Por Carlos Flanagan:
El pasado 18 de julio sesionó el Plenario Nacional del
Frente Amplio de Uruguay (el máximo organismo entre Congreso y Congreso que
funciona como mínimo en forma trimestral) para tratar la aprobación de la
fórmula presidencial hacia las elecciones generales del próximo 27 de octubre.
La fórmula Daniel Martínez (precandidato triunfador en las elecciones internas
del 30 de junio) – Graciela Villar fue aprobada por aclamación de todos los
delegados presentes.
Un discurso que levantó polvareda
La compañera Villar en su discurso planteó los desafíos
centrales que tendrá la campaña electoral en estos tres meses: “salir a
disputarle a la derecha en su máxima expresión las conquistas de estos 15 años,
contra un brutal proyecto neoliberal que empieza con Lacalle y tiene en su
frontera a Manini Ríos”.
Para ello “nos comprometemos a salir barrio a barrio, pueblo
a pueblo, esquina por esquina a pelear esta batalla porque vuelve a estar sobre
la mesa una opción entre oligarquía y pueblo”.
Las reacciones – las esperadas y algunas no esperadas – se
hicieron públicas de inmediato.
Los sectores de la oposición respondieron airadamente
calificando los dichos como “de una época superada” de “discurso de dividir y
enfrentar uruguayos contra uruguayos” “panfletarios”, “discurso binario” etc.
Esta reacción visceral de la derecha me hizo recordar –
contrario sensu – la anécdota de Augusto Bebel (fundador del Partido Obrero
Socialdemócrata Alemán y brillante parlamentario) cuando una vez finalizado uno
de sus discursos y habiendo sido aplaudido por parlamentarios de la derecha,
reflexionó en voz alta: "¿Ah, viejo Bebel! ¡Qué tontería habrás dicho para
que esta gentuza te aplauda!"
En conclusión, la iracunda reacción de los neoliberales
estaría dando señales de que sus afirmaciones en principio dieron en el clavo.
Sí es llamativo algún comentario desde el propio FA como por
ejemplo afirmar que sus dichos fueron “una caricatura en el marco de un
discurso de proclamación de candidatura en el Plenario del Frente Amplio”.
Algunas precisiones necesarias
Los documentos
fundacionales del FA de 1971 que siguen estando vigentes y son ley para todos
los frenteamplistas sin excepción - en la medida que ningún sector jamás
planteó su modificación - se refieren taxativamente a la contradicción entre
oligarquía y pueblo.
Su Declaración Constitutiva definía al gobierno del Partido
Colorado de esa época como gobierno de la oligarquía, denunciando sus políticas
de paralización de las fuerzas productivas y enajenación del patrimonio y la
soberanía nacionales mediante préstamos lesivos con el Fondo Monetario
Internacional.
Estas políticas se mantuvieron y profundizaron durante la
dictadura de 1973 – 1985 y con los gobiernos del Partido Colorado y Nacional
desde 1985 hasta el primer gobierno del Frente Amplio en 2005.
Fueron ni más ni menos que partes constitutivas de la
llamada estrategia neoliberal - emanada del llamado Consenso de Washington -
aplicada a rajatabla en nuestra región y que hoy se sigue aplicando en todo
nuestro continente a excepción de Bolivia, Uruguay y Venezuela.
Para algún dirigente frenteamplista desmemoriado o distraído
y para los militantes que por razones de edad puedan no tener tan presente esta
Declaración Constitutiva, me permito citar dos párrafos (a mi juicio muy
ilustrativos) que dan cuenta de la esencia del contenido del capítulo “Las
bases programáticas de la unidad” de ese documento:
Un programa de contenido democrático y antiimperialista que
establezca el control y la dirección planificada y nacionalizada de los puntos
clave del sistema económico para sacar al país de su estancamiento,
redistribuir de modo equitativo el ingreso, aniquilar el predominio de la
oligarquía de intermediarios, banqueros y latifundistas y realizar una política
de efectiva libertad y bienestar, basada en el esfuerzo productivo de todos los
habitantes de la República.
Expresamos nuestro hondo convencimiento de que la
construcción de una sociedad justa, con sentido nacional y progresista,
liberada de la tutela imperial es imposible en los esquemas de un régimen
dominado por el gran capital. La ruptura con este sistema es una condición
ineludible de un proceso de cambio de sus caducas estructuras y de conquista de
la efectiva independencia de la nación. Ello exigirá, a su tiempo, la
modificación del ordenamiento jurídico-institucional, a efectos de facilitar
las imprescindibles transformaciones que procura. (el subrayado de texto es
mío).
Por lo tanto es válido y vigente el planteo de que en esta
próxima elección la ciudadanía tendrá que optar nuevamente entre dos proyectos
antagónicos de país: el del crecimiento con justicia social encarnado en un
cuarto gobierno consecutivo del Frente Amplio, que sin duda deberá profundizar
la aplicación de su programa de cambios estructurales o el de la vuelta a la
estrategia neoliberal de privatizaciones de empresas públicas, retroceso en las
políticas sociales y laborales y subordinación a las políticas económicas
dictadas por el FMI.-
carlos.flanagan@gmail.com
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