Por Rolando Prudencio Briancon:
Es a Antonio Gramsci a quien le corresponde esa frase
célebre sobre la transición histórica que se da entre: aquello (lo nuevo) que
no acaba de nacer, ni aquello que
tampoco termina de morir (lo viejo); y que es lo que hoy, en nuestro mundo
somos testigos de este trance histórico dentro un nuevo orden mundial.Hasta
antes de la contemporánea configuración multipolar del mundo, el eje hegemónico
global rotaba en torno a la supremacía estadounidense, que virtualmente había
globalizado un Orden hegemónico en función a lo que fundamentalmente encarnaba
sus intereses por encima del resto; sin importar incluso que la realización de
los mismos supusiera el uso de la violencia; tal como ominosamente ocurrió con
la inicua invasión a Irak, bajo el prefabricado pretexto de las “Armas de
Destrucción Masiva” hace poco más de 15 años atrás. O poco antes, en septiembre
del 2001 con el auto atentado a las Torres Gemelas que fue el anuncio de que
los EE.UU., por mantener su hegemonía estaban dispuesto a cometer un abominable
crimen contra sus propias criaturas con la coartada perfecta del Terrorismo,
como ocurrió en el World Trade Center.
Esa es la razón por la que en un momento de indefinición
histórica en el que la hegemonía de un nuevo Orden ha sido superada por el
multipolarismo de potencias -Rusia y China- que disputan ese liderazgo, son las
paradojas que patentizan las contradicciones del sentido común, tal como ocurre
hoy con las iniciativas del gobierno de Trump, quien paradójicamente ha vuelto
sobre los pasos en los que habían avanzado sus predecesores, una vez que
pregonaron la Globalización como el fundamento de la hegemonía estadounidenses,
pero que restauradoramente hoy han reculado promoviendo el proteccionismo. Es
más, Trump ha llegado al extremo de trastocar la razón por la “América fue
Grande”, recibiendo a migrantes -como el mismo lo es- de cualquier parte,
dictando políticas de encierro como la construcción del Muro para “Hacer Grande
América”.
Es más; incluso la propia elección -paradójicamente
perdiendo con más de tres millones de votos frente a Hillary Rothman de
Clinton- de Trump tiene el tramposo trasfondo de aminorar la evidencia de que
la hegemonía estadounidense es, como diría Fukuyama el Fin de la historia del
esplendor estadounidense.
Y es que ésa la razón por la que Trump ha trastocado el
Orden que hasta antes la Globalización hegemónica de los EE.UU. estandarizó,
para la apertura y expansión de su hegemonía en el mundo. Claro que ante la
evidencia de la emergencia de otras potencias, es que el Establishment
estadounidense ha optado por un outsider
como Trump por opacar el ocaso de su hegemonía; y mejor si es un “show man”,
que con todas sus estrafalarias políticas sea quien se encargue de ensombrecer
el eclipse de la hegemonía estadounidense.
Esa es la razón por la que hoy estamos en un en un
transformador trance en el que la vieja hegemonía estadounidense no acaba de
morir, pero tampoco existe una que sucedáneamente la sustituya; tan sólo
estamos ante la constitución de un mundo multipolar.
prudenprusiano@gmail.com
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