Por Manuel Humberto Restrepo Domínguez
Los imperdonables olvidos
Las significativas revoluciones de 1776 en América y de 1789
en Europa, dejaron conscientemente por fuera de las declaraciones de derechos a
los esclavos y a las mujeres. El levantamiento del pueblo de Virginia, se selló
en el parlamento, (creado a instancias del pacto de Bill Of Rigths, que limitó
la potestad del rey en materia de impuestos, confiscaciones y asesinato), con
una declaración de derechos del pueblo contra la dominación Británica.
El
principio fundamental de la declaración fue que todas las personas tenían
derechos naturales inherentes y por tanto merecían su libertad e independencia,
pero olvidaron a los cerca de 600.000 esclavos, que virtud de las leyes de
sometimiento, continuaron siendo simples mercancías. Los propietarios según la
ley no tenían límite de compra y venta de esclavos y poseían de 10 a 12 cada
uno, a quienes continuaron tratando como
animales sin alma, raptados del continente africano. Al pueblo de Virginia
llegaron justamente los primeros 19 esclavos en 1619 traídos por comerciantes
holandeses como parte de un botín de más de 12 millones de estas mercancías
humanas que enriquecieron a América. Fue gracias a los levantamientos contra
tal barbarie y no en virtud de leyes de abolición que obtuvieron su libertad.
En la Europa de las guerras y de la lucha por la libertad de
cultos, fue sellado en las calles de Paris, el primer gran pacto de clases
antagónicas, para reconocerse humanos, iguales y libres, dejando cada una para
si la mejor parte de su poder. La una dejó la propiedad privada y la otra su
derecho de resistencia y rebelión ante la tiranía. La declaración de derechos
del hombre y del ciudadano de 1789, dejó en el centro la figura masculina del
varón y propietario. Allí también quedaron en el olvido los esclavos y las mujeres.
En 1794 fue abolida la esclavitud en Francia y apenas en 1926 declarada para
todo el mundo, por la Sociedad de Naciones, como una práctica ilegal. Las
mujeres que estuvieron en las luchas de parís, se levantaron rápidamente en
rebeldía a cuestionar el texto de la declaración de derechos personales y
universales, que la dejaba por fuera y formularon su propia declaración de
derechos de la mujer y la ciudadana, en 17 artículos, leídos en 1791 en la
tribuna pública, por Olimpe de Gouges, que por tal acto de sublevación
enseguida fue guillotinada y algunas de sus compañeras como Rosa Locombe,
encerradas en hospicios acusadas de locura.
La historia oficial ha hecho caso omiso de estos hechos en
un estratégico y consciente olvido,
ejercitado desde unas estructuras elitistas de poder, que a pesar de las
innumerables declaraciones y conquistas, se resiste a entender que ser iguales
y libres implica construir el poder político y distribuir la riqueza social en
colectivo, sin ventajas, sin ansias de dominación, colonización, explotación,
ni sometimiento de unos por otros. De la esclavitud del siglo XVIII, se pasó a
la Trata de Personas o moderna esclavitud, del Siglo XXI, con cifras de más de
70 millones de personas en esta condición. De la mujer el silencio se mantuvo
hasta 1972, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas, después de
múltiples revueltas y grandes movilizaciones a lo largo de los siglos XIX y
XX, declaró a 1975 como el año de la
mujer y al 8 de marzo como el día internacional de la mujer trabajadora, que
ratificó en 1977 instando a los estados del mundo a reconocer conforme a sus
costumbres y tradiciones un día de reconocimiento a los derechos de la mujer y
la paz internacional.
La larga carrera de
lucha por el derecho a ser reconocidas humanas
La larga carrera de lucha social, de grupos, colectivos,
comunas y activistas en el camino de humanización encontró al final del Siglo
XVIII, a una Francia convertida en potencia política, a Inglaterra victoriosa
en sus guerras civiles contra el absolutismo y a Holanda trazando un camino de
tolerancia religiosa y política. Este marco de triunfos contra el oscurantismo,
de derrota de la era feudal y de compuertas abiertas para redefinir al ser
humano libre de humillaciones y crueldad, afianzó las condiciones para que las
mujeres levantaran su voz en las tribunas, anunciaran controversias con sus
escritos y se dispusieran a enfrentar el olvido provocado por el capitalismo
naciente que se resistía a abandonar las prácticas de sumisión y enajenación
del modelo patriarcal. Las mujeres pusieron a prueba toda su capacidad de lucha
y de expresiones de libertad para proponer y promover el reconocimiento de la
mujer en los derechos.
De entre esa multiplicidad de ejemplos, me referiré
brevemente a una mujer: Mary Wollstonecraff. De clase media, filosofa y
escritora Británica, que se enfrentó al poder reinante a través de sus
escritos, señalando que ninguna mujer es inferior en nada a un hombre y que es
la falta de oportunidades de una falsa educación que se le ofrece la que la
desiguala y le permite a los hombres mantener la sumisión y tratarlas como
seres subordinados y no como parte de la especie humana. Su libro llamado
Vindicación de los derechos de la mujer, pregunta porqué sí las mujeres no son
una manada de seres frívolos y efímeros, se les mantiene en la ignorancia bajo
el engañoso nombre de inocencia?. Cuestiona a Rousseau, -de quien su obra si
fue ampliamente difundida-, reprochándole que sus escritos insistan en una
educación para el hombre que lo capacite para el logro de sus prácticas de
virtud y de independencia y otra para la mujer que la prepare para los
quehaceres de la casa y para dar placer a sus esposos. Pone en conocimiento que
a las niñas se les enseñaba a llevar una casa, manejar técnicas de conversación
y de arreglo personal que les sirviera para ser institutrices como mucho.
