Por Manuel Humberto Restrepo Domínguez:
La constitución Colombiana de 1991
favoreció el consenso político, asimiló las políticas globales y retrasó el
cambio social, que parecía imparable, luego de recuperarse de las violentas
arremetidas contra el movimiento popular, primero en el paro cívico de 1977, y
después a golpes encauzados con motosierra, masacres y desaparición forzada,
resultantes del vínculo militar-paramilitar, como política encubierta, de
gobernantes, preocupados por el control del poder (no por el bienestar de su
pueblo).
Los derechos humanos llegaron a la
constitución como anuncios de felicidad humana, pero su aceptación quedó a
mitad. Las reivindicaciones sociales por las que se luchaba en los espacios
públicos, no fueron adecuadamente recogidas, ni efectivamente protegidas y la
enumeración de derechos triplicó los 30 artículos de la declaración universal,
con cerca de 90 derechos fundamentales, que una vez consignados le fueron
entregados en el podio del poder a las mismas elites que conducían al estado vigente,
quienes de múltiples maneras impidieron avanzar hacia la sociedad de derechos,
inclinando la balanza hacia la lógica de la sociedad del odio regulada por el
mercado.
La constitución ha sido reiteradamente
vulnerada, saqueada, reinterpretada al acomodo de los gobernantes que con ella
firman la paz u ordenan la guerra. No ha sido acatada como la norma fundamental
de garantía que debía servir para recomponer la relación Pueblo y Estado, y
poder político con poder social, proveyendo condiciones objetivas para la lucha
armada por una parte y la movilización social en las calles por otra, en lucha
por bienes para realizar los derechos. El poder político tradicional, de entonces
y de ahora, en cambio de responder a las históricas demandas sociales, ante la
aparición de conflictos reconfigura sus alianzas con extrema velocidad para
frenar el ímpetu de cambio y adormilar a la sociedad convencida de que la sola
constitución y la ley todo lo pueden, por responder al espíritu del Estado
social.
Sin embargo, aunque este conserve sus
estructuras y sea declarado laico y multicultural, hace tiempo fue tomado
pacíficamente por el estado mercantil, que instaló en los poderes públicos y las
instituciones las reglas del mercado, de las que se desprendieron, antes que
grandes sistemas de garantías para los derechos, novedosas fórmulas de interés
privado (negocios) contenidas en leyes que actúan como políticas públicas, como
en salud (a partir de la ley 100 defendida por Álvaro Uribe) o la ley 115 de
educación (que coordinó Carlos Holmes Trujillo) o la ley 30 de educación
superior. Igual suerte corrieron el agua potable, la energía y la vivienda, que
entraron al mercado en calidad de mercancías, a las que se accede no por vía de
los derechos, si no de las libertades, de tal manera que el responsable de las
carencias deja de ser el estado y pasa a ser el mismo individuo solitario,
obligado a jugarse en libertad sus desgracias o victorias.
Las condiciones de igualdad y libertad, a
las que debería responder cada derecho fundamental de la constitución a cargo
del estado, paulatinamente han tendido a ser borradas del ideario público y
llevadas a la esfera o privada, donde nadie le responde al ciudadano. Educación
o salud como derechos responden a la condición de inalienables, eliminan
discriminaciones y exclusiones y aportan a la realización de la vida humana con
dignidad, en la condición de simples servicios, responden al proveedor o
productor al que no le interesa que el otro satisfaga su derecho, si no que su
producto se venda en beneficio propio, pagado por el consumidor y cliente, al
que poco le importa su contribución al patrimonio colectivo o la soberanía. El
servicio esta separado de la responsabilidad del Estado mientras que el el
derecho humano es deber del estado, como ocurre con la lógica del derecho a la
paz que tiene el pueblo y que el gobierno trata de volver servicio para
justificar la guerra.
La constitución de 1991, permanece tomada
en sus partes principales por el interés privado, que encontró en el estado a
su principal oportunidad (no a un enemigo) y ha actuado en consecuencia.
Sin cambiar las estructuras del estado
social, modificó paulatinamente su sentido, su orientación, lo que permite
explicar la impunidad total sobre fenómenos desastrosos como la corrupción y el
clientelismo, que al ser tratados como asuntos de libertad personal e interés
privado, impiden juzgarlos en el marco de los derechos donde serían
violaciones, con responsabilidad de estado en consideración a que cada acto
criminal cuenta con la omisión o participación sistemática de agentes del
estado o hay vinculo con los partidos beneficiados directos de actuaciones
fraudulentas.
El discurso normativo, que emiten las
partes constitutivas del estado, plegadas al gobierno, coinciden en reiterar
que Colombia es un Estado Social de Derecho y el pueblo el soberano, pero en la
practica la primera función esencial del estado social, que es ponerle bienes
materiales y garantías institucionales a las demandas por derechos y proteger
la vida y la dignidad preservando el espíritu soberano del pueblo parece una
batalla perdida. Y la segunda tarea que es crear garantías de control social
sobre la propiedad privada para salvaguarda de los bienes públicos como riqueza
colectiva la hace al revés, con evidente premeditación, al favorecer la
privatización y enajenar los bienes públicos, tangibles e intangibles y
trasladar los bienes de la nación como el subsuelo, a ser propiedad del Estado,
a sabiendas que este estaba tomado unas veces y asaltado otras por el interés
privado, que con esa misma astucia despojó
a los derechos (en plural)de su capacidad para llevar al país a su
civilidad y convivencia pacifica. Ahora, pretende suplantar de raíz al contrato
social por el contrato económico, contribuyendo a que lo poco solido que queda
del estado social de derecho se desvanezca en el aire.
P.D. Desencanto produce el indicador global
de paz, Colombia en el puesto 145, Siria en el 153, Islandia es el número uno,
allí el estado no roba, no mata, no pide guerra y la vida resulta sagrada.
mrestrepo33@hotmail.com
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