Por José Antonio López Rodríguez (Tony) (*):
El 12 de marzo se cumplen 23 años de la desaparición física
del comandante Manuel Piñeiro Losada, conocido por “Barbarroja” o El Gallego,
admirado y querido por sectores democráticos, progresistas y el movimiento
revolucionario latinoamericano y caribeño y respetado pero odiado, por los
sectores más reaccionarios de la derecha y extrema derecha estadounidense y sus
servicios especiales como la CIA y el FBI y las dictaduras militares y sus
servicios especiales que apoyada por Estados Unidos gobernaron durante varias
décadas en nuestra región.
En un lamentable accidente automovilístico, falleció el 12 de marzo del año 1998, cuando ya se acercaba a su residencia y que él conducía, pues por su gran sentido humano había liberado a su conductor pues la actividad donde asistiría, una recepción en la residencia del embajador mexicano, era cercana a su casa.
Manuel Piñeiro Lozada nació en la provincia de Matanzas, el
14 de marzo de 1933, vino a esta bendita tierra en medio de una fuerte tormenta
y vientos huracanados e intensa lluvia, su madre quien no pudo esperar la
llegada del comadrón, lo trajo al mundo sobre el mostrador del bar propiedad de
la familia y ayudada por su esposo y unas vecinas que habían tenido
experiencias pasadas. Fruto del
matrimonio conformado por Serafín y Elisa ambos de origen español, que habían
llegado a Cuba en la década de 1910.
Piñeiro procedía de una familia acomodada en su provincia
natal, culminó sus estudios de bachillerato en el año de 1952. El 10 de marzo
de ese fatídico año, el General Fulgencio Batista, asaltó el poder con un
cruento Golpe de Estado y Manolo, como le decían sus compañeros se vinculó a
las protestas estudiantiles por lo que se significó frente a los órganos
represivo de la dictadura, su mamá preocupada y
a su insistencia lo envió en 1953 a estudiar a Estados Unidos,
pero no soportó la lejanía de su patria y
regreso en 1955 y se une al movimiento revolucionario 26 de Julio, y por
decisión de la Dirección Revolucionaria lo designan jefe de acción de las Brigadas Juveniles y
Estudiantiles de la Provincia de Matanzas.
A su regreso de Estados Unidos donde contrajo matrimonio con
Lorna Burdsall, una joven bailarina de danza, quien se amaño muy bien en Cuba y
no solo le dio la alegría de darle un hijo, Khalil, sino que jugó un papel muy decidida y valiente y le acompañó
en algunas acciones durante la lucha contra la dictadura, incluyendo en el
traslado de unas armas, que tuvo que
guardarla en su casa de la Víbora y luego por no tener mucha confianza
donde residían, se fueron a vivir a Miramar, donde llevaron el pesado armamento, que
terminó en manos de Frank País en
Santiago de Cuba y este lo hizo llegar a la Sierra Maestra.
Seleccionado por la Dirección Nacional del Movimiento 26 de
Julio, en 1955 y siguiendo las orientaciones de Antonio “Ñico” López, organizó
y estructuró dichas brigadas en toda la provincia de Matanzas y participó
personalmente en diferentes acciones en ese periodo y hasta fines de 1956 luego
del desembarco del Granma y producto de lo intensamente buscado por el SIM y la
policía, la dirección del 26 de julio, decide que se traslade a La Habana,
donde cumple diversas misiones entre ellas la recolección de armas para la
Sierra Maestra, hasta que el 10 de julio
de 1957 se incorpora la columna No 1 del
Ejército Rebelde, dirigida por Fidel.
En la Sierra Maestra participa en números combates y el 11
de marzo de 1958, parte con la Columna No 6
dirigida por el recién ascendido comandante Raúl Castro, para fundar en
la Sierra Cristal, al norte de la provincia de Oriente el II Frente Oriental
Frank País. Forma parte de la Comandancia y es designado Inspector General del
II Frente.
En el II Frente muy rápidamente Piñeiro se destacó por su
versatilidad, inteligencia y laboriosidad, por lo que el Jefe del Segundo
Frente comenzó a darle diversas tareas de dirección. Sobre la labor desplegada
el comandante Belarmino Castilla (Aníbal) expresó: “Desarrolló un trabajo muy
activo en la comandancia. La autoridad y el prestigio que se ganó unido a su
carácter jovial, lo hicieron merecedor de la confianza que en él depósito el
comandante Raúl Castro.”. Piñeiro fue un puntal inseparable de Raúl; un
combatiente capaz de unir, atraer, organizar y controlar, un hombre intachable.