En el ensayo sobre la educación de las hijas de 1887,
convoca a entender que la educación debe comenzar en el pecho materno, lo que
resultaba profundamente revolucionario, porque las clases privilegiadas
consideraban desde la antigüedad que las mujeres eran solo hembras que no
debían amamantar a sus críos si no dejar que el instinto los distanciara de su
animalidad, mientras que el cuerpo del bebe era atado a tablas rígidas para que
logrará la posición erecta.
Wollstonecraff, considera que las clases altas son
infantiles y se opone a aceptar que sea normal que su padre maltrate a su madre
y que las mujeres de los sectores populares apenas existan en la condición de
servidumbre, expuestas al maltrato. La naciente clase media le ofrecía a las
mujeres la posibilidad de acceder a oficios como costureras, modistas o
dependientas, mientras que el foro político, los negocios, la economía, la
administración, el derecho, la marina o el ejército eran cosa de hombres. Ellas
no podían tener sueños, ni hacer públicos sus deseos e inconformidades, menos
aún trazar por cuenta propia su propio destino, su realización como mujeres
solo se podía obtener en la casa, con un marido, unos hijos y guardando un
eterno silencio. Wollstonecraff de manera personal renuncia a casarse, intenta
abrir una escuela, lee a Locke y a Rousseau y participa como testiga directa de
la revolución francesa y de las movilizaciones de mujeres en rebeldía, que
estuvieron en la conquista del primer gran pacto de derechos que aun así las
dejo afuera.
Como Wollstonecraff son decenas, cientos y miles de mujeres
olvidadas y negadas por la historia, que en pasado y en presente, mantienen la
memoria de que los derechos no caen del cielo, ni se deben a los gobernantes,
ni son simples leyes de garantía, definidas por expertos de oficina. La gran
conquista humana en términos de derechos es el reconocimiento pleno de la
existencia política de la mujer como ser humano, dueña de sus conductas, de su
destino, de su cuerpo y de sus sueños, rebelde y libre para construir nuevos
mundos sin sumisiones, ni dominaciones.
El guardado
patriarcal de la sumisión
Las declaraciones iniciales de derechos humanos, Americana
de 1776 y del hombre y ciudadano de 1789, guardaron muy adentro de sus
contenidos algunas inconcebibles explicaciones expuestas por hombres liberales
ilustrados de la época que dijeron cosas como que: La mujer debe dedicarse a
las ocupaciones domésticas, tiene escasa instrucción, su único poder que puede
ejercer sobre el hombre es el de su sexo y sus conflictos solo pueden ser
domésticos (Bentham, condecorado como ciudadano honorario por la naciente
república francesa). El dominio del hombre sobre la mujer está por fuera del
ámbito político como también lo están la subordinación conyugal, la autoridad
del varón y la sumisión de la mujer (Locke). Hay dos esferas en la sociedad,
una publica para los hombres y otra privada para las mujeres y; a un monarca le
puede resultar indiferente reinar sobre hombres o mujeres con tal que
obedezcan, pero en una república se necesitan hombres en la base de sus
constituciones (Rousseau). La educación de las mujeres es el mayor absurdo de
la época (Stendhal). Solo eran ciudadanas las que servían mejor a la republica
quedándose en casa y dejando hacer la revolución a los hombres (Proudhom,
Louis).
En el seno de la
revolución francesa con este espíritu de que la subordinación de la mujer es un
asunto natural, normal y legítimo, 4 mujeres fueron llevadas al cadalso el 30
de octubre de 1793, acusadas de ser malas mujeres, pretender hacer cosas de
hombres y de abandonar tareas propias de su sexo. Ese mismo día fueron
prohibidas todas las organizaciones femeninas. J. Sieyès, uno de los teóricos
principales de la constitución francesa, definió que la diferencia entre
ciudadanos activos y pasivos era que los primeros eran varones y los otros eran
niños, sirvientes, extranjeros y mujeres.
En el fondo de la letra y el contenido se mantuvo en estas
declaraciones el espíritu del principio constituyente de que en la familia el
hombre es la protección y la mujer la obediencia, que sigue ahí convertido en
la barrera infranqueable del poder para limitar el acceso a los bienes
materiales y simbólicos indispensables para realizar a plenitud sus derechos a
trabajar, actuar, disponer de dinero y tomar sus propias decisiones sin
intermediación de los hombres y sin la injerencia de la sociedad, que desde el
siglo XIX le confirió el poder absoluto
al varón consagrado a través de la familia.
Colorarlo de homenaje
El 8 de marzo es un día cuyo significado y sentido hace
parte de las conquistas humanas por el reconocimiento de los seres humanos como
tales y sobre todo para las mujeres que exigen respeto por parte de las
estructuras del poder excluyente y discriminatorio que se empeñan en impedir la
realización de su dignidad en igualdad de condiciones y libertades como parte
de la civilización y no solo como encargadas de parir y ser objeto de deseo. El
8 de marzo es un día para hacer memoria, seguir buscando la verdad de los
olvidos y las manipulaciones y sumando fuerzas para derribar los muros que
impiden la emancipación, tanto del sistema patriarcal y sus estructuras de
poder autoritario, como del capitalismo indolente que todo lo convierte en
mercancía.
P.D. Bienvenidas las
mujeres que se alzaron en armas y hoy ponen sus esperanzas en la rebelión
desarmada; Bienvenidas las mujeres víctimas de la guerra evitable que nunca se
evitó; Bienvenidas las mujeres que convierten las celdas de venganza en
trincheras de esperanzas; Bienvenido otro 8 de marzo de esperanzas....Feliz día
a las mujeres incansables en sus luchas.... mis estudiantes y mis colegas.....
mrestrepo33@hotmail.com
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