Por Víctor Manuel Barceló R.
El periodo de transición para que asuma un presidente electo
en las urnas, que en México es largo –julio a 1º de Dic- en el caso actual de
Andrés Manuel López Obrador, cambió la rutina y no se recarga sobre el
presupuesto nacional como era costumbre. Ahora está siendo cubierto por empeños
y determinaciones puntuales del presidente electo el 8 de octubre recibió el
reconocimiento de su triunfo por el órgano electoral decisiones que, por
primera vez en décadas, están dando pie a opiniones y críticas de toda índole,
aprobatorias las más, otras no, que si bien sacan de quicio a algunos opinantes
en las redes, pueden considerarse sanas, en tanto aduzcan criterios a considerar, para que el paso decidido hacia
la 4ª transformación de la nación mexicana, oferta por la que masivamente
votamos los mexicanos, se de en el mayor de los consensos.
De ese modo, el presidente electo va delineando el
cumplimiento puntual de sus ofertas de campaña, construyendo rutas de acción
con el acompañamiento de quienes integrarán su gabinete, en todos los
quehaceres que competen a un ejecutivo federal, incluso con recomendaciones a
los otros dos poderes en cuanto a la austeridad necesaria para contar con
mayores recursos que permitan, arribando al poder el 1º de diciembre próximo,
arrancar de inmediato acciones.
Ya hay planteamientos precisos para iniciar el rescate de la
energía. Así, sin afectar a nadie, se plantean y definen las formas para
rehabilitar las seis refinerías existentes y construir otras, a fin de
abastecer los requerimientos nacionales, dejando de importar gasolinas. También
se revisarán tarifas eléctricas y se insistirá en la producción de electricidad
“limpia”.
Las relaciones entre el presidente en funciones y su
sucesor, son positivas, hasta ahora. Eso permitirá que se presente al inicio
del próximo periodo de sesiones del Congreso de la Unión, una iniciativa de
Reforma a la Ley Orgánica del Servicio Público Federal para crear la Secretaria
de Seguridad Pública y la integración de la Fiscalía General. Hay también
acuerdos Peña-López Obrador para la renegociación del TLCAN, la construcción
del polémico nuevo aeropuerto internacional de México y el proyecto de
presupuesto para el 2019, entre otros temas.
Hay también propuestas de avance en asuntos muy delicados
como: el asomo de crisis económica en el país recibirá una cartera de 10 mil
billones de pesos de deuda, el incremento de los índices de inseguridad y
violencia, revisión profunda de la reforma educativa, apoyos al abandonado
sector Salud y buscar -en conjunto gobierno saliente y entrante- que el cierre
del sexenio avance en medio de un esfuerzo serio para lograr la estabilidad
económica y social y pueda iniciar su gobierno Andrés Manuel López Obrador sin
perder el vertiginoso ritmo que trae desde la campaña. El apoyo a los pueblos
indígenas –actividad en que participó el hoy presidente, en su juventud- será
motivo de atención especial.
El terruño del flamante presidente López Obrador, dejará de
estar olvidado. Allí y en parte del sureste mexicano principalmente como
consecuencia de la reciente reforma energética- se padece desempleo creciente,
inseguridad, hambre, corrupción galopante, servicios de salud y educación a la
baja; por ende, incremento del éxodo al otro lado de la frontera norte.
Además de que emigrarán hacia allá diversas dependencias
vinculadas a la Energía y la Secretaría del Medio Ambiente, se formaliza la
construcción del Tren Maya, que correrá por 1,500 kilómetros de vía que tocará
e impulsará el bienestar de pobladores de Yucatán, Quintana Roo, Campeche,
Tabasco y Chiapas, convirtiéndose en detonador del desarrollo sustentable en
esa importante zona del país en que existen diversos pueblos originarios,
descendientes de maravillosas culturas como la Maya y Olmeca.
En tanto, en la Región Latinoamericana y Caribeña avanzan
los impulsos desesperados y por ahora exitosos, de la derecha en su afán de
desbancar a los líderes y desmantelar a los gobiernos progresistas y sus
logros, siempre con el beneplácito de autoridades del imperio. Mientras la
“luna de miel política” se mantiene entre Trump y López Obrador, por el centro
y sur del continente se acentúan los descalabros de líderes progresistas, ya
por errores graves de actuación como por presiones de toda índole que sufren
cotidianamente.
Venezuela, por ejemplo, tras el intento de “magnicidio en
grado de frustración”, el presidente Maduro actúa con mano dura contra quienes
se considera actores del atentado, acusando al gobierno de Colombia de
orquestarlo, de urdir su muerte. Una fuente con acceso a cuarteles militares, -donde
se deciden o avalan parte de las acciones de gobierno de Venezuela, afirmó a
SEMANA que el atentado a Nicolás Maduro realmente se produjo. “Allí no hubo
‘show’ ni lo planeó el gobierno. La expresión de Cilia (Flores, la 1ª dama) lo
dice todo, demuestra miedo y sorpresa”.
Con mayor énfasis se expresó Maduro: “Hay pruebas
suficientes de la participación del gobierno de Colombia, de Santos”,
involucrándole en el atentado con drones cargados de explosivos que denuncia.
