Por Damian Alifa:
Las medidas de ajuste estructural en América Latina
dirigidas por el FMI en los años 90 se tradujeron en una gran conflictividad
social y un rechazo generalizado de la izquierda criolla. Es importante recodar
que estas medidas económicas, en sus versiones más extremas, llegaron a
proponer privatizaciones parciales o totales de la educación o la salud. En
ellas venían incorporadas una filosofía
política, una concepción del ciudadano,
de la sociedad, del espacio, del territorio, el Estado, etc. Aunado a esto, es
bien sabido que estas políticas en pleno derrumbe del llamado “socialismo real”
contenían un pensamiento neohegeliano que promulgaba el “fin de la historia”,
“el fin de las ideologías” la ausencia total de alternativas.
1. Después
del rotundo fracaso de la incursión del FMI y el Banco Mundial en región, vino
el ascenso al poder de una variopinta izquierda latinoamericana, la cual fue
llamada por algunos pensadores “el ciclo progresista”. El principal elemento
integrador de las diferentes coaliciones de izquierda fue el discurso
“antineoliberal”. El crecimiento de los BRICS, a principios del siglo XXI,
generó un crecimiento inesperado de la demanda de commodities, teniendo un
efecto sumamente positivo para los países latinoamericanos, altamente dependientes
de la renta del suelo. La coincidencia ente el “ciclo progresista” y el “ciclo
de los commodities” conllevo a una etapa de prosperidad económica y
consolidación de la popularidad de los gobiernos de izquierda.
2. Posteriormente,
el colapso de la burbuja inmobiliaria y el estallido de la crisis financiera
internacional afectó principalmente a los países desarrollados. Mientras que
los países de la región lograron sortear la caída de los precios de los
commodities, después de más de cuatro años de bonanza, la caída de los precios
solo duro un año. En los países desarrollados el debate se polarizó entre las
“políticas de austeridad” (recorte del gasto público) planteadas por los
gobiernos conservadores europeos y los planteamientos neokeynesianos (Stiglitz,
Ha-Joon Chan, entre otros) que sugerían una salida de la crisis basada en la
expansión de la demanda.
3. Es así
como la izquierda criolla, extraña mezcla, entre marxismo-leninismo soviético,
teoría de la dependencia, populismo radical, con algunas ideas, ¿por qué no
admitirlo?, de Cesarismo Democrático,
caudillismo y decisionismo, incorpora a su discurso “anti neoliberal” los
planteamientos de los neo keynesianos norteamericanos y europeos.
4. Media
década después, le tocaría a la región vivir su propia crisis, en el 2014 el
precio de la soja, principal producto de exportación de Argentina y Uruguay
cayó 22,4%, a finales de ese mismo año, el petróleo, producto fundamental para
la economía de Ecuador y Venezuela (y también para Brasil) caía en 30%
aproximadamente, el precio del oro comenzaba también su declive, para solamente
nombrar algunos rubros
5. Ante esta
realidad los gobiernos progresistas latinoamericanos se amarraron a la fórmula
neo keynesiana, mantener el gasto público a como diera lugar, quemar las
reservas, endeudase y emitir dinero inorgánico (donde fuera posible), mientras
se ligaban los dedos esperando un breve retorno del auge de los precios de las
materias primas agrícolas-mineras. Para entonces, cualquiera que llamara la atención
sobre el excesivo endeudamiento, la adquisición de activos improductivos por el
Estado, podría ser acusado de “neoliberal”, cualquiera que denunciara la
excesiva emisión monetaria era acusado de “monetarista”, por cualquiera de los
propagandistas e intelectuales que rodeaban a estos gobiernos. ¿recuerdan el
“gobierno de calle” en Venezuela?, ¿recuerdan el debate público entre Correa y
tres economistas opositores?
6. Rápidamente
los ahorros se acabaron, el gasto público no dio para más y el endeudamiento
comprometió la moderada tendencia al alza que se presenta en la actualidad. Los
desequilibrios macroeconómicos tuvieron un efecto nocivo en las economías, cayó
la capacidad de consumo de los ciudadanos de esos países, disminuyeron las
importaciones, se redujo el PIB, etc. En consecuencia, la popularidad de los
líderes de izquierda (cada vez más ligado al gasto público por desviaciones
clientelares y debilitamiento institucional) comenzó a desplomarse.
