Por Tony López R.:
El próximo domingo 17 de junio se celebrará la segunda
vuelta electoral para elegir al nuevo Presidente de la República colombiana,
por un periodo de cuatro años. Los medios de comunicación local, cuyos
propietarios forman parte de la élite del poder, han sembrado una matriz de
opinión para referirse al candidato Gustavo Petro, y con toda intencionalidad
política lo señalan como el candidato
de la izquierda.
No es gratis este apellido de Izquierda porque, desde hace
más de sesenta años en Colombia, todo lo que se identifica como izquierda lo
relacionan con el Comunismo, supuestamente
el gran peligro para la propiedad privada y las libertades
públicas. Tal es así que la campaña del
NO a los Diálogos de Paz sometido a
plebiscito, liderada por el ex
presidente y senador Álvaro Uribe, estuvo basada en que votar por el SÍ era
abrir la presidencia a la guerrilla de las FARC-EP y al “Castro chavismo”. Nada más irracional, pero tuvo éxito y por
primer vez, un pueblo engañado vota en
contra de la paz. Hoy la política no ha cambiado y la campaña es similar en
contra de Petro, esperemos que en esta ocasión los electores no se equivoquen.
Los diversos analistas
dan por sentado que Petro será derrotado, argumentando la unión que se
produjo de los Partidos Liberal, Conservador, Cambio Radical y otras minúsculas
organizaciones políticas y le dan el
triunfo al uribismo, o sea al candidato
Iván Duque. De ganar Duque, será el
triunfo de un presidente que ocupará el sillón de la Casa de Nariño, pero su
poder será limitado y concentrado en las manos del senador Álvaro Uribe Vélez, desde
el Congreso de la República. Será un triunfo pírrico.
Pírrico por dos razones: un triunfo que llevará al país a una guerra no solo con Venezuela, otra
interna, porque se provocará la anulación de los Acuerdos de Paz, y el país
sufrirá, en está ocasión, un conflicto en un escenario diferente, porque se
escenificará una cruel guerra en el campo,
las grandes ciudades y en las
periferias de esas capitales. Esto es la crónica de una guerra anunciada por
Uribe y con más moderación por Duque.
Es verdaderamente lamentable, porque como bien
encomendara Juan Manuel Santos a sus delegados en los diálogos de La
Habana: “saquen la barata”. Y la sacaron
barata, ninguna organización guerrillera fue tan generosa e ingenua, de
entregar las armas antes de que se cumplieran al menos el 80 por ciento de los
Acuerdos de Paz.
El triunfo de un pueblo y un gobierno es aquel que logra que
sus conciudadanos vivan en paz, disfruten de las bondades de sus tierras, de
sus bellezas naturales, de un medio ambiente sin contaminación, sin fumigación,
con trabajo y con hombres y mujeres emprendedoras para engrandecer el país, no
a costa de entregar sus riquezas a empresas transnacionales y a sus ejércitos como mercenarios al servicios
de potencias extranjeras, desde una organización guerrerista como la OTAN.
Pero el triunfo de
Duque y su patrón Uribe
Vélez es pírrico, primero porque
lograron fracturar a los partidos que han sostenido el sistema político
colombiano: Liberales y Conservadores, hoy
divididos con pérdida de identidad política e ideológica, solo son
maquinarias clientelistas y corruptas, y en
estas elecciones perdieron el
poder. Los liberales tanto del
oficialista partido de la U como el
tradicional, electoralmente desaparecieron,
su candidato Humberto de la Calle
no logró ni 400 mil votos. El
presidente del Partido Liberal César Gaviria traicionó a su candidato y llamó a
votar por Iván Duque. El Partido Cambio
Radical, de origen liberal Lleristas, alcanzó un escaso 7 por ciento, perdió Bogotá y la Costa
Atlántica donde siempre fueron fuertes.
Ni hablar del Partido Conservador, el ex presidente Andrés Pastrana se
encargó de borrarlos del mapa, solo por su ego y sus oscuras alianzas
internacionales con el corrupto Luis Almagro,
Secretario de la OEA y los corruptos ultraderechistas españoles José Aznar y Mariano Rajoy.
Es cierto que todo ese concierto de conocidos políticos, de
las traicionadas y muy golpeadas estructuras
liberales y conservadoras, se
unirán en torno al candidato de Uribe, pero para ellos es muy grave, porque se
están uniendo al Centro Democrático, partido creado por Uribe Vélez, y donde
reinan empresarios, terratenientes y sectores que como se sabe están vinculados
al narco-paramilitarismo, algunos condenados y confesos.
Cargarán estos Partidos con el estigma de estar relacionados
con el ex Jefe del DAS Jorge Noguera del
Gobierno de Uribe condenado por paramilitarismo, o del ex coronel Santoyo ex
Jefe de Seguridad de Uribe extraditado a Estados Unidos por ambos delitos.
Dicen que las
mentiras tienen patas cortas, se firmó el Acuerdo de Paz, las FARC-EP
entregaron sus armas, se concentraron en lugares que no tenía condiciones para
que un ser humano viviera, se convirtieron en un Partido Político, el cual
siguiendo el procedimiento legal y electoral inscribieron, pero esas mismas
turbas paramilitares uribistas, impidió
con sus violentas agresiones físicas y
linchamientos mediáticos, que ese
Partido continuara en lo que llaman “democracia representativa”.
¿En que sillón del Palacio de Nariño está sentado Timochenko?.
¿Cuál Castro-Chavismo?. Las
campañas de los medios hegemónicos colombianos,
le han mentido a su pueblo, porque sus dueños forman parte del poder
oligárquico en Colombia y no están en disposición de abandonarlo y están
dispuestos a pagar cualquier precio, incluido la sangre de quien se les pueda
atravesar en el camino, aunque el
sistema apuesta a ganar si o si con
votos válidos o con fraude en estas
elecciones. Los votantes serán los
grandes protagonistas de si desean un cambio, vivir en paz o continuar en la
guerra.
(*) Periodista, Politólogo, analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com
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