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sábado, 16 de junio de 2018

Colombia: Elecciones presidenciales entre el cambio, la paz y la guerra


Por Tony López R.:
El próximo domingo 17 de junio se celebrará la segunda vuelta electoral para elegir al nuevo Presidente de la República colombiana, por un periodo de cuatro años. Los medios de comunicación local, cuyos propietarios forman parte de la élite del poder, han sembrado una matriz de opinión para referirse al candidato Gustavo Petro, y con toda intencionalidad política lo señalan   como el candidato de la izquierda.
No es gratis este apellido de Izquierda porque, desde hace más de sesenta años en Colombia, todo lo que se identifica como izquierda lo relacionan con el Comunismo, supuestamente  el gran peligro para la propiedad privada y las libertades públicas.  Tal es así que la campaña del NO a los Diálogos de Paz sometido a plebiscito, liderada por el  ex presidente y senador Álvaro Uribe, estuvo basada en que votar por el SÍ era abrir la presidencia a la guerrilla de las FARC-EP y al “Castro chavismo”. Nada más irracional, pero tuvo éxito y por primer vez, un pueblo engañado  vota en contra de la paz. Hoy la política no ha cambiado y la campaña es similar en contra de Petro, esperemos que en esta ocasión los electores no se equivoquen.

Los diversos analistas  dan por sentado que Petro será derrotado, argumentando la unión que se produjo de los Partidos Liberal, Conservador, Cambio Radical y otras minúsculas organizaciones políticas y le  dan el triunfo  al uribismo, o sea al candidato Iván Duque. De ganar Duque, será el triunfo de un presidente que ocupará el sillón de la Casa de Nariño, pero su poder será limitado y concentrado en las manos del senador Álvaro Uribe Vélez, desde el Congreso de la República. Será un triunfo pírrico.
Pírrico por dos razones: un triunfo que llevará al país  a una guerra no solo con Venezuela, otra interna, porque se provocará la anulación de los Acuerdos de Paz, y el país sufrirá, en está ocasión, un conflicto en un escenario diferente, porque se escenificará una cruel guerra en el campo,  las grandes ciudades  y en las periferias de esas capitales. Esto es la crónica de una guerra anunciada por Uribe y  con más moderación por Duque.

Es verdaderamente lamentable, porque  como bien  encomendara Juan Manuel Santos a sus delegados en los diálogos de La Habana: “saquen la  barata”. Y la sacaron barata, ninguna organización guerrillera fue tan generosa e ingenua, de entregar las armas antes de que se cumplieran al menos el 80 por ciento de los Acuerdos de Paz.

El triunfo de un pueblo y un gobierno es aquel que logra que sus conciudadanos vivan en paz, disfruten de las bondades de sus tierras, de sus bellezas naturales, de un medio ambiente sin contaminación, sin fumigación, con trabajo y con hombres y mujeres emprendedoras para engrandecer el país, no a costa de entregar sus riquezas a empresas transnacionales y  a sus ejércitos como mercenarios al servicios de potencias extranjeras, desde una organización guerrerista como la OTAN. 

Pero el triunfo de  Duque y su patrón  Uribe Vélez  es pírrico, primero porque lograron fracturar a los partidos que han sostenido el sistema político colombiano: Liberales y Conservadores, hoy  divididos con pérdida de identidad política e ideológica, solo son maquinarias clientelistas y corruptas, y en  estas elecciones  perdieron el poder. Los liberales  tanto del oficialista  partido de la U como el tradicional, electoralmente desaparecieron,  su candidato Humberto de la Calle  no logró ni 400 mil  votos. El presidente del Partido Liberal César Gaviria traicionó a su candidato y llamó a votar por Iván Duque.  El Partido Cambio Radical, de origen liberal Lleristas, alcanzó un escaso  7 por ciento, perdió Bogotá y la Costa Atlántica donde siempre fueron fuertes.  Ni hablar del Partido Conservador, el ex presidente Andrés Pastrana se encargó de borrarlos del mapa, solo por su ego y sus oscuras alianzas internacionales con el corrupto Luis Almagro,  Secretario de la OEA y los corruptos ultraderechistas españoles  José Aznar y Mariano Rajoy.

Es cierto que todo ese concierto de conocidos políticos, de las traicionadas y muy golpeadas estructuras  liberales y conservadoras,  se unirán en torno al candidato de Uribe, pero para ellos es muy grave, porque se están uniendo al Centro Democrático, partido creado por Uribe Vélez, y donde reinan empresarios, terratenientes y sectores que como se sabe están vinculados al narco-paramilitarismo, algunos condenados y confesos.

Cargarán estos Partidos con el estigma de estar relacionados con el ex  Jefe del DAS Jorge Noguera del Gobierno de Uribe condenado por paramilitarismo, o del ex coronel Santoyo ex Jefe de Seguridad de Uribe extraditado a Estados Unidos por ambos delitos.

Dicen que  las mentiras tienen patas cortas, se firmó el Acuerdo de Paz, las FARC-EP entregaron sus armas, se concentraron en lugares que no tenía condiciones para que un ser humano viviera, se convirtieron en un Partido Político, el cual siguiendo el procedimiento legal y electoral inscribieron, pero esas mismas turbas paramilitares uribistas,  impidió con sus  violentas agresiones físicas y linchamientos mediáticos,  que ese Partido continuara en lo que llaman “democracia representativa”.

¿En que sillón del Palacio de  Nariño está sentado  Timochenko?.  ¿Cuál Castro-Chavismo?.   Las campañas de los medios hegemónicos colombianos,  le han mentido a su pueblo, porque sus dueños forman parte del poder oligárquico en Colombia y no están en disposición de abandonarlo y están dispuestos a pagar cualquier precio, incluido la sangre de quien se les pueda atravesar en el camino,  aunque el sistema apuesta a ganar si o si  con votos válidos o con fraude en  estas elecciones.  Los votantes serán los grandes protagonistas de si desean un cambio, vivir en paz o continuar en la guerra.

(*) Periodista, Politólogo, analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com

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