Por su parte el comandante Augusto Martínez Sánchez, miembro
de la comandancia del II Frente, señala “Piñeiro fue ascendido a capitán y
nombrado Inspector territorial y miembro de la comandancia central; era
incansable y se movía por todo el territorio que ocupábamos. El “gallego”, como
le decíamos, era la exploración necesaria para detectar todo lo que podía ser
un elemento de importancia política y militar en el desarrollo de la guerra. Su
presencia se hacía notar en los lugares de mayor peligro y aportaba seguridad,
firmeza y confianza.”.
Como jefe de la Dirección de Personal e Inspección, Piñeiro
tenía subordinada a esa dirección las secciones de Radio, Claves y Mapas
Militares, Personal, Radio y Comunicaciones, inspección territorial y la
sección de Policía Rebelde e Inteligencia. O sea, concentraba todo lo
relacionado con los aspectos más secretos de la guerra, pero también con un
alto contenido político. El 28 de diciembre junto a otros cuatros capitanes
rebeldes, Piñeiro es ascendido por Fidel, al grado de comandante del Ejército
Rebelde.
Al triunfo de la Revolución el hoy General de Ejército queda
al frente del mando militar de Oriente, pero es llamado a La Habana y a su
propuesta el ya comandante Manuel Piñeiro, queda como jefe de la Plaza Militar
de Oriente, hasta el mes de junio de 1959, cuando es trasladado a La Habana. A
mitad de 1959 se incorpora al Estado Mayor del Ejército Rebelde en La Habana,
pasa fugazmente por la PNR y en 1960, bajo el nombre de Celestino Martínez,
como consta en el pasaporte que utilizó en ese viaje, totalmente afeitado y sin
su llamativa barba roja, parte a Moscú y se incorpora, en la mayor secretividad
sobre su identidad, a un curso de Inteligencia en la escuela de la KGB.
Así lo cuenta en carta a su esposa Lorna. “estoy en una finquita, alejado de todo y cada vez más clandestino, entre abedules, nieve y música de Mozart, Chaikovski y Beethoven, porque hay cada vez más cubanos por estos lados”. “Tenemos que prepararnos, porque la lucha será muy larga y frente a enemigos poderosos”. Aquí muestra su visión estratégica y lo larga que ha sido y será la lucha contra el imperio.
Queda muy claro que su traslado a La Habana, era para
ocuparse en 1960 de una importante
misión, como lo fue junto con el Comandante de la Revolución Ramiro Valdez
Menéndez quien ocupaba la Jefatura de la Dirección de Inteligencia Militar G-2,
y los órganos de la seguridad que ya
habían sido fundados en marzo de 1959,
ente otros por los valiosos compañeros Abelardo Colomba Ibarra y Osvaldo Sánchez,
este último fallecido ese mismo año de 1960 en un accidente de aviación cuando
regresaba de una misión en la provincia oriental.
El 6 de junio de
1961, se formaliza la creación del
Ministerio del Interior, Piñeiro queda designado Vice Ministro Primero a cargo de la Dirección
M de
Inteligencia y de la atención de
los movimientos de Liberación Nacional, en esa misión cumplió una
importantísima tarea de garantizar los planes del Comandante Ernesto Che
Guevara, la primera fue la Operación Sombra, en cuya organización y preparación
estuvo el querido revolucionario Jorge Ricardo Massetti, en la conformación del
Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en Salta, Argentina y luego la operación
de ingreso del Che tanto en el Congo en abril de 1965, y la Operación Camilo
Cienfuegos en Bolivia y mantener la comunicación con el Che y su destacamento de combatientes.
La Dirección M dirigida por Piñeiro, quedo dividida en 1970
en dos diferentes frentes. La Dirección
General de Inteligencia (DGI), bajo la dirección del comandante Joaquín Méndez
Comiche. Y La Dirección General de Liberación Nacional (DGLN) bajo la dirección
de Piñeiro, con el rango de Viceministerio Técnico, hasta 1974. A propuesta del Comandante en Jefe, a finales
de 1974 se crea el Departamento América del Comité Central de Partido
Comunista, cargo que desempeñó hasta 1992. Manuel Piñeiro fue elegido miembro
del Comité Central del PCC en octubre de 1965 hasta el V Congreso, en 1997.
