Por Mario Sierra:
Por la transformación de la gobernanza democrática, el poder
y la unidad del pueblo,
Los frenos y contrapesos son pilares para respaldar
cualquier razón o razones de pesos y tienen su filosofía para denunciar con
manifiestos las muchas decisiones de administradores por la falta de conciencia
social. El contenido no nos da para más,
Esperamos que todos desarrollemos actos de justicia y convivencia con praxis
humanas que recorte el drama que recoge dimensiones de muchos países del mundo
donde mandatarios sin escrúpulos actúan sin legitimaciones precisas cual
depredadores irracionales guiados por una esquizofrenia de poder desaforada.
Paz con legalidad es utopía en un escenario global donde la mitomanía gobierna llenando de desconfianza a la comunidad. La ausencia de gobernabilidad en el país es la mayor razón de peso. lo que le da un calificativo de crimen de estado, pues atenta contra el bien común- Acaso no es criminal la incoherencia de un régimen que plantea la defensa ambiental, que ofrece luchar contra las bandas que asesinan líderes, pero hace lo contrario o mejor, ni siquiera ejerce gestión alguna. Otra razón de peso que rompe el orden democrático son los sesgos torticeros del mandatario que, para atornillarse en el cargo, asume para sí, los órganos de control, de justicia y el congreso, sin contar con aquellos funcionarios de menores rangos, los que dispone con vehemencia. Esto se llama dictadura abierta que se opone al orden constitucional.
Hoy, el país civil como razones de peso, está viviendo el
confinamiento de la administración de justicia, de la salud y la educación, los
incrementos salariales, la falta de trabajo, la decadencia de vivienda, la
opresión por el control a los derechos humanitarios y la lánguida actitud hacia
la seguridad, que permite cubrir de sangre nuestro suelo con las masacres de
tantos líderes sociales como tantos pertenecientes a las farc que firmaron el
acuerdo de paz, la censura de la información y tantos otros atributos
pertenecientes a los gobernados. La aplicación indebida, de la gobernabilidad
hace que una comunidad se pronuncie en exigencia constitucional, no como un
favor, sino como una obligación de quienes ejercen la política pública por mandato del pueblo.
Todo desarrollo que no se ajuste a la capacidad de actuar
libre y justa implica razones de peso para potencializar gestiones críticas que
desequilibre la gestión pública. Siempre estamos a la espera que el poder
estatal demande de los dirigentes empresariales acciones para mejorar el bien
común en equidad., so pena de que la unidad del pueblo se ajuste a rechazar
denunciando las desigualdades, revolucionando el engranaje social, con clave de
resistencia y transformación.
Múltiples razones de pesos se alzan sobre los hombros de la nación para justificar toda reacción social como por ejemplo los Asesinatos de líderes sociales, de indígenas, de afros, de ciudadanos urbanos y de campesinos.
Estos episodios no tienen control estatal, sus Genesis se
pierden en los consejos de seguridad, que solo tienen como solución, disponer
unos pesos como recompensa para que se denuncien los hechos, acompañados de
incrementos de fuerza pública, que a los pocos días ya no están, y las
investigaciones se soportan en los pocos aportes ciudadanos. Toda política
ineficaz o la ausencia de gestión predominan en el ambiente de la justicia
porque no hay decisiones, porque se abandona a la población para que ejerza su propia
justicia o reine la impunidad.
Las razones de peso definen que una sociedad no puede seguir
aceptando la ineficiencia de una gobernanza llenas de excusas. La sociedad está
cansada de soportar mentiras y engaños, retoricas y acciones cínicas con
palabrería de ficción. La gestión miope del estado debe ser cosa del pasado.
Las distracciones a la sociedad cada día pierden fuerza, hasta el momento que
llegue la anarquía.