Los cuerpos de seguridad –afirma- "han capturado a todos los autores
materiales y vamos sobre los autores intelectuales. Es clara y hay pruebas
suficientes de la participación del gobierno de Colombia, saliente, de Juan
Manuel Santos" –ajustando aún la entrega del poder a su sucesor- dijo Maduro
en un video que difundió en Twitter.
Por otro lado, Maduro abre puertas al FBI para indagar el
atentado del 4 de agosto en su contra, en tanto el Grupo de Lima se pronuncia
sobre el “presunto” atentado a Maduro, pidiendo que no se manipulen los hechos
y se investigue con transparencia, en especial la detención del diputado Juan
Requesens, arrestado luego que el gobierno iniciara la investigación. El fiscal
general de Venezuela, Tarek William Saab, anunció este martes que el número de
implicados en el atentado contra el presidente Nicolás Maduro, creció a 34 y no
descarta que esta cifra pueda aumentar. Ver: Xavier Serbiá, CNN Publicado a las
22:15 ET (02:15 GMT) martes, 14 agosto, 2018
Ello no detiene el proceso económico y social venezolano.
Maduro anuncia acciones contra la llamada guerra económica: nuevo cono
monetario, racionamiento de combustible, anclaje del bolívar –con cinco ceros
menos- y salarios al valor del petro. ¿Cuáles son las expectativas de éxito y
posibles efectos? Hay diversas apreciaciones, pero el fondo de estas es la
observación para ver qué ocurre con estas decisiones inéditas, que se atan más
a la explotación petrolera.
Mientras en Paraguay asume Mario Abdo Benitez del
tradicional Partido Colorado –evento al que se declaró persona non grata al
presidente de Venezuela y que contó con mandatarios y representaciones de
países de la Región- en Brasil Luiz Inácio Lula da Silva escribe sobre su
proceso, en la prisión, en espera de los resolutivos acerca de su proceso penal
que está entrampado. Recuerda que en el 2002 se enfrentaba a sus cuartas
elecciones presidenciales como candidato. En 1989 había estado muy cerca de
ganar; pero en las dos siguientes había sido derrotado en la primera vuelta.
Esta “travesía del desierto” provocó un cambio en el líder
progresista. Del lenguaje exaltado de sus primeras campañas, con diatribas a
“fuego y azufre” contra el sistema político, la plutocracia brasileña y los
medios de comunicación, fue cincelándose un candidato consciente de que, si quería
ganar, debería convencer a las clases medias urbanas, reconciliarse con la
prensa y tranquilizar a los empresarios, ante el riesgo de un vuelco en la
política económica.
En 2002, Lula se presentó con una campaña profesional:
candidato en traje oscuro, lenguaje conciliador y sin ataques a sus rivales
(“Lulita Paz y Amor”, como él dijo un día de forma memorable) y un mensaje
mucho más moderado. Con ese mensaje ganó las elecciones de 2002, y con él, y un
programa de gobierno moderado (vivió un Congreso en el que nunca tuvo mayoría),
se llevó las elecciones de 2006 y logró la elección de su candidata, Dilma
Rousseff, en 2010.
El caso Lava Jato cambió al ex presidente. “No puedo ser
radical otra vez”, señaló en un mitin, antes de entrar a prisión. “Pero tampoco
puedo volver a ser Lulita Paz y Amor. He dado un montón de amor y solo me he
llevado hostias”. En los últimos meses, el ex presidente parece haber decidido
que todos los esfuerzos para conciliarse con sus rivales políticos y con las
clases medias y acomodadas del gran país sudamericano, han sido en balde. Su
única opción es volver a ser su enemigo irreconciliable. Amarrada a su
indiscutible popularidad, está seduciendo al resto de la izquierda brasileña,
hacia ese radicalismo.
Su reacción proviene –entre otros asuntos- de que numerosos
socios durante su Gobierno, no tuvieron decoro en darle la espalda para después
atacarlo durante y después de las protestas de 2013, votando a favor de la
destitución de Rousseff. Las investigaciones de Lava Jato trazan un compendio
de corrupción estructural en la empresa petrolera nacional, basado en la
relación simbiótica entre Petrobrás y las grandes constructoras brasileñas.
Insensato pensar que un sistema de corrupción así, estuviese encadenado solo a
un par de los más de 20 partidos políticos existentes. Empero es el PT de Lula
el que recibe la mayor parte de las condenas.
Se afirma que el ex presidente está construyendo el relato
de su martirio en prisión en aras del pueblo brasileño. Se piensa que tal vez
el tiempo hizo olvidar al ex presidente que la Lula exaltada y revolucionaria
despertaba tanta hostilidad como admiración. Cuando moderó su discurso logró el
poder, y con él, las herramientas para arribar a la proeza de sacar a millones
de brasileños de la pobreza. A punto de cumplir 73 años, Luiz Inácio Lula da
Silva está decidiendo cómo quiere ser recordado. Ya tiene un legado memorable.
¿Se quedará allí o insistirá en nuevas acciones políticas?. Seguramente su
vitalidad y el proceso judicial en que lo encausaron, tendrán mano en sus
decisiones.
v_barcelo@hotmail.com
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