y auto gestionadas, por lo cual garantizan procesos democráticos
vivos y la capacitación permanente de los asociados y de la comunidad en
general;
- Por su
naturaleza y por ley deben reinvertir más del 50% de sus excedentes de cada
ejercicio económico, en obras y actividades de beneficio social
comunitario y en la mejora de su capacidad productiva o de prestación de
servicios. Pero si consideramos que sus asociados son parte de la comunidad en
su conjunto y se encuentran radicados en ella, podemos concluir que cerca del
100% de los excedentes de cada ejercicio se quedan en la misma, con lo cual se
aceleran su capitalización y desarrollo, es decir, no hay exportación de
capitales hacia otros mercados que es lo que ha determinado que un país como
Israel, por ejemplo, que ha basado su economía en la empresa cooperativa, tenga
tan positivos resultados en poco tiempo. Podemos afirmar entonces que la
empresa cooperativa es una garantía para romper el círculo vicioso de las
economías de enclave y de la descapitalización permanente de nuestras
comunidades;
-La Ley 70 de 1993
plantea dar un apoyo especial a las empresas cooperativas en la orientación
del desarrollo de las comunidades afrocolombianas. La empresa cooperativa pues
supedita el recurso de capital al bienestar de las comunidades, del hombre y
de los ecosistemas, a diferencia de la empresa capitalista o comercial, cuyo
objetivo es la ganancia o utilidad en favor de su propietario, quien puede
llevarse sus recursos para donde le parezca.
Pero las
cooperativas y demás empresas asociativas no tienen éxito en ninguna
parte del mundo si no cuentan con el respaldo del Estado, frente a la gran
empresa capitalista, incluidas las transnacionales.
Esto ha quedado demostrado en los países donde se ha dado un cooperativismo
fuerte, tales como Israel, la anterior Unión Soviética, Suecia, Japón, Estados
Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Guyana, el País Vasco en España, y otros.
Dentro de esta línea
es de suma importancia respaldar proyectos como el de la Central Cooperativa
del Litoral Pacífico, CECOOPAL, el cual consiste en apoyar más de 150
iniciativas empresariales viables en las comunidades del Pacífico, cubriendo
las cinco carencias básicas para hacer empresas en éstas.
-Canalización
y suministro de recursos de capital;
-Transferencia de
tecnologías
adecuadas a nuestras tradiciones productivo-laborales, a la preservación de
los ecosistemas y la biodiversidad, y que a la vez les garanticen
competitividad;
-Establecimiento de
canales adecuados para la comercialización y el mercadeo;
-Capacitación
de la mano de obra; y
-Superación de los niveles organizativos.
El citado proyecto
de CECOOPAL es de suma importancia, en la medida que el desarrollo no es obra
de individualidades aisladas, sino de grandes conglomerados humanos en acción
alrededor de objetivos comunes, de un destino común. El desarrollo entonces
hay que planificarlo por subregiones, regiones y países, no encerrarse
demasiado en lo local, ni mucho menos pretender aplicar a ultranza un solo tipo
de desarrollo a todas las regiones de un país, porque inclusive se torna
inconstitucional, dado que vulnera la diversidad y el derecho a la diferencia.
Respecto al
desarrollo económico dijo el gran líder del Pacífico Colombiano,
Sofonías Yacup Carabalí, en su obra "Litoral Recóndito":
"Descorrido el
denso velo que formaron la incomprensión y la indiferencia,
podremos seguir en línea recta el estudio de las posibilidades nacionales, rectificando errores y
destruyendo preconceptos aprestigiados por el tiempo.
Y al rastrear las
causas de la paralización o decadencia del Litoral Pacífico,
será fácil afirmar que ellas no obedecen a inferior capacidad de trabajo ni a
carencia de iniciativa personal, sino a factores más complejos y variados,
entre los cuales se destaca el desconocimiento de la región y el poco valor que
le han concedido los poderes públicos nacionales.
El fracaso de
hombres de enérgicas iniciativas - procedentes de diferentes
regiones del país y del mundo - en actividad en el Pacifico, nos llevará
lógicamente a la conclusión de que carece de idoneidad para explicar la
realidad histórica, el sistema individualista que considera como factores
exclusivos de la historia a los individuos. No en pocas veces probarán los
hechos que el esfuerzo aislado nada perdurable realiza allá, siquiera se
presentaron los zapadores del engrandecimiento con la persistencia del apostolado.
Otros varones preclaros
surcaron también la vida con su acción, con aspiraciones de
mejoramiento colectivo... y se extinguió su obra…”
Al establecer que
algunas personas y empresas han tenido éxito en la región,
con base en apoyos financieros y tecnológicos externos, llega a las siguientes
conclusiones: “exige la redención del Pacífico una serie de impulsos directores
combinados y sin intermitencia, de la acción individual y de la acción
colectiva, de la privada y de la oficial, que vaya de la periferia al centro y
de éste a la periferia, de tal modo que despierten las masas, les fijen itinerarios
y rumbos..."
En relación con las
comunidades del pacífico y del Chocó Biogeográfico, se trata es de
reivindicarlas, de sacarlas de la marginalidad social histórica y de saldar la
gruesa deuda que tienen con ella el Estado Colombiano y las grandes potencias
beneficiarias del colonialismo y el neocolonialismo. Más no de continuar
entregándoselas a la superexplotación y al saqueo despiadado de capitalistas
nacionales y extranjeros. No tiene razón de ser que hagamos un paro o cualquier
otra acción de lucha social para “reivindicar” la opresión. Las luchas se hacen
por la libertad, la justicia social y la dignidad de los pueblos.
Entre otras cosas,
por cuarta vez se ha formulado el "Plan de Desarrollo Integral Para las
Comunidades Afrocolombianas, Palenqueras y Raizales”, con base en mandato
constitucional y de la Ley 70/93, y con las asesoría y acompañamiento del
Departamento Nacional de Planeación, el cual no se ha ejecutado porque la
resistencia de los viejos paradigmas eurocéntricos, racistas y discriminatorios
de los gobiernos y las mayorías parlamentarias de Colombia, la
irresponsabilidad de las clases dirigentes regionales y locales, al igual que
los vicios de la politiquería tradicional, no lo han hecho posible. Es este plan que debería retomar el
Gobierno Nacional y comprometerse con su ejecución inmediata, si es que en
realidad quiere darle solución de fondo a las graves problemáticas del pueblo
afrocolombiano, porque no se trata solo de resolver el problema de las vías y
de los servicios públicos básicos, sino también generarles oportunidades reales
y dignificantes a estas comunidades, a partir del impulso de sus formas
productivas y socio-laborales tradicionales. A partir de lo cual, podrán
hacerse autosuficientes y cumplir su anhelo de vivir felizmente en sus propios
territorios, dando continuidad al cuidado de tan maravillosos ecosistemas para
bien suyo, de nuestro país y de la humanidad.
Azabache
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