Por Leandro Albani
Un ataque
planificado. Eso ocurrió en la madrugada de este martes cuando los aviones
cazas de las Fuerzas Armadas turcas bombardearon el norte de Siria -incluida la
zona de Shahba que recibió fuego de artillería-, y la región de Shengal y las
montañas de Qandil -en el Kurdistán iraquí-. En medio de los bombardeos,
nuevamente surgen preguntas sobre las razones del constante asedio militar del
gobierno de Recep Tayyip Erdogan contra las poblaciones kurdas. También se
acrecientan los interrogantes sobre el rol de las principales potencias (Rusia
y Estados Unidos) implicadas en el conflicto sirio, teniendo en cuenta que
ambos países respaldan militarmente a las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS),
que forman parte de la Federación del Norte de Siria.
Apuntar algunas hipótesis y hechos recientes pueden despejar
dudas sobre una situación que, por más que parezca profundamente compleja, se
enmarca en la pretensión hegemónica del Estado turco, a lo que se suma su
negación, desde la concepción de la República en 1923, de otros pueblos y
nacionalidades que habitan dentro y fuera de sus fronteras.
Luego del triunfo del “Sí” en el referéndum que permite
modificar la Constitución de Turquía, Erdogan reforzó su política de represión
interna y conquista externa (en este caso hacia el norte de Siria). Aunque el
propio gobierno turco reconoció que el triunfo no fue por la diferencia
esperada (apenas un poco más de 1 por ciento), Erdogan y su partido, AKP,
redobló la idea-fuerza de auto-declararse con derechos a intervenir en Siria e
Irak.
Otra consecuencia del referéndum es que, pese a que el “No”
fue derrotado, tanto el pueblo kurdo del sudeste de Turquía como sectores de la
izquierda y el progresismo turco (y hasta espacios de derecha al interior de
los partidos clásicos MHP y CHP), hicieron sonar con fuerza sus voces y
críticas a una reforma que, consideran, destruiría las últimas estructuras en
pie de la República turca. La militancia del Partido Democrático de los Pueblos
(HDP), que reúne a kurdos y a otras nacionalidades, demostró durante la campaña
por el “No” que mantiene una fuerza social difícil de quebrar, pese a los
centenares de arrestos, asesinatos a sangre fría, prohibiciones y, en los casos
más extremos, la destrucción por parte del Ejército turco de ciudades enteras,
como fue el caso de Nusaybin.
¿Por qué el Estado turco bombardea, de forma planificada, el
norte de Siria? Erdogan y sus ministros han dejado en claro hace bastante
tiempo que, de ninguna manera, aceptan el proceso político y social que se
desarrolla en esa zona fronteriza con Turquía. Para la ideología islamo-derechista
del AKP es inaceptable que un conjunto de pueblos construyan una sociedad
inclusiva, donde se respeten las diferentes religiones, en la cual las mujeres
son la vanguardia del cambio, la organización social a través de comunas
suplante al Estado-nación y la economía (pese a la destrucción de la guerra) se
intente articular en cooperativas. El gobierno de Erdogan sabe que esa
experiencia del norte de Siria se encuentra latente en el sudeste de Turquía,
donde la mayoría kurda viene experimentando, aunque la represión estatal crece
día a día, cambios estructurales, sociales y de conciencia similares.
¿Por qué Turquía también bombardea Shengal? Al igual que en
el norte de Siria, en la región de Shengal, de mayoría kurdo-yezidí, los
pobladores declararon su autonomía, instituyeron sus fuerzas de autodefensa
(YBS/YJS) y abrazaron la construcción de una sociedad democrática. Erdogan,
aliado indiscutido de Masud Barzani (presidente “vitalicio” del Kurdistán
iraquí y líder del Partido Democrático de Kurdistán –PDK-), sabe que los logros
alcanzados por los yezidíes contradicen un plan que siempre se encuentra
latente: declarar la independencia del Kurdistán iraquí, instituirlo como
Estado-nación, y sellar todavía más la alianza entre el AKP y el PDK, sumado que
en ese territorio se encuentran las principales reservas de petróleo que posee
Irak. Por esta razón, si en un principio los ataques contra los yezidíes fueron
perpetrados por el Estado Islámico (ISIS o Daesh), en marzo pasado las
agresiones estuvieron encabezadas por los Peshmergas (las fuerzas militares de
Barzani) y ahora, en forma abierta y clara, por la aviación turca.
Lo ocurrido en Shengal tuvo, hasta ahora, una respuesta y
una revelación. Por un lado, las YBS/YJS emitieron un comunicado en el que afirmaron
que “utilizarán su derecho a la defensa frente a los ataques”. “Todos estos
ataques son una continuación del genocidio del Estado turco en alianza con el
ISIS perpetrados en Shengal el 3 de agosto de 2014”, recordaron las YBS/YJS.
Por otro lado, la agencia de noticias ANF confirmó que las coordenadas para que
la aviación turca bombardeara Shengal fueron enviadas por el PDK y los
Peshmergas. Durante el ataque, cinco peshmergas fueron ultimados, pero el
partido de Barzani calificó este hecho como “un error” en medio de los
bombardeos. Y como si fuera poco, el PDK acusó al Partido de los Trabajadores
del Kurdistán (PKK) por generar una situación que permitió los ataques. Sobre
este tema viene bien una posdata: YNK, Goran, la Unión Islámica y el Movimiento
Islámico, todos partidos del Kurdistán iraquí, emitieron un comunicado donde
repudiaron los bombardeos y responsabilizaron a Turquía por lo ocurrido.
Además, criticaron al PDK porque la organización de Barzani había legitimado
los ataques.
