Por Sergio Ortiz:
Desde la OEA fogonera la intervención
contra Venezuela
La foja de servicios de Luis Almagro como
político tiene un punto de ruptura en 2015. Viniendo del progresismo uruguayo,
desde entonces opera para EE UU contra Venezuela.
El sábado 23 de febrero el nacido en
Paysandú, Uruguay, estará presente en Cúcuta, el punto de máxima provocación
norteamericana contra Venezuela. El presidente de Colombia, Iván Duque, con el
acompañamiento de su colega de Chile, Sebastián Piñera y algún otro que aún no
ha confirmado su presencia, serán parte de la provocación contra el bolivariano
Nicolás Maduro.
Los trumpistas intentarán colar en
Venezuela una “ayuda humanitaria” que ese país no ha pedido. Lo que Caracas
pide es que saquen sus manos de Venezuela (“Hands off”), que acaben las
sanciones financieras y políticas tomadas por Washington por 30.000 millones de
dólares según denunció ante la OEA el vicecanciller Samuel Moncada.
Es muy grande el riesgo de violencia el
sábado 23 en la frontera venezolana-colombiana. También, con menor voltaje, en
otros lugares donde se acumularon materiales “humanitarios”, como Curazao.
La idea de los intervencionistas guiados
por el Departamento de Estado es que, ante el anuncio de muchas toneladas de
alimentos y medicinas del lado colombiano, del lado de Venezuela haya una marea
humana que corra a recibir ese material y agradecer al gobernante colombiano y
la OEA, entre ellos su secretario general Almagro.
Ese movimiento humano, estiman los
agresores, chocará con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que ha blindado
la línea demarcatoria de su soberanía y ha dicho claramente que “no pasarán”
los intervencionistas, en un todo de acuerdo con su presidente legítimo.
Si hay choques y muertos venezolanos se
gestaría la excusa perfecta de la “intervención militar humanitaria” para las
tropas estadounidenses y sus aliados. Ese guion, de la “intervención
humanitaria”, ya lo emplearon en Yugoslavia, Libia y Siria, entre otros países
que a la postre resultaron destruidos casi en su totalidad, aunque en Damasco
no pudieron derrocar a Bashar Al Assad.
El libreto pentagonista primero difama al
gobierno del país que se quiere invadir. Milosevic en Serbia era criminal y
xenófobo contra Kosovo; Muamar Khadafy en Libia era criminal y corrupto; Al
Assad era un dictador hereditario y genocida, etc.
Casi los mismos descalificativos son
empleados contra Maduro: dictador, corrupto y narcotraficante. No les importa
que en 2013 y luego en mayo de 2018 ganara limpiamente las elecciones. Tuvo el
67 por ciento de los votos y derrotó por 47 puntos al segundo de los
competidores; otras dos listas opositoras participaban del comicio.
Almagro, el renegado
De esos operativos contra Venezuela
participa activamente Almagro, que llegó a la secretaría general de la OEA para
el período 2015-2020 y ha anticipado que irá por la reelección y otros cinco
años. Cree estar ganándose con creces ese lugar gracias al apoyo de Duque,
Piñera, Mauricio Macri, Jair Bolsonaro y otros gobiernos integrantes del Cartel
de Lima, pero sobre todo por el aval de Donald Trump y Canadá.
El uruguayo viene de un pasado progresista.
Fue el primer secretario de la embajada de su país en Irán, entre 1991 y 1996;
y embajador ante la República Popular China entre 2007 y 2010. Luego José
Mujica lo designó canciller de la República, entre 2010 y 2015. Provenía del
Partido Nacional, pero por su progresismo se había integrado al gobierno del
extupamaro.
Almagro personifica al personaje de Groucho
Marx: “estos son mis principios, pero si no te gustan, tengo estos otros
principios”. Es que ya en la OEA, alias “ministerio de Colonias”, le tocó
acompañar al declinante gobierno de Barack Obama que, como al posterior de
Trump, en relación a Venezuela y sus apetecidas reservas petroleras más
importantes del mundo no tenían mayores diferencias. Desde 2014 comenzaron las
sanciones votadas por el Senado y ratificadas por la Casa Blanca en 2015 y
2016, buscando penalizar la comercialización del petróleo de PDVSA y
sancionando a autoridades venezolanas.
En 2017 Trump planteó una posible
intervención militar contra el país sudamericano. Su antecesor no había llegado
a tanto. El secretario de la OEA repitió el libreto intervencionista ese año y
hasta el Cartel de Lima lo desautorizó, pidiendo negociaciones como las que se
realizaban en Punta Cana, abandonadas por la oposición venezolana.
Trump volvió a la carga el año pasado. Y
Almagro lo siguió al pie: en septiembre de 2018 planteó la opción militar
contra Caracas. Eso le granjeó el repudio de su propia organización, el Frente
Amplio, que el 15 de diciembre lo expulsó por decisión unánime de 168
integrantes del Tribunal de Conducta Partidaria. Mujica lo había repudiado en
noviembre de 2015, apenas desembarcado en la OEA: “lamento el rumbo por el que
enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me
despido"
En un reportaje (Natasha Niebieskikwiat,
Clarín, 17/02), Almagro dice de Maduro: “son delincuentes atrincherados.
Violadores de derechos humanos y ejecutantes de crímenes de lesa humanidad
atrincherados. Narcotraficantes atrincherados. Y a eso se agregan 22.000
cubanos por delante realizando tareas de inteligencia y represión”. Ese ataque
a Cuba, con idéntica mentira sobre militares cubanos del editorial de “La
Nación” (12/02), confirma que Almagro cumple órdenes norteamericanas.
Más calumnias suyas contra la isla: “Díaz
Canel es un eslabón más de un régimen dictatorial-hereditario. Es hoy la
personificación de segunda línea de la dictadura jinetera seudo
revolucionaria”. ¿Dictadura jinetera-prostituta? Uno duda unos segundos. No
sabe si está hablando Ronald Reagan o el prostituido charrúa, el renegado.
ortizserg@gmail.com
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