Por Carlos Luna Arvelo:
“Antes de la COVID-19, la educación ya estaba en crisis.
Ahora nos encontramos ante una crisis educativa cada vez más profunda y que
puede crear aún más divisiones” afirmó Robert Jenkins, Jefe de Educación de la
UNICEF.
Según Jenkins, quien es Director Asociado de la División de
Políticas y Estrategias de la UNICEF, “el acceso a la tecnología y a los
materiales necesarios para seguir estudiando mientras las escuelas permanecen
cerradas es notablemente desigual”.
No hay que ser expertos ni especialistas en materia
educativa para saber que el cierre masivo de escuelas, a partir de marzo de 2020,
ha afectado especialmente a los más pobres del mundo y viene a ensanchar la
brecha entre quienes han podido seguir accediendo a la educación en plena
pandemia y quienes definitivamente dejaron de hacerlo.
Nadie puede soslayar que no sólo cerraron las escuelas, sino
que buena parte de las labores económicas se han paralizado y que millones de
familias se enfrentan al drama de cómo garantizar la subsistencia a su prole.
A pesar de los esfuerzos que intentan hacer los gobiernos
por garantizar el acceso a la educación en los sistemas de educación a
distancia que se vienen improvisando las desigualdades sociales no se pueden
ocultar. El acceso a las tecnologías de comunicación es limitado en vastos
sectores de la población del mundo. Esta brecha no se podrá superar en cuestión
de meses, en muchos casos no es temerario afirmar que podría suponer décadas.
Llama la atención el “optimismo” que se desprende de Informe
del Banco Mundial del mes de mayo COVID-19: Impacto en la Educación donde se
hacen afirmaciones que parecen sacadas de manuales baratos de autoayuda y
superación, tan de moda en los tiempos que corren. En dicho material se hacen
afirmaciones como la que citamos a continuación
“…si los países reaccionan con rapidez para apoyar el
aprendizaje continuo, pueden mitigar el daño e incluso convertir la
recuperación en una nueva oportunidad…”
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El mundo sin duda está condenado a la transformación radical
después de la COVID-19, pero llama la atención cómo se espera que los países
más atrasados y con menos posibilidades de enfrentar la crisis sanitaria que
supone la pandemia, en África y Latinoamérica, podrían comenzar a “hacer mejor
las cosas”. El informe del Banco Mundial no aborda el espinoso tema del
financiamiento que requerirá la incorporación de las tecnologías al campo
educativo. Parece un asunto de mera voluntad de quienes gobiernan. Como si los
niveles deficientes que presentan estas sociedades en educación dependieran
exclusivamente de la mala voluntad de sus gobernantes.
Cerramos estas reflexiones con una extensa cita del informe
donde parece estar la solución al problema de la educación
“… la planificación de un futuro mejor debe comenzar ya.
Incluso a medida que los sistemas enfrentan el periodo de tiempo en el cual las
escuelas permanecen cerradas, deben comenzar a planificar de qué manera se
gestionará la continuidad cuando las escuelas reabran y cómo se mejorará y
acelerará el aprendizaje. El principio rector debe ser utilizar todas las
oportunidades que se presenten en cada etapa para hacer mejor las cosas. Al
aprender de las innovaciones y de los procesos de emergencia, los sistemas
pueden adaptar e implementar las soluciones más efectivas. Al hacerlo, pueden
convertirse en sistemas más eficientes, ágiles y resilientes. Una visión y una
acción proactiva ayudarán no solo a reducir el daño que cause la crisis actual,
sino que podrían convertir la recuperación en crecimiento real. Las sociedades
tienen una verdadera oportunidad de “reconstruir mejor”. Deben aprovecharla”
1. http://pubdocs.worldbank.org/en/143771590756983343/Covid-19-Education-Summary-esp.pdf
carloslunarvelo72@gmail.com
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