7. Actualmente,
mientras Venezuela vive el peor colapso de su historia, la dirigencia chavista
apenas comienza a evaluar la posibilidad de una reforma económica que incluya
algunos elementos de ajuste estructural. Ya Cuba y Nicaragua, con sus matices,
observando la situación en Venezuela y la de sus respectivos países, habían
apuntado lentamente a esta dirección. Estas posiciones hacen que muchos
partidarios comiencen a acusar de “neoliberales” a las nuevas orientaciones de
estos gobiernos. Cada vez se le hace más difícil, al ala dura de los gobiernos
de izquierda, diferenciarse como en otrora, a partir del discurso de “dos
modelos irreconciliables”, con las políticas, también de ajuste, llevadas por
el gobierno del conservador Macri o del “judas” Lenin Moreno.
8. Hoy en
día nadie en las ciencias sociales se atrevería a dudar el carácter gregario de
la especie humana, tampoco pondría en duda un sociólogo o un antropólogo que el
ser humano es un ser simbólico, cultural, que construye rituales, que le busca
sentido permanentemente a su existencia.
Esto se debe a observaciones empíricas del saber humano sobre sí mismo,
que se remontan a la primaras especies homoideas, hace casi 35 millones de
años. ¿alguien podría dudar que “el ser social determina la consciencia social”
de Marx? o ¿qué los “hechos sociales son exteriores y coercitivos sobre la
conducta del individuo” de Durkheim? Al parecer la ciencia económica no gozaba
de estos consensos, a pesar de que la historia del mercado (anterior al
capitalismo, aunque muchos no lo sepan) se remonta, también, a los orígenes de
los primeros intercambios mercantiles hace miles de años atrás.
9. Aunque
pareciera que la observación empírica de todos estos años hacen sumamente
creíble aquello de las leyes de la oferta y la demanda (ya sabiendo que los
mercados perfectos son una entelequia y que estas “leyes” tiene un
funcionamiento más complejo en los mercados reales) o aquello de que la emisión
monetaria descontrolada deprecia la moneda. Sin embargo, existían intelectuales
alrededor de los gobiernos latinoamericanos, con exóticas teorías, que
pretendían probar que en estos países, por extrañas razones (falta de
nacionalismo de la burguesía, ataques foráneos, características del commodities
del que dependían) ninguna de estas premisas estudiadas por la ciencia económica
durante siglos funcionaba. La realidad terminó echando por tierra estos
inventos.
10. Antes
bien, los ajustes estructurales son anteriores al neoliberalismo. Por ejemplo,
frente a la crisis de la Alemania de Weimar, Stresemann aplicó el plan Dawes
que contenía elementos de un plan de ajuste como los que ahora se denominan
neoliberales (disminución de la emisión monetaria, reducción del gasto público,
etc). Esto fue en 1923, mucho antes de Hayek o Friedman, antes de la Sociedad
de Mont Perelin, mucho antes de Fukuyama o Huntington.
11. Tener un
gasto público racional, una emisión monetaria que se aproxime a las variables
económicas de crecimiento, una inversión pública que garantice ganancias,
atraer inversiones extrajeras, promover el pago de los servicios básicos, hacer
recortes a los créditos y ajustes en las tasas de interés, reducir nominas
publicas ineficientes, no son medidas que necesariamente vienen acompañadas de
la filosofía política neoliberal, ni de la privatización de la educación, la
salud, minimización del Estado, etc. Los equilibrios macroeconómicos no son de
derecha o de izquierda, son saludables para la economía.
12. Tampoco es
la primera vez que gobiernos de izquierda se ven en la obligación de realizar
un ajuste estructural. El caso de la NEP en la URSS es uno de los más
emblemáticos. No obstante, también hay otros interesantes como el Doi Moi
vietnamita, las actualizaciones del modelo cubano en el 2008, las reformas de
Den Xiaoping en China o la apertura a las inversiones extranjeras en Corea del
Norte.
13. Ahora
bien, el debate central frente a las medidas de ajuste que pudieran llegar a
tomar los gobiernos progresistas hay que preguntarse ¿Qué tan regresivas o
progresivas son estas medidas?, ¿Cuál es el costo social?, ¿Cuál es el costo
medioambiental sobre los bienes comunes?, ¿se está incorporando las inversiones
a un marco regulatorio que proteja lo suficiente al trabajador?, ¿se está
combatiendo la corrupción?, ¿los gastos suntuarios?
daalifa@gmail.com
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