El país en cuanto a razones de peso esta sobre
diagnosticado. Por ello nadie, ni el estado ni la comunidad puede desconocer la
gran ausencia del estado desde el pasado, pasando por muchos presentes, y,
hasta un futuro perenne. Convivimos razones de peso que se enredan en una
maraña de incertidumbres sin que se vislumbre evolución a tantas desgracias-
Ante el desasosiego se aviene una tiranía con dictadura sin fin y una esperanza
fallida pues le estamos negando a nuestro futuro la vacuna del cambio,
estropeada por gobernantes y dirigentes con un olvido perenne.
Siguiendo en contexto. Los colapsos crean frenos y
contrapesos como pilares para respaldar cualquier razón o razones de peso, que
desintegran el humanismo social y amenazan a la supervivencia frente a la
radicalización para revolucionar la conciencia humana. El peso de la verdad
asoma con lenguaje crítico a las expresiones engañosas con que se dilucidan los
acontecimientos públicos. Cuando las razones de peso entran a la comunidad y a
las instituciones conllevan a formar vida de tal modo que al decir del
historiador social llegan....... ensanchar nuestros horizontes en lugar de
fortificar perjuicios........
Cuando la sal se corrompe, se corrompe todo el entorno de
una comunidad. Jesús expreso a sus discípulos... no todos son la sal de la tierra, pero si se
corrompen, la gran estructura se cae y ya no sirven para nada y merecen ser
rechazados…A todos los estados e instituciones legales, económicas dominantes,
le caben responsabilidad moral y ética cuyo vórtice fluye bajo la turbulencia
de gran envergadura, de maquinaciones basófilas, de ideas disidentes y
viscerales.
La sociedad está en una encrucijada. Su libertad confinada,
la naturaleza no está protegida, se encuentra al amparo de los depredadores que
la están destruyendo sin ningún control y con ella las etnias y los campesinos
padecen el mismo proceso. El estado debe parar de ipso facto toda actividad
violenta en la naturaleza que implique destrucción, buscando sustitutos para su
conservación y ejercer acciones firmes, contundentes contra los criminales de
la vida.
A la naturaleza no hay que parecer que la queremos, sino ser verdaderos gestores de transformación y conservación.
Ante las razones de peso debemos poner de por medio la ética
y la moral, la verdad y la transparencia, respetando al otro, al sujeto social
con vocación de servicio. El buen gobernante, el buen ciudadano, el buen
empresario es aquel que se critica para ser mejor. La sobrevaloración conlleva
a rebajarse, a perder la identidad y la humildad. Buen gobierno es el que es
abierto en sus gestiones, sin ocultamientos, sin fraudes y engaños, gobernar
para todos, sin invisibilidad ni injusticias creando divisiones, bajo mantos
fantasmales, llenos de polaridades múltiples.
Pienso que la más nefasta razón de peso que enfrenta nuestra
gobernabilidad, es la deuda social con su pueblo por la negación de proporcionar
en justicia las oportunidades constitucionales para un bien común acorde con la
dignidad humana. Ningún grupo social escapa a este atentado social. La deuda
social exige a la política pública diligencia, responsabilidad, modelos
sociales que rompan con la desigualdad para una nueva Genesis social que le ha
sido esquiva por culpa del hombre mismo que arremete con su autoridad y poder
dictatorial. Alguien nos dice con mucho acierto... Un día llegarán esos
gobiernos que estarán al servicio de los seres humanos y a la naturaleza…y no
al revés.
Se debe gobernar con el propósito de servir y para ello se
deben agotar todos los recursos humanos y materiales sin discriminación. Servir
implica gestión pública honesta atendiendo los protocolos de la constitución y
las leyes a evento de que todos los proyectos se ejecuten con transparencia,
con los controles previos, durante y a posterior hasta su culminación exitosa,
cosa que todo concluya, para evitar los elefantes blancos que originan
deterioro patrimonial, afectación social con corrupción.
