Más que miedo y
desconocimiento es pereza. Más que miedo
es individualismo. Más que miedo es complicidad por conveniencia. Más
que miedo es indiferencia en las sociedades devastadas por la mediocridad.
Sociedades infestadas de racismo, clasismo, homofobia, estereotipos,
haraganería, fascismo, cachurequería y doble moral.
Millones de burbujas flotantes donde habitan seres plagados
de insensibilidad y desprecio, que
piensan que están a salvo del horror de la miseria, la exclusión y la
violencia porque ellos no son los otros; esos otros que ellos con su
mediocridad y dogmas sentencian,
excluyen y vulneran en nombre de las clases sociales, la mezquindad y el
avasallamiento. Sociedades pasivas sin memoria que con su inacción solapan
turbas de corruptos, ruines y genocidas; que violentan a los otros, siempre a
los otros. Una inacción a conveniencia, siempre.
Los violentados son los otros: los que denuncian, los que
luchan por la justicia, los que sueñan, los que abren caminos, los que tienen
memoria, los que buscan la unidad de los
pueblos, los que siembran esperanza: ellos son el enemigo por instinto. Por
puro instinto saben que estar del lado de los vasallos les permitirá permanecer
en la comodidad de sus burbujas flotantes. Hediondos todos al germen rancio de
la infamia. Se lamen entre ellos, para impregnarse unos a otros de la peste de
la insensibilidad y la desmemoria, para que la miseria de los otros nunca los
alcance, pero saben perfectamente que
los miserables son ellos, solamente ellos.
Estas sociedades cómplices, escogen a quienes los
representarán en el gobierno, para que el sistema no se mueva ni un ápice de su
lugar, para que los cimientos del patriarcado, la misoginia, el machismo, el
racismo, el clasismo y la homofobia sigan intactos. Creen que sus burbujas son
intocables y que sus dogmas los
mantendrán a salvo, creen que nunca los alcanzarán: la miseria, el abuso y la
exclusión. Creen que nunca necesitarán de los otros más que para que carguen en
sus hombros las burbujas flotantes donde estos
destilan la pestilencia del sopor
del solapador. Creen que nunca
pisarán el suelo de los mancillados, ellos los mancilladores.
Creen que jamás serán violentados, excluidos y empobrecidos.
Creen que sus dogmas jamás se les voltearán. Que jamás enfrentarán la justicia
de la vida. Que la mancilla no tocará a sus puertas. Que jamás se verán en la necesidad de un
aborto clandestino. Que el amor que es el amor no respetará sus géneros ni sus
clases sociales. Que el dolor no alcanzará sus burbujas. Que la violencia jamás
las atravesará.
Creen que esas clicas criminales son leales y que jamás las
traicionarán, se equivocan rotundamente. Esas sociedades mediocres también son
utilizadas por la enorme maquinaria del status quo precisamente por sus dogmas.
Son más utilizables que las masas que desconocen. Las burbujas flotantes aunque no lo soporten también son parte de
ese todo que conforma el hilar de la humanidad.
Pero ya las está alcanzando el efecto bumerán que estas
mismas han creado, pensando ilusoriamente que la destrucción masiva la vivirán
las otras, simples burbujas flotantes. Y cuando la violencia, la injustica, el
dolor, la exclusión y el escarnio partan
en dos las débiles burbujas flotantes donde se resguardan, conocerán en carne
propia lo que han obligado a vivir a los demás. Y no habrá grito que sea
escuchado, y el dolor de la pérdida de un ser querido por la violencia que
estas mismas han creado y solapado las hará corcovear de dolor. Y buscarán a
sus desaparecidos desesperadamente. Tocarán mil puertas sin que se abra
ninguna.
Y clamarán por justicia y gritarán hasta el cansancio y más.
Y llorarán hasta quedarse sin lágrimas y se arrastrarán, vencidas, pudriéndose
en sus dogmas; dogmas por las que fueron utilizadas por los enormes tentáculos
del capital. Y verán por primera vez en
sus vidas su vulnerabilidad de simples partículas de nada. Y aun así no
aprenderán, por instinto, por ego, por dogmas seguirán arrastrándose
imaginándose dentro de aquella burbuja flotante llena de mierda.
El efecto bumerán ya está en marcha.
ilka@cronicasdeunainquilina.com
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