Por Rolando Prudencio Briancon
La llegada de Trump al poder trajo consigo una nueva visión,
una nueva lógica a lo que hasta antes de su ingreso a la Casa Blanca eran la
mentalidad de la mayoría de los norteamericanos, basada sobre todo en la
seguridad y bienestar. Aunque tal vez sea más preciso referirse a que la
llegada de Trump lo que trajo no fue precisamente un nuevo Orden, sino un
desorden para crear uno nuevo.
Esa es la razón por la que este cambio en el viejo Orden ha
tenido repercusiones a nivel de las relaciones internacionales, por cuanto la
Globalización fue el globo de ensayo con el que la hegemonía estadounidense fue
el eje en el que giraron las demás naciones, en torno a la supremacía de la
potencia del norte, por más de dos décadas.
Pero al poco tiempo de que Trump asumiera el gobierno fue a
contracorriente de aquella concepción globalizadora, cuando anunció la
construcción de un Muro en la frontera con México para contener la migración de
quienes buscaban la "tierra prometida" para realizar el
"Américan Dream" (sueño americano), pero fue a quienes el nuevo
inquilino de la Casa Blanca, los vio como una amenaza para subvertir el sueño
de "volver hacer grande América otra vez", que es su onírica obsesión
hasta hoy.
Así fue como Trump consideró a los migrantes una amenaza, y
a quienes los llamó despectivamente como la "peor gente", cuando se
refirió a los mexicanos que cruzan la frontera. O cuando sin el menor empacho
ordenó que a los migrantes centroamericanos -sobre todo hondureños- fuesen
separados los padres de sus hijos pequeños, a quienes los mandó a encerrar en
jaulas.
Esa onírica obsesión de Trump de: "volver hacer grande
América otra vez", es la que hoy ha llevado a Trump a anunciar una
"desconexión completa", con el gobierno chino y que ha sido rechazada
esta medida, por parte del portavoz de relaciones internacionales del gobierno
chino Zhao Lijian, señalando que es una "medida arbitraria". Es más,
el representante de comercio internacional de los EE.UU., Robert Lightizer ha
criticado este anuncio advirtiendo de Trump que: "no es una opción
política razonable".
Pero este anuncio de una “desconexión total", es un as
bajo la manga del intervencionismo norteamericano, tal como ha advertido la
cancillería China respecto a: "los intentos de los EE.UU., de utilizar
cuestiones relacionadas con Xinjiang para interferir en asuntos internos de
China, y frenar su desarrollo, que están destinados al fracaso".
Vale decir que los EE.UU., pese al giro geopolítico que
Trump quiere dar al nuevo papel de los EE.UU., sigue manteniendo ese doble
discurso con el que maneja su política intervencionista en asuntos internos de
otro país, como ahora es con la China, de la que anuncia una "desconexión
total", pero por el otro anuncia la aplicación de un paquete de sanciones
como es la: "Ley Política de Derechos Humanos de Uigures 2020",
contra las políticas del gobierno de XI Jingping, como son las medidas:
antiterrorista, anti secesionista y de desradicalización contra Xinjiang, que
como región autónoma al extremo noreste de China, y que influenciada por
EE.UU., se ha enfrentado al gobierno de Pekín.
Desde luego que EE.UU., es libre de tomar la decisión de
desconectarse totalmente de China; siempre y cuando no interfiera en asuntos
internos; pero que, para desconectarse, primero honre su deuda que tiene de
1mil 59 billones de dólares según la revista Forbes.
Así que después de pagar ese deudo puede desconectarse de
China, y del mundo entero si quiere, y mandarse a jalar donde más guste
prudenprusiano@gmail.com
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