Por Eduardo Contreras
Este 24 de abril del 2017 se informó que ha fallecido
Agustín Edwards, histórico dueño de El Mercurio y su cadena de periódicos,
singular personaje que el mismo día del triunfo electoral de Salvador Allende
el 4 de septiembre de 1970 solicitó al embajador Korry de los EEUU en Chile que
le facilitara un encuentro de alto nivel con el gobierno de Nixon en Washington
para lo que viajó muy poco después a los EEUU de Norteamérica.
Todo funcionó, mal que mal era viejo amigo del aparataje
norteamericano y así fue como el 14 de septiembre de ese año, acompañado en las
gestiones por su amigo Donald Kendall, vicepresidente de la poderosa e
influyente Pepsi Cola, el empresario
chileno se reunió en el hotel Madison de
Washington con el propio Henry Kissinger y con el entonces director de la CIA
Richard Helms. Se transformaba así en el único chileno que en toda la
historia se haya reunido con el más alto
jefe del siniestro aparato intervencionista.
Este encuentro fue reconocido por el propio Agustín Edwards
al carearse con el destacado académico e investigador norteamericano Peter Kornbluh en el proceso
criminal que en su contra y de otros
golpistas se tramita ante el Ministro señor Mario Carroza en la causa rol n°
2442 – 2012 que, junto al recordado colega Alfonso Insunza presentamos por
mandato de las principales agrupaciones de familiares de víctimas de la
dictadura de nuestros país, la AFDD y la AFEP, de familiares de detenidos
desaparecidos y de ejecutados políticos.
Aquel no fue el primer contacto del turbio personaje con la
CIA y el gobierno norteamericano. La historia registra el paso de El Mercurio y
los Edwards por la maquinaria golpista que en 1954 derrocó al presidente
constitucional de Guatemala Jacobo Arbenz. No en vano desde los centros del
poder imperial se le ha considerado como
“nuestro hombre en América Latina”
¿Y a qué viajó tan tempranamente el año 70 este personaje si
todavía no se constituía el gobierno de la Unidad Popular?
Según las propias memorias de Henry Kissinger, jefe de los confabulados, así como según los
documentos desclasificados de la CIA, su viaje fue a reunirse directamente con
la máxima jefatura de la CIA y el gobierno de Nixon a fin de ver la posibilidad
de impedir la asunción efectiva de la presidencia por Allende y la Unidad
Popular.
Hacía años que Edwards se vinculaba con los mandos de las
FFAA chilenas por lo que podía entregar valiosos antecedentes de inteligencia a
la CIA ; mal que mal dirigía la llamada Cofradía Náutica del Pacífico Sur en
compañía de Toribio Merino y otros oficiales de la Armada y empresarios.
Aquel día en el hotel Madison mencionó como eventuales
apoyos golpistas al general de ejército Camilo Valenzuela entonces Jefe de
Operaciones en Santiago y al capitán Carlos Le May, subjefe del estado mayor de
la defensa nacional. Acerca de los políticos se refirió entre otros a Francisco
Bulnes y Sergio Onofre Jarpa a la vez que criticó al ex presidente Frei
Montalva por considerarlo “vacilante” y más partidario de una salida política
que militar. Revelan los documentos hoy conocidos que además aludió a la
influencia en Chile del proceso cubano y su presidente Fidel Castro.
Aquel encuentro no trascurrió en vano. En efecto, ya al día
siguiente 15 de septiembre de 1970 el entonces presidente de los EEUU, Richard
Nixon, reunido con Kissinger y los mandos de la CIA decretaba las operaciones de
inteligencia, económicas y militares para impedir que asuma Allende o , para el
caso que el elegido por el pueblo lograra asumir, entonces “hacer chillar la
economía chilena, para abrir camino a su derrocamiento. Y, por cierto se aprobó la transferencia del
primer millón de dólares para los operadores chilenos de la conspiración.
De los documentos desclasificados de la CIA, así como de la transcripción de
los llamados telefónicos de Henry Kissinger, de las propias memorias del mismo
alto funcionario norteamericano al igual que del Informe Church del Senado de
los EEUU y del Informe Hirschey y de publicaciones de investigadores
norteamericanos de la seriedad de John Dinges y Peter Kornbluh y de libros de
autores como el norteamericano Ken Dermota, queda clara la importancia y
magnitud del flujo millonario de dólares que favoreció a los partidos
reaccionarios de Chile y en primer término a El Mercurio y su cadena de periódicos.
