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martes, 26 de junio de 2018

En un mundo multipolar no hay aún una hegemonía que acabe de nacer ni otra de morir


Por Rolando Prudencio Briancon:
Es a Antonio Gramsci a quien le corresponde esa frase célebre sobre la transición histórica que se da entre: aquello (lo nuevo) que no  acaba de nacer, ni aquello que tampoco termina de morir (lo viejo); y que es lo que hoy, en nuestro mundo somos testigos de este trance histórico dentro un nuevo orden mundial.Hasta antes de la contemporánea configuración multipolar del mundo, el eje hegemónico global rotaba en torno a la supremacía estadounidense, que virtualmente había globalizado un Orden hegemónico en función a lo que fundamentalmente encarnaba sus intereses por encima del resto; sin importar incluso que la realización de los mismos supusiera el uso de la violencia; tal como ominosamente ocurrió con la inicua invasión a Irak, bajo el prefabricado pretexto de las “Armas de Destrucción Masiva” hace poco más de 15 años atrás. O poco antes, en septiembre del 2001 con el auto atentado a las Torres Gemelas que fue el anuncio de que los EE.UU., por mantener su hegemonía estaban dispuesto a cometer un abominable crimen contra sus propias criaturas con la coartada perfecta del Terrorismo, como ocurrió en el World Trade Center.

Esa es la razón por la que en un momento de indefinición histórica en el que la hegemonía de un nuevo Orden ha sido superada por el multipolarismo de potencias -Rusia y China- que disputan ese liderazgo, son las paradojas que patentizan las contradicciones del sentido común, tal como ocurre hoy con las iniciativas del gobierno de Trump, quien paradójicamente ha vuelto sobre los pasos en los que habían avanzado sus predecesores, una vez que pregonaron la Globalización como el fundamento de la hegemonía estadounidenses, pero que restauradoramente hoy han reculado promoviendo el proteccionismo. Es más, Trump ha llegado al extremo de trastocar la razón por la “América fue Grande”, recibiendo a migrantes -como el mismo lo es- de cualquier parte, dictando políticas de encierro como la construcción del Muro para “Hacer Grande América”. 

Es más; incluso la propia elección -paradójicamente perdiendo con más de tres millones de votos frente a Hillary Rothman de Clinton- de Trump tiene el tramposo trasfondo de aminorar la evidencia de que la hegemonía estadounidense es, como diría Fukuyama el Fin de la historia del esplendor estadounidense.

Y es que ésa la razón por la que Trump ha trastocado el Orden que hasta antes la Globalización hegemónica de los EE.UU. estandarizó, para la apertura y expansión de su hegemonía en el mundo. Claro que ante la evidencia de la emergencia de otras potencias, es que el Establishment estadounidense ha optado por un  outsider como Trump por opacar el ocaso de su hegemonía; y mejor si es un “show man”, que con todas sus estrafalarias políticas sea quien se encargue de ensombrecer el eclipse de la hegemonía estadounidense.

Esa es la razón por la que hoy estamos en un en un transformador trance en el que la vieja hegemonía estadounidense no acaba de morir, pero tampoco existe una que sucedáneamente la sustituya; tan sólo estamos ante la constitución de un mundo multipolar. 
prudenprusiano@gmail.com

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