Por Carlos Maldonado:
Guatemala ha servido en el pasado como laboratorio político
y social de Estados Unidos para experimentar con teorías y acciones en el campo
de su sociedad con el fin de implementarlas en otras con el ánimo de frenar el
ímpetu revolucionario de los pueblos, tanto así que el primer golpe de estado
en América se dio acá con el derrocamiento de Jacobo Arbenz, implementando sus
tácticas el imperio en otras latitudes con la institución del Plan Cóndor.
Afortunadamente, también del lado popular esas lecciones fueron bien aprendidas
y algunos países se encaminaron hacia su liberación bajo el ejemplo de la
revolución cubana quien claramente como dijo el Che, no cometió los mismos
errores que los revolucionarios guatemaltecos. Pero el flujo y reflujo de la
revolución latinoamericana a pesar de la visión pesimista de muchos va ganando
a la playa.
Y, ¿por qué se dice que Guatemala sirve de laboratorio de
EEUU? Porque, ahora que la potencia del Norte se ve que ha ido perdiendo su
hegemonía mundial en varias temáticas, aunque la siga teniendo en el plano
militar por este momento, quiere recobrar en el continente americano al que
considera su zona de influencia natural y por ende, incapaz de oponerse a sus
designios, esa autoridad que poseía. De ahí que, el gobierno yanqui le ordene
al de Guatemala hacerse cargo de la oferta sobrante de inmigrantes que por
ningún motivo deben entrar en territorio gringo aún sus seres queridos más
aptos para el gran capital hayan sido escogidos para trabajar dentro de sus
factorías al otro lado de la frontera. Entre ese sobrante están, claramente
señalados por esa oligarquía rancia y anodina, las mujeres embarazadas,
lactantes, con niños, por supuesto esos niños, ancianos y personas con alguna
discapacidad. Una moción claramente fascista.
Entonces, la firma de polémico acuerdo para convertir a
Guatemala en un país seguro se inscribe en este nuevo experimento para
visualizar las reacciones en primer lugar, de la población ante esta imposición
y, en segunda instancia, para examinar las consecuencias que tendrá la puesta
en práctica de dicho acuerdo al establecer en este país una enorme cárcel para
inmigrantes. Sin embargo, esto que se puede ver como un acto de fuerza y
menosprecio a los pueblos que consideran inferiores, al final es un acto de debilidad
al demostrar con ello que EEUU no controla más que los países del Triángulo
Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) de manera fehaciente.
Un intento de taponar su frontera sur ante la ola imparable
de caravanas humanas que, a pesar de los muchos obstáculos que se les han
impuesto, no escatiman el costo, aún de su vida misma, para llegar a la nación
del norte la cual no la añoran por ser la mejor sino porque es obvio razonar
que solamente por motivos económicos sustancialmente, ya que, por ejemplo, en
el caso de los guatemaltecos, lo poco que ganen allá se multiplica por 8, lo
cual obviamente jamás lo harán acá ni aunque trabajen de sol a sol todos los
días de la semana. No obstante, a raíz de esta contradicción, las oligarquías
del Triángulo Norte consideran ese acuerdo como una jugosa oferta futura para
sus esclavizadoras unidades productivas que ven a esta masa inmigrante mano de
obra barata y semi esclava con la cual piensan acumular mayor tasa de plusvalía
al echar a andar los megaproyectos que ya están ubicados o tienen pensado
ubicar en los territorios de los pueblos indígenas a quienes deben desalojar.
Este es una fotografía del futuro que las oligarquías del
Triángulo Norte y Estados Unidos pretenden para nuestras naciones. Sin embargo,
los pueblos han ido aprendiendo en sus luchas cómo enfrentarlos y cómo
vencerlos. Y, si a estos pueblos se suman los trabajadores que en igualdad de
sueños quedan varados en nuestros territorios en su camino hacia el norte, pues
bienvenidos sean. En medio de la pobreza el pueblo sabe ser solidario y
generoso y no como los oligarcas quieren que nos comportemos, con violencia y
con egoísmo. Como solo los fascistas, que son ellos, se comportan ante el
trabajador extranjero, ante el forastero. No, el pueblo, siguiendo las
enseñanzas del evangelio, debe dar la mano, auxilio, y albergue a los que sin
nada que comer van de paso. Esa es la gran diferencia entre los que
promulgadores del capitalismo ven al extraño como un enemigo y nosotros, aún en
medio de nuestras carencias, lo vemos como al hermano que hay que asistir. Por
supuesto, habrá sus excepciones, porque de todo hay en la viña del señor, pero
en la generalidad de nuestros valores cristianos y socialistas actuamos.
Los únicos enemigos que tenemos los trabajadores son los
oligarcas que nos explotan hasta el desfallecimiento, que nos exprimen de tal
manera que nuestros salarios no corresponden con nuestro esfuerzo por lo que
dichos ingresos no alcanzan más que para sobrevivir por tanto no pueden
considerarse dignos. Y, porque en esa lucha, los unos por arrancarnos la mayor
parte de nuestra vida a los trabajadores y nosotros por lograr una vida digna,
nos vemos sometidos a chantajes, amenazas, extorsiones e incluso, pérdida de
nuestras vidas por oponernos a esa explotación y a las deplorables condiciones
de trabajo y de vida por parte de esa oligarquía a quien solo le interesa su
dominio y acumulación de riquezas. Por eso, la oligarquía, representante del
sistema capitalista, jamás velará por el bienestar y la dignidad de nosotros
los trabajadores lo cual decanta en una lucha irreconciliable que solo se
subsanará al momento de que los medios de producción fundamentales estén en las
manos de todos los trabajadores y no solo en las manos de un grupúsculo.
El capitalismo, en su contradicción de acumulación de la
mayor tasa de ganancia, enfrenta a oligarquías entre sí y de esa lucha
encarnizada los trabajadores sacamos la peor parte porque el aumento de sus
plusvalías descansa sobre nuestra máxima explotación. Esto explica la urgencia
de este acuerdo de país seguro, con tal de conseguir una mayor oferta de fuerza
de trabajo barata o esclava al estar ignorantes estos trabajadores foráneos de
sus derechos como trabajadores en países ajenos. Por eso, es importante que
cuando ese escenario se presente las organizaciones de los trabajadores debemos
hacer el esfuerzo por aglutinarlos y formarlos en la lucha contra el capital.
Es labor internacionalista que nos obliga nuestra formación por la construcción
del socialismo.
Este Acuerdo espurio de tercer país seguro no es más la tapa
que se le pone al pomo de la persecución y la represión de los ejércitos
mexicanos y gringo, a los cuales ahora se une el glorioso ejército de Guatemala
(con minúsculas como debe ser). Y, así como decía Gustavo Adolfo Bécquer
“volverán las oscuras golondrinas”, sin embargo, ya volvieron, con la represión
de los militares y fuerzas parapoliciales y policiales contra nuestros
campesinos, contra nuestros trabajadores y ahora, en estos momentos en que se
oponen a la privatización de la única universidad pública, la de San Carlos de
Guatemala, contra nuestros estudiantes. Empero, igual que la canción de los
Guaraguao, los estudiantes son esos “pajarillos libertarios que no le temen a
animal ni policía…” y nuestro pueblo, encabezado por sus jóvenes rebeldes,
volverá por las viejas batallas inconclusas contra nuestros enemigos de clase.
Esos que no entienden más que el lenguaje de la lucha, esos que no entienden
más que el lenguaje del furor del pueblo.
Colectivo La Gotera
guillermo101262@hotmail.com
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