-El factor ISIS: sin dudas, una de las principales razones
de los ataques turcos tienen que ver con el retroceso en el terreno que viene
sufriendo la organización terrorista dirigida por Abu Bakr Al Baghdadi. Y el
Estado turco, por si todavía alguien no lo sabe, es el principal aliado de
Daesh junto a Arabia Saudí. Las pruebas sobre la ayuda turca a ISIS es variada
y muchas de esas evidencias fueron presentadas en Naciones Unidas. El Estado
Islámico se encuentra a punto de perder su capital, Al Raqqa, en el norte de Siria,
y apenas resiste en Mosul, la segunda ciudad en importancia de Irak y con
cuantiosas reservas de crudo. No sería extraño que 2017 fuera el año de la
completa derrota militar de Daesh. Esto no quiere decir que deje de existir,
porque el peligro más grande de este grupo es su ideología, basada en el
wahabismo, la corriente más conservadora y retrógrada dentro del Islam sunita.
En un comunicado difundido este martes, la Unión de Comunidades del Kurdistán
(KNK) denunció que “el Estado turco tiene como objetivo prevenir la operación
(hacia) Al Raqqa” que encabezan las FDS y “aliviar la presión sobre ISIS”. “No
es casualidad que este ataque se produjera después de que el ministro de
Defensa turco dijo que impedirán el funcionamiento de las FDS en Al Raqqa”, advirtieron
desde el KCK. A su vez, desde la organización explicaron que Turquía busca
“evitar una derrota de ISIS en Al Raqqa y el norte de Siria, y que toda esa
región pase a estar controlada por las fuerzas socialistas democráticas”. Por
su parte, el diputado del HDP, Lezgin Botan, sintetizó una verdad voces: la
“coalición del AKP con Daesh ahora está fuera de toda duda”, escribió en su
cuenta Twitter. Y agregó que Turquía ataca a los kurdos “para rescatar aDaesh,
que está en una situación difícil en Al Raqqa”.
¿Qué dicen Rusia y Estados Unidos sobre el múltiple ataque
turco? Hasta ahora, poco y nada. Tanto Moscú como Washington tienen en claro el
poder regional que ejerce Turquía (su Ejército es el segundo en importancia
dentro de la OTAN). Ambos países vienen pujando para que el gobierno de Ankara
les responda. Desde Rusia, después de superar crisis y restablecer relaciones,
intentan que Erdogan detenga su injerencia en Siria y, con esa posibilidad,
estabilizar a un país aliado de Moscú para su política exterior. Desde la Casa
Blanca no quieren que Turquía se escape de su órbita porque, más allá de las
rispideces con el gobierno de Barack Obama, Ankara es un socio fundamental, al
mismo nivel que Arabia Saudí. El alerta sobre el silencio de las potencias fue
dado desde el Kurdistán sirio. Salih Muslim, co-presidente del Partido de la
Unión Democrática (PYD), afirmó que “sin que la Coalición (encabezada por
Washington) lo aprobara, Turquía no habría lanzado esta operación, sus aviones
no habrían despegado en la región”. Al mismo tiempo, desde las fuerzas de
autodefensa kurdas demandaron a la Coalición que intervenga para detener los
ataques turcos y que sólo con declaraciones no alcanza.
El portavoz de las YPG, Redur Xalil, que visitó el lugar de
los ataques acompañado de un oficial estadounidense, afirmó que “las YPG no
permanecerán en silencio frente a este ataque y por lo tanto, se reservan el
derecho a defenderse y vengar a sus mártires”. Xalil también aseveró que la
Coalición “tiene una enorme responsabilidad y debe asumir su deber de proteger
esta zona ya que somos compañeros en la lucha contra el Estado Islámico”. Mark
Toner, portavoz el Departamento de Estado, expresó que el gobierno de Donald
Trump estaba “preocupado” por los bombardeos y que Turquía no había coordinado
el ataque con la Coalición. El funcionario de la Casa Blanca dijo que
“entendía” que para Turquía el PKK era “una amenaza”, pero que esa “lucha”
contra la guerrilla, que tiene sus bases en Qandil, no podía “ser en detrimento
de nuestro combate común a los terroristas que nos amenazan a todos”. Siguiendo
el modelo Obama, la administración Trump busca hacer equilibrio entre todos los
factores en disputa, aunque históricamente en los momentos de definiciones
profundas, la balanza de Washington se incline hacia la derecha.
Aunque los hechos sean muy recientes y todavía sea
apresurado apuntar qué sucederá en el futuro, podemos encontrar, al menos, tres
conclusiones que ya se observan.
1- El proceso político y social en el Kurdistán sirio y en
Shengal tiene una base sólida, tanto en lo humano como en lo militar, y será
muy difícil para el Estado turco derrotar esas experiencias que, además de
contar con una profunda solidaridad internacional, muestra la disposición
concreta de los pueblos que habitan esas tierras para defender sus vidas,
derechos y decisiones.
2- Frente a esto, Erdogan acrecienta minuto a minuto sus
políticas represivas internas y externas. Si las potencias mundiales o Naciones
Unidos no intervienen con celeridad y fuertes medidas contra la administración
de Ankara, el gobierno turco seguirá ignorando los reclamos y críticas y
profundizará un modelo de exterminio no sólo hacia los kurdos sino contra los
pueblos de Medio Oriente.
3- Aunque lo sucedido en el norte de Siria y en Shengal
parezcan hechos lejanos, que no tienen conexión con las problemáticas de
América Latina, no lo son. La derecha, en todas sus variantes, acecha países de
ambos lados del océano Atlántico. Un fuerte lazo solidario entre las luchas por
la libertad, la democracia directa y por un cambio social que haga tambalear
las estructuras construidas en más de doscientos años de capitalismo, se
convierten, en estos días de urgencias, en una herramienta que la misma
historia ha demostrado su eficacia.
leandroalbani@gmail.com
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