Al parecer así como nació, bajo una tormenta huracanada, era
Piñeiro en su quehacer diario, un verdadero huracán, no se le escapaba nada, era
meticuloso, riguroso y muy exigente en su delicado trabajo, y contaba con un
fiel equipo que siempre respondió sin
vacilación a sus orientaciones,
sugerencia y criterios, que lo hacía con mucha precisión y respeto hacia sus
subordinados, porque tenía la virtud de escuchar a sus subordinados, de
cualquier nivel y reconocer si las apreciaciones era correctas y la aplicaba. O
explicar la conveniencia de que, aunque fuera acertada, políticamente no podía
aplicarse.
Sabía que las tareas que tenían que asumir sus
oficiales y funcionarios eran delicadas
y cualquier error podría ser muy costoso, era nada menos y nada más que conocer
en las entrañas del monstruo imperial o en otros territorios enemigos los
planes y actividades que se preparaban contra la Revolución Cubana y contra sus
líderes, especialmente contra Fidel Castro, uno de los principales objetivos de
la criminal CIA, la mafia cubana-americana de Miami y los servicios especiales
de las dictaduras militares en la región.
Así como la atención al movimiento revolucionario en América
Latina y el Caribe, su importante participación en las Conferencia
Tricontinental y OLAS en la década del 60 fue sumamente importante para el
fortalecimiento de estos movimientos.
No tenía horario para el trabajo, desde las once de la
mañana de cada día, fuese lunes o domingo, comenzaba sus actividades hasta el
otro día a las seis o siete de la mañana, no puedo explicar el nivel de
fortaleza que tenía, pero sí sé que adecuaba sus funciones a los horarios del
Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con quien estaba en permanente contacto.
El prestigio internacional del comandante Piñeiro y al
interior de la dirección del gobierno revolucionario cubano, por su n humildad,
honestidad, solidaridad, honradez su sensible sentimiento humano, era muy
reconocido internamente e internacionalmente. En política era un hombre amplio,
pero sin hacer concesiones de principio al adversario, anti dogmático y nada
sectario.
Su pedagógica y humana conducción lo hizo merecedor del
cariño no solo de sus subordinados, también de la población que le conocía, de
sus vecinos donde residía y de una pléyade de hombres y mujeres democráticos,
progresista y revolucionarios, no solo de América Latina, también en Asia,
África y Medio Oriente, continentes que también atendió en la década del 60.
Piñeiro es el ejecutor de una política fidelista relacionada
con mantener relaciones y diálogos con todos los sectores religiosos y
militares democráticos en América Latina, como lo fueron con los generales Velazco Alvarado, de Perú y Omar Torrijos de
Panamá, los capitanes Gerónimo Cardoso de Uruguay y Raúl Vergara de Chile,
el Coronel Horacio Ballester de Argentina y otros altos oficiales
latinoamericanos que mantenía una política nacionalista y respetuosas con Cuba,
fue impulsor de crear una estructura que cobijara a exmilitares democráticos,
progresistas y nacionalistas, conocida como OMIDELA y le dio pleno respaldo, encargando al vice
jefe del departamento y a la sección de
análisis en la atención del trabajo con los militares latinoamericanos.
Él era de una ilimitada fidelidad al Comandante en Jefe
Fidel Castro Ruz, martiano y marxista y consecuente con la política
internacionalista de la Revolución Cubana y un fiel interprete del pensamiento
de Fidel, en el papel que debía cumplir en el trabajo de influencia con el
movimiento revolucionario y progresista y sobre todo con énfasis en la Unidad,
papel importante que conocimos y aplicábamos todos sus subordinados, y que no
era más que la línea política y orientaciones
de Fidel, en la lucha contra el imperialismo.
Su desaparición física fue noticia de primera página en
todos los medios informativos de Estados Unidos, América Latina, Europa y Asia y la repercusiones dentro del
movimiento revolucionario latinoamericano fue muy sentido, aún hoy muchos amigos latinoamericanos dicen, “que falta
nos hace Piñeiro” con razón el Comandante en Jefe Fidel Castro en el cementerio de La Habana cuando sus
restos fueron sepultados, expresó: ”Se fue una importantísima historia de Cuba
con el movimiento revolucionario latinoamericano y caribeño”.
Por todo ese respeto, cariño y educación que sentí de él,
siempre he dicho y diré que Manuel Piñeiro Losada, desde que le conocí, cuando
apenas tenía 19 años, marcó mi vida para siempre.
(*) Periodista e historiador. Subordinado de Piñeiro en el
MININT y en el Departamento América.
jorgarcia726@gmail.com
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