Por Oscar Rotundo*. –
En Nuestra América, nuestro Aby Ayala, sacrificado, laborioso y combativo, vivimos en una lucha constante e histórica por lograr la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, tratando de desmontar el rol asignado por los centros imperiales del poder capitalista que concebían al mundo civilizado excluyendo nuestras necesidades y voluntades.
Desde que llegaron los conquistadores, hace más de
quinientos años, concibieron a nuestros pueblos como mercancías poseedoras de
riquezas y tomaron con engaños y violencia aquellas cosas que valoraban, sin
tener en cuenta la vida que los rodeaba.
Saquearon, explotaron y asesinaron, se apropiaron de la
tierra y la fuerza de trabajo, mancillaron las creencias y culturas, pero no
pudieron arrebatar la esperanza.
La esperanza se construye, y como expresa la sentencia
“cuando el mundo dice que te rindas, la esperanza susurra que lo intentes una
vez más”, así nuestros pueblos se han abierto camino entre la injusticia y la
violencia para construir su destino.
El camino no ha sido fácil y la esperanza ha tenido
diferentes expresiones que le han dado vida, una de ellas ha sido la unidad; la
unidad ha demostrado ser una de las fortalezas de la esperanza, porque la
división forma parte de las tácticas indispensables para derrotar a un enemigo.
Divide y triunfarás, ha sido una consigna y una estrategia
con la que se ha minado la esperanza de generaciones enteras, pero las
circunstancias y la sabiduría popular, han permitido que esos obstáculos
siempre representen un desafío frente a la realidad.
La unidad alimenta a la esperanza, en el combate por la
construcción de un futuro mejor y esa unidad, no solo se manifiesta en lo
organizativo, también se manifiesta en el salto cualitativo de las conciencias
en aquellos que son capaces de avanzar salvando las diferencias.
Las luchas por nuestra independencia forjaron la esperanza
de concretar la Gran Colombia, el Libertador Simón Bolívar proclamaba “Unidad,
unidad, unidad, debe ser nuestra divisa” alimentando la esperanza de que la
derrota del imperio colonialista español fuera el inicio de un futuro de
prosperidad.
La unidad, la lucha y la esperanza en Bolivia derrotaron al
golpe fascista y devolvieron la democracia al país, para consolidar a un gobierno
popular que trabaja arduamente para salvar la vida de su pueblo y para
restablecer la justicia y el estado de derecho masillado por el anacrónico
egoísmo de las minorías reaccionarias.
También en Cuba, Venezuela y Nicaragua, la unidad, la lucha
y la esperanza, se complementan para evitar la tragedia neoliberal que ha
azotado a Colombia, Argentina y Brasil y que mantiene cautiva a Paraguay y
Chile bajo el yugo de la represión y la miseria, y que lamentablemente ha
sacudido al Uruguay y a El Salvador.
Este 2021 del siglo XXI, un virus letal ha puesto en jaque
la superestructura del capitalismo acelerando un proceso de desigualdad social
que empuja a los centros de poder a un nivel de descontrol imprevisto y coloca
el foco en una realidad que rebasa las especulaciones y monta en la escena a
diversos actores que ellos pensaban poder controlar o neutralizar.
China, Rusia, Irán y los gobiernos progresistas y
revolucionarios del planeta están más vivos que nunca y desafían la hegemonía
mundial imperialista con nuevas reglas del juego y un poder desafiante en todos
los terrenos.
Justamente, esto se da en momentos en que en América del Sur
cruje el armazón de mentiras y manipulaciones con el que la derecha neoliberal
se montó en varios gobiernos de la región y en este proscenio la lucha y la
unidad vuelven a sustentar esa esperanza que los pueblos guardan en lo más
íntimo de su convicción.
La dinámica de los procesos que nos llevan hacia la justicia
social, la independencia económica y la soberanía política, nos hace combatir
en todos los terrenos y por ellos, muchas veces se accede a la gobernabilidad
que nos permite remediar muchas de las injusticias del sistema, pero ese no es
el final del camino, ni el fin de la confrontación.
La gobernabilidad es una estación en la que se pueden
plasmar aspectos de la justicia social, la independencia económica y la
soberanía política, pero siempre será el nivel en donde la confrontación con
los poderes facticos serás más agresiva.
Los pueblos luchan por la independencia contra los esclavos
de la dependencia, los representantes del egoísmo, de la xenofobia, contra los
temerosos del cambio, de lo desconocido y diferente, contra aquellos que sin el
control se sienten débiles o lo que es peor, iguales a sus semejantes, entonces
se vuelven violentos, terribles e impredecibles.
En el mundo existen 2.755 multimillonarios [1] Según un “pronóstico inmediato” (estimación preliminar) sobre 2020 en el que se incorporan los efectos de la pandemia de COVID-19, se calcula que esta empujará a entre 88 millones y 115 millones más de personas a la pobreza extrema, con lo que el total se situará entre 703 millones y 729 millones” … “Según estimaciones de nuevos estudios, el cambio climático llevará a la pobreza a entre 68 millones y 135 millones de personas para 2030”. [2]
Con este panorama por delante es indispensable redoblar la
unidad, esforzarse en la lucha y alimentar la esperanza, todos y todas somos
importantes para construir con solidaridad una fuerza poderosa que derrote la
injusticia y la ignorancia, salve la vida de los sectores vulnerables y ponga a
andar a las fuerzas del trabajo.
Este 11 de abril en varios países de nuestro Aby Ayala habrá
elecciones, en cada una de ellas se expresan lo nuevo y lo de siempre, las
fuerzas de la esperanza y las de la resignación, las de la independencia y la
soberanía y las de la sumisión.
El triunfo de los movimientos populares en esta oportunidad
electoral nos acercará a la consolidación de nuestro proyecto histórico y
reforzará la esperanza de aquellos hermanos que sufren todavía el yugo de la
dependencia en países gobernados por los mercenarios del imperio rapaz y
genocida.
Este 11 de abril recordaremos la saña asesina de los
golpistas en la Patria de Bolívar y como la esperanza se hizo futuro el día 13
de la mano de su pueblo.
Este 11 de abril la tierra de Manco Capac podrá sacudirse el
yugo milenario que la postró en la miseria, consagrando a una hija del pueblo
en los destinos del porvenir.
Este 11 de abril el Estado Plurinacional del Bolivia dará un
paso más en la dignificación de su futuro.
Este 11 de abril la esperanza retornará con orgullo en
Ecuador.
Y de esta manera el Tahuantinsuyo revivirá con el corazón de
la Pachamama, latiendo con esperanza, preparándonos para las nuevas luchas, más
combativos, más unidos y más solidarios.
Notas:
*Analista político del equipo de Periodismo Internacional
Alternativo PIA Global
[1]
https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_multimillonarios
[2] https://www.bancomundial.org/es/
rotundointernacional2020@gmail.com
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