Por Víctor Manuel Barceló R.:
Señalábamos que los coletazos de la Pandemia del Covid 19,
tocarían en sus entrañas a los sistemas de vida vigentes, como expresión
primera de su embate sobre la humanidad. Por razones de análisis requerimos
centrarnos en la revisión de los tres pilares fundamentales que consideramos
podrían sostener una nueva manera de gestionar la existencia en el planeta
Tierra, respetando el hábitat de todos los seres vivos, mediante la
construcción de un Sistema General que asuma tales compromisos, a través de una
auténtica sustentabilidad y sostenibilidad.
Los tres pilares propuestos estructurarían el Sistema
General (SG) -respondiendo a la idiosincrasia de cada pueblo o comunidad-
constituyéndose por: un subsistema educativo que forme integralmente para una
vida sostenible, que partiendo de lo local planee y actúe planetariamente; un
subsistema económico y social cuyas normas de actuación permitan gobernar
obedeciendo a los designios de la población organizada y consciente y, un
subsistema de relaciones internacionales que se soporte en aquellos acuerdos
que llevaron a crear organismos multilaterales con todos los países existentes,
globales o regionales, cuyos compromisos plantean perspectivas de atención a
las afectaciones al hábitat y a la construcción de formas de vida que desechen
las confrontaciones entre naciones y dentro de ellas, rigiéndose por normas de libertad, soberanía, respeto a
las determinaciones de los pueblos y solución pacífica de las controversias.
Por razones de espacio veremos cada uno de los subsistemas,
en principio. El primero señalado -todos son igual de importantes- es el educativo,
al que la pandemia trae dislocado y obligará a trabajos muy acentuados, si
queremos ponerlo en sintonía con el tipo de vida que podemos construir,
aprovechando las condicionantes vistas y por apreciarse en el inmediato futuro.
Este tema es el que rige la conformación de los Sistemas de
vida. Su visión y misión permean todas las etapas de la existencia del ser
humano sobre el Planeta. Mucho se caminó en este terreno, desde que la
humanidad se conformó en tribus, comunidades, pueblos y naciones. En cada caso
lo sustantivo de las conformaciones educativas tocaban la definición de nación
-cuando esta se convino- considerando los intereses específicos para sostenerse
como conglomerado.
A partir de entonces, la sociedad planetaria experimenta
innovaciones provenientes de la ciencia y la tecnología de punta, que llevan a
cambios en la economía, política y sistemas de vida. Tales cambios, crecientes
a un ritmo incontrolable, requieren atención especial para lograr una educación
de excelencia, que responda a las necesidades reales de pueblos y comunidades,
estructuras básicas de la sociedad de cualquier nación, que requieren una
formación para la vida sustentada en los valores ancestrales que les
aglutinaron e impulsaron a integrarse y formar naciones.
En cada momento histórico existieron seres humanos que
visualizaron a la educación como la puerta a la solución de muchos males que
acongojan a la sociedad, Sobresalen –por genio, persistencia y resultados–
quienes aportan conocimiento, producto de profunda observación de la realidad y
con tal investigación, influencian en alto grado las formas de la educación,
trascendiendo hasta el presente en las tesis fundamentales y la didáctica.
Así ocurre en claustros de la Edad Media –que no
reseñaremos– pero, sobre todo, desde los albores del Renacimiento Euroasiático
(S. xvi y xvii), con Juan Amos Comenio –escuela paidocéntrica– y posteriormente (S.
xviii y xix) con el suizo J. Heinrich Pestalozzi -madre trascendente en
formación del niño-. En el mismo tiempo histórico, el filósofo y pedagogo
alemán Johann F. Herbart define como fin supremo de la educación, alcanzar
moralidad y virtud.
Dicha coyuntura trota por encima de reductos oscurantistas y
se zambulle en pueblos y ciudades –en medio de guerras y desconcierto–. Kant y
Rousseau dan bases a la pedagogía. De sus porfías surge la comprensión de la
ciencia como base de la educación, en relación con la moral y la naturaleza. La
educación transita con John Dewey –la escolaridad es un método para la
transmisión de la cultura– en especial con María Montessori, durante la 2ª Gran
Conflagración Mundial, del 2º tercio del S. xx, enfrentando al fascismo.
Su método otorga libertad al educando, acotado por límites
que respetan su capacidad de aprender, anticipándose a métodos actuales de
enseñanza-aprendizaje.
Lazos de unión entre S. xix y xx: el francés C. Freinet –la
imprenta en la escuela y la cooperativa– y Paulo Freire, brasileño del siglo xx
–pedagogía de la esperanza–, todo proceso educativo debe partir de la realidad
que rodea a cada
individuo.
El Constructivismo puede entenderse como aglutinador de la
historia de la educación universal y procesador de tesis y propuestas
didácticas, construidas bajo principios e investigaciones de otras ciencias
(Biología, Psicología, Neuroeducación, Neurosicología, Sociología,
Antropología, Filosofía, Historia y Medicina). En esta corriente confluyen
varios criterios. Los más significativos son aportados por: Jean Piaget, con su
enfoque psicogenético; la orientación Sociocultural de Vygotsky con su zona de
desarrollo próximo; el Cognitivo de Ausubel con sus aprendizajes significativos
y aportaciones de Humberto Maturana desde Chile, en la comprensión de lo humano,
desde su dinámica biológica. Ver: Víctor Manuel Barceló Rodríguez. “El trípode
de la Educación” Serie Educare. El Colegio de Puebla, 2013. isbn:
978-607-7676-33-1 www.colpue.edu.mx
Acerca del constructivismo -señalo en mi libro- Mario
Carretero sostiene que “el individuo no es producto exclusivo del ambiente ni
simple resultado de sus vocaciones internas”.
Es hazaña propia, día con día acondicionada. Es resultado de
la interacción entre los dos factores mencionados. Según la visión
constructivista, el conocimiento no es copia de la realidad, es construcción
del ser humano que se realiza –ya lo manifestamos- todos los días, dependiendo
de la presentación inicial que exponemos de nueva información y de la actividad
externa, interna o ambas, que desarrollemos al respecto.
Los mentores o profesores van construyendo bases y
consolidando metodologías, para que la interacción padres, docentes, educandos,
lleven al proceso de la educación para la vida, a través de modelos
escolarizados, que integren en la tarea a la sociedad. La escuela es más que el centro de
reunión para la actividad educativa. Docente, maestro o guía, junto a padres de
familia o tutores, realizan la mágica y hermosa función de formar niños,
adolescentes y jóvenes, capacitándoles para enfrentar las vicisitudes de su
presente e ir construyendo su futuro con éxito. Ver: https://www.exe.org.mx/
v_barcelo@hotmail.com
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