Por Carlos Iaquinandi Redacción de SERPAL
Hay días en que ciertas noticias parecen converger y
entremezclarse, y son una señal que nos
advierte que las cosas no van bien. En las últimas horas nos llegaron los
exabruptos de Matteo Salvini, ministro italiano de interior, anunciando un
censo de la población gitana “para expulsar a los irregulares”. Para que no
quedaran dudas del contenido racista de su advertencia, añadió: “a los gitanos
italianos, lamentablemente, habrá que quedárselos“. Y si alguien piensa que
esto es una ocurrencia aislada, recordemos que el pasado 8 de abril, Día internacional del pueblo
gitano, la eurodiputada Mara Bizzotto también de la gubernamental Liga Norte
italiana dijo en ese parlamento “que tendría que haber un día dedicado a las
víctimas de los problemas causados por los gitanos”. El nuevo gobierno italiano
ha encontrado ya una explicación para los males que sufre el país: son “los
otros”, los refugiados, los gitanos, y no nos sorprenderá cuando agregue a “los
pobres”, culpándolos de su miseria.
Otras “señales”
Desde Hungría, Polonia, Austria, Bulgaria, Ucrania o
Eslovenia nos llegan otras notas inquietantes. Sus gobiernos despliegan similares
alegatos racistas. Ideólogos ultranacionalistas recorren estos países con sus
prédicas de odio y exclusión social. Varios de esos gobiernos han modificado
sus leyes para poder encerrar temporalmente a los “indeseados”, privándolos de
todos sus derechos humanos.
El húngaro Víktor Orban precursor junto con España en
militarizar y alambrar sus fronteras utilizando “concertinas”, afirmó públicamente: “no queremos que nuestro
color se mezcle con otros”, lo que le valió que el alto comisionado de la ONU
para los DDHH lo tildara como “racista”. Pero muchos de ellos no reniegan de
ese calificativo, alegando que “así pretenden desacreditar a quienes defendemos
nuestra propia identidad”. Entre unos y otros, van sepultando los principios
que fueron la base de la reconstrucción europea a partir del 45: la
solidaridad, la defensa de los Derechos Humanos y el “estado del bienestar”.
Han encontrado “chivos expiatorios” a quienes responsabilizar de la injusticia
y el empobrecimiento de las mayorías.
No podía faltar Donald Trump
También ayer, desde la primera potencia mundial, nos llegaba
la noticia sobre la situación de centenares de niños separados de sus padres
por la “Migra” norteamericana. Siguiendo las indicaciones de D.Trump, y de su
Secretaria de Seguridad aplican esas medidas inhumanas porque sus padres
-mayoritariamente oriundos de países latinoamericanos- son considerados
delincuentes por ingresar al país de forma ilegal. Un espeluznante video
difundido por los canales de los EE.UU. muestra a los pequeños en una especie
de jaula-depósito, aislados de sus padres. El impacto ha sido tan grande que
demócratas y los propios republicanos han denunciado esa barbarie
gubernamental. El general Michael Hayden, director de la CIA durante el
gobierno de Bush escribió en Twitter: “otros gobiernos han separado madres y
niños”, sobre una foto en blanco y negro del campo de concentración nazi de
Auschwitz.
ACNUR aporta cifras
En las últimas horas, se sumaba la noticia de que la
violencia y el hambre generaron en el 2017 otros tres millones de refugiados.
Ahora suman 68,5 millones, la cifra más alta desde fines de la Segunda Guerra
Mundial. Palestinos, sirios, afganos, birmanos, somalíes, pakistaníes,
magrebíes o sudaneses son algunos de los principales colectivos. Todos huyen de
la miseria y de la muerte. Sus países han sufren o han padecido invasiones o conflictos en los que directa o indirectamente
participan países “desarrollados”. Los que mueren, los que pierden sus
viviendas, los que huyen, son en su gran mayoría de países donde no se producen
armas. Ellos ponen las víctimas. Otros ponen las bombas, los misiles, los
fusiles o las municiones. Figuran varios países europeos, entre los cuales,
España. Pero también EE.UU, Rusia, o
China, que con Alemania y Francia controlan más del 70% de la exportación del
armamento mundial. Contra lo que pueda suponerse, los países que más refugiados
reciben, no son precisamente quienes tienen más recursos: entre ellos destacan
Líbano, Jordania, Turquía, Pakistán, Irán o Uganda. Según las cifras de ACNUR,
más del 80% de los refugiados en el mundo, viven en países de ingresos bajos o
medianos.
Hay días en que se
hace difícil conciliar el sueño después de haber visto las noticias. Si por fin lo conseguimos, soñamos que al
despertar, veremos otra realidad.
Pero no es así.
Tendremos que construirla entre todos.
Redacción de SERPAL
serpal@nod50.org
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