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miércoles, 22 de julio de 2020

La coartada de un libro



Por Julio Sergio Alcorta Fernández:
Recientemente se dio a la publicidad un libro sobre las actividades internas en la Casa Blanca durante la Administración del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y de la autoría de John Bolton.
¿A qué clase de libro nos estamos refiriendo?
Simplemente es un libro redactado por un canalla, descubriendo las debilidades de otro canalla.
La obra se compone de 14 capítulos, de ellos 12, trata de las relaciones de los Estados Unidos con otros países, organizaciones internacionales y otros puntos afines.


De una muy rápida visión de estos, presumo que una parte con alguna importancia debieron haber sido tratados y por consiguiente conocidos por la comunidad internacional. Otros, la mayoría, intuyo que son enredos, patrañas, verdades y medias verdades, que han estado manipulándose por el gobierno actual de los Estados Unidos; y el resto, sino se conocieran, por lo menos es posible que puedan ser imaginados.
PERO ESO SÍ, se enfatiza cómo el experto y sabihondo de John Bolton ha estado alertando los errores y descuidos de la Administración que ha dado lugar a contradicciones insalvables, y proponiendo, como él acostumbra, medidas drásticas, violentas y draconianas.

Personalmente no es mi intención en adentrarme a analizar todos esos extensos y complicados temas que los componen, sería en vano en mi caso particular.

Por lo que consideré práctico, atrayente y no extenso, limitarlo a las peripecias, desfachateces y desvergüenzas que, durante la victoria de Donald Trump en sus más de 4 años en el poder, John Bolton llevó a cabo, con el único fin de que se le nombrara SECRETARIO DE ESTADO del imperio.
Primeramente, estimo necesario describir a continuación una parte sustancial de la historia de este vil personaje, para que se tenga una apreciación real de quien se trata.

John Bolton
Conocido por su anti-diplomacia y su actitud ruda. Bolton tiene una larga carrera dentro de la diplomacia estadounidense. Ha servido en diferentes cargos durante los mandatos de R.Reagan. George H.W.Bush y George W. Bush, y está vinculado con la ultraderecha extremista. Fue el embajador de los Estados Unidos ante la ONU durante la guerra en Iraq, a pesar de no recibir nunca la aprobación del Senado estadounidense. Bolton fue responsable por el retiro de la firma de los Estados Unidos del tratado de la Corte Penal Internacional, lo que él mismo calificó como “el día más feliz de su vida.”  En 1994, Bolton declaró que “No existe tal cosa como las Naciones Unidas. Sólo existe la comunidad internacional, que solamente puede ser encabezada por el último superpoder, los Estados Unidos”. También ha comentado lo siguiente: “El edificio en Nueva York de las Naciones Unidades tiene 38 pisos. Si perdiera 10 pisos hoy, no haría diferencia ninguna”.

Durante su desempeño como sub-secretario de Estado para el Control de Armas y la Seguridad Internacional, de 2002 a 205, Bolton acusó a Cuba de compartir tecnología sobre armas biológicas con países terroristas, a pesar de no comprobarse que la isla caribeña poseyera dicha tecnología. También ha sido la fuerza detrás de las acusaciones contra Iraq e Irán sobre la proliferación de armas de destrucción masiva, lo cual ha sido desmentido en ambos casos.

Ha ocupado cargos importantes en el Departamento de Justicia y en la USAID durante los mandatos de Ronald Reagan y George H.W.Bush y  es cooperante del think tank ultracoservador American Enterprise Instituto.(fin)

 Continuando con su participación en la Administración de Donald Trump, en el primer capítulo del libro: “La larga marcha hacia una oficina en una esquina del ala oeste”, al inicio expone:
             “Mi objetivo no era conseguir un carnet de socio, sino un carnet de conducción…cuyo pensamiento no era común en la Casa Blanca de Trump…y no iba a mejorar mucho, conclusión deprimente pero ineludible a lo que llegué, solo después de haber entrado en la Administración.”
Y es entonces que, con su prepotencia característica, manifestó:
             “Una vez que comenzó la transición, me parecía razonable ofrecer mis servicios como SECRETARIO DE ESTADO”.
Fue tan imberbe y necio que incluyó algo tan personal como lo que expuso a continuación:
             “Mucho se hizo de su aversión a mi bigote (Trump). Me dijo que nunca fue un factor que ya su padre también tenía”.
Y terminando con la siguiente absurda y desatinada declaración a pesar de ser un graduado de la famosa universidad de Yale:
             “No creo que mi apariencia haya jugado un papel en el pensamiento de Trump”.
Con esta declaración se observa realmente su complejo de inferioridad, que al fin le fue generando un aborrecimiento hacia el mandatario. Sin embargo, no se dio por vencido, y continuó flagelándose y convirtiéndose en un ejemplar digno de pena, al incluir en su libro lo siguiente:
             “El 1ro. de diciembre la incertidumbre siguió sobre el SECRETARIO DE ESTADO”. “En una reunión sobre política exterior con Trump, yo fui el que más habló”.  “Pienso que Trump me escuchó atentamente”.

Llegó el momento en que ya disgustado y desencantado, fue capaz de poner lo siguiente:
             Y así la transición de Trump terminó sin ninguna perspectiva de que me uniera a la Administración; racionalice el resultado, concluyendo que si el proceso de toma de decisiones a la inauguración de Trump era tan poco convencional y errático, como sus selecciones de personal, yo estaba bien quedándome “AFUERA”. “Si tan solo se pudiera decir eso por el país”.
Para concluir, pienso que ese folletín mal encabado, seguramente beneficie millonariamente a Bolton, pues la banalidad, la superficialidad, el chisme, las intrigas y las confabulaciones son piezas que juegan un papel peculiar y típico en esa sociedad.

Donald Trump al inicio protestó y trató de que no se publicara, pero en definitiva SE HIZO, sin que aconteciera nada espectacular.

Lo que sí es muy necesario que bandidos como esto no vuelvan a ocupar cargos de tal envergadura en los gobiernos de ese poderoso e impredecible imperio.
HONESTAMENTE CREO QUE LE ESTOY PIDIENDO MUCHO A LA PROVIDENCIA.
La Habana, Cuba,
jalcorta@nauta.cu

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