Razones de peso las tenemos con el amancebamiento para
gobernar entre el estado con los grandes gremios empresariales y financieros
para que estos últimos ejerzan el poder de gobernar. Ambas
instituciones
desconociendo la ética, la moral y los principios y con los mismos espíritus de
agresión social determinan las leyes para blindar sus negocios e incrementar
sus rentabilidades. Razones de peso para descalificar cualquier gestión pública
son aquellos mezquinos discursos llenos de cinismo florido resaltando la
hipocresía a todo dar. Siempre la ruptura entre el querer hacer y la realidad
se repiten deslizándose cual serpientes hacia la conveniencia, hacia las
oportunidades políticas para converger
hacia un éxito engañoso seduciendo con el engaño, escondiendo la verdad
y la realidad.
Pueblo, voz y poder conjugan una dialéctica que obliga a la
acción, al dinamismo vitalista. Como comunidad tenemos la obligación de
repensar la naturaleza y la condición humana, repensar la política y la ideología populista, repensar
la libertad de conciencia y la revaluación de los derechos humanos. La voz y el
poder del pueblo son el patrimonio de la nación, son su esperanza.
Con ecuanimidad, la sociedad debe rechazar con firmeza las emociones grotescas de políticos, elites y gobernantes que agreden la realidad dejando conocer estos insultos como simples percepciones.
La política perversa es una razón de peso que crea violencia
acrecentando la pobreza, dividiendo la sociedad, encegueciendo los problemas,
ensordeciendo el ambiente con falsos positivos, enmudeciendo al pueblo con el
miedo y el terror. No son las guerras las que crean violencia. La indiferencia
impide actuar con equidad. Los gobiernos y los conglomerados empresariales son
centros de poder, desde donde se dirige el destino de la nación. Esas
instituciones de gobernanza son parásitos que se adhieren al trabajo honesto
del campesino, del operario, extorsionándolo con la explotación salarial, con
el desconocimiento de sus derechos sociales y otras tutelas.
Las razones de peso, el calvario de tantos invisibles, de
tantos nombramientos a oscuras de funcionarios que soportan investigaciones con
la justicia, de tanto nepotismo al amparo de los organismos de control,
celestinos de un gobierno, de tantos procesos de tierra que duermen el sueño de
la impunidad donde los marginados aún viven como siervos sin tierra, con el
cristo de espaldas, todos como condenados de la tierra, bajo la ley del
silencio, y de tantos procesos en remojo por la muertes de líderes, etnias,
afros, campesinos ,del pasado, del
presente y los por venir cuyas investigaciones son un laberinto en los tediosos
agujeros negros de los despachos judiciales.
Sin dudarlo, el desasosiego de Pessoa ronda por doquier,
ante la desesperanza y la turbulencia histórica de las razones de peso, en
medio de logaritmos con síntomas de protección, donde la lógica de un
capitalismo se impone con su barbarie. La subversión asoma para poner en orden
la casa que está en estado de confusión que al tenor de la voz que clama en el
desierto nos dice......Me llaman subversivo. Y yo les diré. Si lo soy. Por mi
pueblo en lucha vivo. Con mi pueblo en marcha, voy. La fe subversiva de los
evangelios tiene en Jesús su más grande razón...La humanización-
Las razones de peso comprenden una ciclogénesis. Provienen
de muchas circunstancias de estado de tal magnitud, que lo que en este sucinto
relato se ha plasmado es una mínima parte. Implica que se den desarrollos
depresivos, verdaderas borrascas degenerativas que van desde incumplimientos a
promesas electorales, pasando por el irrespeto a las ordenes legales,
violaciones a la constitución como la falta de aplicación de la autonomía de
los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Además.
El logaritmo de la justicia ante lo horrores de un sistema,
nos enseña que quienes ya tienen en su haber jurídico un cumulo de imputaciones
por afrentas al pueblo, a la democracia, a la constitución, deben recibir
razones de justicia al culminar su mandato con procesos políticos, penales y de
ley, según los postulados jurídicos, de forma ejemplar, haciendo acopio de
presentar una rendición de cuentas que será la prueba reina de sus
delitos. Toda la ralea del estado debe
estar en este juicio del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, donde los
infiernos de Dante se quedan cortos para recibirlos con justas y ejemplares
condenas.
marsblawyer@gmail.com
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