Por Rolando Prudencio Briancon
No creo que la fracasada invasión imperial del pasado 23 de
febrero a Venezuela, vaya a quedarse así nomás; y no porque Washington vuelva a
intentar a invadir -que puede ser unas de las “opciones”- sino porque las
contraproducentes consecuencias de ésta derrota de Washington puede ser el
batacazo para que en los EE.UU., se desate un proceso de cuestionamiento desde
la sociedad civil hacia su gobierno, que tenga además insospechadas
consecuencias para el inicio de una incisiva e incesante interpelación, y que
germine un proceso de resistencia y rebelión contra su propio gobierno.
Y si añadimos a este análisis el cuestionado papel que Trump
desempeña como gobernante, las condiciones para un descontento creciente pueden
ser el caldo de cultivo para que la impugnación a las políticas norteamericanas
vaya incrementándose.
Para nadie es un secreto que las políticas que Trump ha
aprobado en su gestión, no gozan del respaldo de las mismas autoridades
estadounidenses, como es el caso de la deportación de indocumentados, como el
caso del alcalde Nueva York Bill de Blasio que ha rechazado ponerlas en
prácticas. O las críticas recibidas de varias otras autoridades estatales por
su rechazo a suscribir los acuerdos climáticos de París, y otras que no gozan
de popularidad.
Es cierto que por ahora Trump ha manejado con solvencia la
situación económica estadounidense, pero eso no garantiza que la opinión
pública estadounidense sea condicionada para cohonestar con acciones que han
comenzado a desatar una espiral de descontento por sus políticas agresivas
contra Venezuela, y que ya han comenzado a aflorar, en más de una manifestación
ciudadana de rechazo a Trump, y de apoyo más bien a Venezuela y Maduro.
Es por esa razón que el influyente diario New York Times ha
dado a conocer, en una investigación realizada que el incendio de la “ayuda
humanitaria” provocado en el puente Simón Bolívar el 23 de febrero, se trató de
un auto atentado -algo que le suena traumáticamente familiar a la opinión
pública estadounidense, por el también auto atentado del 11 de septiembre del
2001- que tiene la marca Made in USA.
Después del incidente en el puente Libertador Bolívar, puede
ser éste el hito para que se inicie un descarnado cuestionamiento dentro los
mismos EE.UU., contra aquel, ya impertinente e ineficaz mito del “Destino
Manifiesto” de los EE.UU., que por obra gracia del poder divino están llamados
a someter al resto de las naciones.
No en vano el libertador Simón Bolívar decía que: “EE.UU.,
parecen predestinados por la providencia a plagar de muerte y miseria nuestra
América en nombre de la libertad”. Pero hoy, y después de esa derrota en el
puente Bolívar, aquella profecía del libertador; y en honor a él, se ha roto; y
en todo caso Venezuela parece que será Venezuela el artífice de proceso revolucionario
en los mismísimos EE.UU.; y más aún si las desvergonzadas brechas entre ricos y
pobres que existe, donde existen más de ¡30 millones! de personas que viven en
la calle.
Venezuela es la cuna de quien ha sido el forjador de la
liberación no sólo de su propia patria como fue la generosa gesta del
libertador Bolívar para otras cinco naciones más; sino porque no podríamos
pensar que hoy sea la causa para generar una verdadera lucha para su
liberación; porque como dice ese dicho típico de Venezuela: “El que se mete con
Venezuela se seca”.
prudenprusiano@gmail.com
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