Por Rubén Alexis Hernández:
Ahora bien, el nuevo orden mundial
corporocrático-totalitario, en medio de la terrible pobreza, miseria y hambre
que azota a centenares de millones en el orbe entero, y que empeorará, generará
inevitablemente oposición y reacciones populares violentas, si bien de igual
manera será aceptado por numerosos ciudadanos. De manera que el Statu Quo tiene
que justificar y proteger a como dé lugar la imposición definitiva del orden en
ciernes. Lo justifica, en términos generales, por la necesidad de
alianzas-uniones globales estratégicas ante el supuesto gran peligro que para
la humanidad representan las catástrofes “naturales”, y las consecuencias
ocasionadas por éstas aparentemente desbordan la capacidad de los Estados
nacionales y su institucionalidad para hacer frente a la complicada situación.
Aquí las empresas de “comunicación” juegan un papel
fundamental, haciendo creer a la población que ante crisis como la de la
COVID-19, por ejemplo, se deben acatar las medidas gubernamentales, debido a
que aparentemente éstas van en beneficio del bienestar general, y su
cumplimiento es fundamental para salir con éxito de la crisis. Se llega al
extremo de generar terror, zozobra y paranoia en millones y millones de
personas, y evidentemente un buen número aceptará casi cualquier plan o medida
autoritaria, creyendo que así se cuidará efectivamente. Y como las actuales
administraciones nacionales irán sucumbiendo al poder supranacional, también lo
harán muchos individuos, que irán aceptando el nuevo orden mundial, convencidos
de que es necesario para afrontar los “peligros” globales. A problemas
mundiales, soluciones mundiales.
Y para proteger el orden delincuencial que pretende
consolidar, cuenta la élite económica mundial con elementos como los
siguientes:
1.- Toda una institucionalidad de carácter básicamente
supranacional que velará por los intereses de las corporaciones, asumiendo que
nada está por encima del gran capital.
2.- La defensa a ultranza, aunque cueste creerlo, que
numerosos individuos del común harán de dicho orden progresivamente,
enfrentándose de forma verbal en el proceso a otros individuos. Por ejemplo, en
el caso de la pandemia por COVID-19 notamos como muchas personas han criticado
y condenado a otras por no acatar diversas medidas sanitarias, económicas y
sociales. Y lo más peligroso es que se pudiera llegar a la confrontación
violenta de unos con otros, motivados por el instinto de supervivencia, que
está siendo manejado perversamente por las élites y los Gobiernos.
3.- El apoyo incondicional de las fuerzas armadas,
preparadas para intentar garantizar la estabilidad del nuevo orden a sangre y
fuego y sin límites legales ni morales, a sabiendas que la brutal pobreza y
hambre en crecimiento, desembocará a pesar de la justificación por parte del
Statu Quo, en reacciones antisistema violentas y masivas.
4.- La transformación de la sociedad convencional en una de
tipo virtual-cibernética, donde evidentemente habrá un mayor control y vigilancia
de la población por medio de cualquier herramienta de internet. Nadie que
navegue en la red estará a salvo del alcance de la tiranía del Gran Hermano
electrónico, aunque en realidad esto viene pasando desde hace décadas.
Dicho sea de paso será una sociedad más excluyente y
desigual, considerando por un lado el crecimiento notable del desempleo por una
nueva especialización del trabajo y por el uso creciente de tecnología robótica
en empresas públicas y privadas, y por otra parte la incapacidad de buena parte
de la población para acceder, por ejemplo, a la educación, sanidad, comercio y
banca electrónicos, debido al aún alto
grado de analfabetismo tecnológico y al progresivo elevado costo de equipos,
dispositivos y un buen servicio de internet.
En este orden de ideas cabe mencionar el uso
progresivo-masivo de cámaras y otros dispositivos en lugares abiertos (calles,
plazas y otros) y cerrados (instituciones, conjuntos residenciales, centros
comerciales y otros) en todo el mundo, como estrategia bien útil para vigilar a
la población y sus movimientos. Igualmente contarán las élites y Gobiernos con
bases de datos contentivas de todo tipo de información sobre cada ser humano,
disponibles las 24 horas de todos los días para las agencias de seguridad e
inteligencia, y para los cuerpos armados oficiales y mercenarios.
Ahora bien, ¿permitirá la humanidad oprimida que se
consolide finalmente ese orden mundial, que generará mucha más miseria y
hambre?, ¿no habrá un final feliz para la mayoría?, ¿triunfará de nuevo la
maldad de los poderosos?
ruhergeohist@yahoo.com
Muy apropiado e interesante tu artículo esa misma pregunta que haces al final se la hace mucha gente, se requiere de líderes con agallas para sostener una posición crítica y constructiva ante este flagelo, la política esta siendo utilizada como plataforma para la corrupción, el control de territorio y el despojo de bienes de Estados.
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