La documentación acredita que específicamente a los medios
de Edwards el apoyo financiero se inició con un millón seiscientos mil dólares
y que en abril de 1972 la CIA entregó al Mercurio otros
novecientos sesenta y cinco millones de dólares. El 15 de mayo del mismo
año, esta vez a través de la ITT y su ejecutivo Hal Hendrix se depositó otros
cien mil dólares al grupo Edwards.
Volvamos al período previo a la asunción del presidente
Allende y recordemos la puesta en marcha de la conspiración ; debe registrarse
entonces el cobarde asesinato del comandante en jefe del ejército René
Schneider quien era, además de demócrata consecuente, un militar culto, algo
nada común en ese medio. Surgieron además grupos para militares de corte
claramente fascista como “Patria y Libertad” y “Comando Rolando Matus” cuyos
crímenes en los años siguientes son sobradamente conocidos y por supuesto
impunes.
Se puso igualmente en acción los planes para coordinar con
los gremios de camioneros, los grupos empresariales, comerciantes ; es decir
todos los que en el decurso del gobierno constitucional de la Unidad Popular
promoverían paros prolongados y violentos así como el desabastecimiento de
productos básicos.
No se detiene la presencia activa de la CIA y Edwards sólo
en la promoción inicial de las acciones golpistas. Ya instalada a sangre y
fuego la brutal dictadura militar la cadena de El Mercurio fue parte activa en
los operativos criminales.
Recordemos a vía de ejemplo sólo un par de casos. Uno fue el
del asesinato de Marta Ugarte destacada dirigente comunista. Cuando su cadáver
aparece en una playa arrojada por el mar, fue presentado por la prensa de
Edwards como “el suicidio de una hermosa joven despechada ” Un periodista
aparece en la foto del diario La Segunda certificando como válida la versión
que no era sino parte del operativo criminal. Lo cierto es que Marta Ugarte
había estado en manos de la DINA, torturada brutalmente, asesinada y luego
atada y subida a un helicóptero desde donde se le arrojó al mar cerca de la playa
de los Molles. Según confesó ante tribunales el agente que la ató estaba tan
nervioso que amarró mal su cuerpo lo que facilitó que se desatara y llegar
hasta la orilla y transformarse así en la primera y dramática prueba de los
procedimientos de los militares.
Otro ejemplo es el del llamado caso de los 119 en que el
operativo se inicia fingiendo la existencia de falsos medios en Argentina y
Brasil a los que El Mercurio y demás medios de Agustín Edwards citan como “fuente fidedigna” para titular que esas
compañeras y compañeros se habían asesinado entre ellos mismos, que era un
“ajuste de cuentas”. El fatídico y grosero titular decía que “se mataron como
ratones”. Los procesos judiciales posteriores en Chile y Argentina demostraron
la absoluta falsedad de tales versiones y, de consiguiente, la clara condición
jurídica de cómplices o encubridores de los brutales crímenes que le cabe a
Edwards y al personal de sus medios.
Precisamente por estas razones fue que iniciamos el año 2012
la causa rol 2442 ya citada y que se tramita ante el Ministro señor Mario
Carroza. La obligación legal que pesa sobre los tribunales es que, a lo menos,
los delitos deben ser investigados. Llegará el momento de decidir si se trata o
no de delitos de lesa humanidad, si hay condenados o no. Este proceso sigue, no
termina con la muerte de Edwards puesto que
los inculpados son muchos. Porque la sociedad chilena necesita conocer
toda la verdad y el poder judicial, en deuda por su inicial apoyo a la
dictadura, así lo ha entendido al llevar adelante cerca de mil quinientos
procesos logrando algunos avances
significativos.
Agustín Edwards no será condenado legalmente pero al menos
lo es moralmente por chilenas y chilenos consecuentes aunque no lo sea por
aquellos “demócratas” que de modo tan deplorable cedieron a los cantos de
sirena de “Paz Ciudadana” y por fotos en
páginas sociales con las que el personaje intentó blanquear su imagen. Todos sabemos de quienes
hablo, están vigentes, ocupan cargos y no han ocultado su abrazo o su apretón de
manos con el sujeto.
En estricto rigor, además de su familia y la ultraderecha,
es la CIA la que ha perdido a uno de los suyos.
eduardocontreras2@gmail.com
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